—Tía, ¿está en casa? —Luo Qiao llegó a la casa de Jiang Dongli y se quedó en la puerta principal.
—Luo Qiao ha llegado, pasa —Qu Meimei acababa de salir de la habitación, dirigiéndose a la cocina para preparar comida.
—Tengo suerte de que la Tía esté en casa —Luo Qiao sonrió.
—Hoy tengo turno tarde —Qu Meimei sonrió y respondió.
—Tía, tomaré el tren de la noche de vuelta a Ciudad Capital, y la última vez mencionaste que querías enviarme algunas fundas de edredón y mantas conmigo. ¿Podrías decirme exactamente qué patrones quieres? No quiero comprar los equivocados otra vez —Luo Qiao entró al patio.
—Realmente te estás tomando la molestia, recordando todo esto por mí —dijo Qu Meimei sonriendo.
—Un asunto acordado definitivamente debe ser recordado —Luo Qiao se rió.
—De acuerdo, ya lo tengo. Continúa con tu trabajo, Tía, yo también debería volver para cocinar —Qu Meimei compartió sus deseos una vez más, y Luo Qiao sonrió.