Pero por más fuerte que Gao Taohua tocara la puerta, la puerta principal de Lu Yichen no se abrió.
—Lu Yichen, sé que puedes oírme. ¿Quieres verme morir? Mis padres me están vendiendo, y ya no quiero regalos de compromiso de tu parte; solo quiero comenzar una vida contigo. —dijo Gao Taohua hacia el interior.
—¿Qué más te rehusas a hacer? Yo gano puntos de trabajo completos cada día en la brigada. No te desprecio por ser un inválido. ¿Puedes abrir la puerta y salvarme? —continuó.
No bien había terminado de hablar cuando le arrojaron un cubo de agua desde dentro del muro del patio, y la voz fría y enojada de Lu Yichen dijo:
—Lárgate.
Los espectadores a la distancia suspiraron pero sintieron que Gao Taohua se lo había buscado.
Gao Taohua, empapada por el cubo de agua, recobró la noción y empezó a caminar de vuelta desolada, justo cuando llegó su hermano mayor Gao Rumu buscándola.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Gao Rumu al ver el estado de su hermana.