Las personas presentes ya no se atrevieron a hacer comentarios indiscretos, y solo ahora recordaron el comportamiento habitual de Doña Wu. No podían culpar a Zhou Guifang por ser cautelosa; de hecho, una situación como esta fácilmente podría llevar a ser acusado injustamente.
—Bueno, entonces échale un vistazo rápido. ¿Qué estás esperando? —instó Doña Wu al ver a su nieto sudando profusamente por el dolor.
—Hagamos que todos aquí presentes sean testigos. Si mi nieta no puede tratarlo, nadie debería culpar a Qiaoqiao después —continuó Zhou Guifang.
Tía Wu quería decir algo pero fue detenida por su nuera, quien miró a Zhou Guifang —Tía Luo, ten la seguridad, deja que tu nieta le eche un vistazo primero. El niño tiene tanto dolor que apenas puede soportarlo. Si algo llegara a suceder, no sabríamos cómo explicárselo al segundo hijo y a su esposa. Estaríamos en problemas.
