—La Tía Gao vio a Lu Yichen sonreír y se golpeó el muslo de nuevo. —Mira eso, tu pierna se ha curado, y tu ánimo también está mejor. Esa sonrisa se ve maravillosa; deberías sonreír más a menudo. A las chicas les gusta eso.
—Al ver a Luo Qiao observándolo sonreír, Lu Yichen respondió:
—Está bien, Tía, sonreiré más a partir de ahora, y cuando me case, te invitaré al banquete de bodas.
—La Tía Gao se rió. —Vale, estaré esperando esas palabras.
—Lu Yichen y Luo Qiao entraron al pueblo juntos, y todos los que vieron que la pierna de Lu Yichen ya no estaba coja se acercaron para saludarlo y le hicieron todo tipo de preguntas.
—Luo Qiao fue a la oficina del colectivo para pagar el dinero y obtuvo el recibo de la compra de la casa. Se acordó que el papeleo de la casa se tramitaría colectivamente en unos días, y le avisarían para que viniera a recogerlo una vez estuviera listo.