El Secretario Zhang Dezhen estaba ahora en pánico. Si las cosas continuaban así, iba a haber problemas. Había estado ayudando a su propio hermano con el trabajo; si algo le sucedía, seguramente traería grandes complicaciones.
Entonces, apresuradamente pidió a alguien que fuera a la granja de cría y enganchara un carro tirado por mulas, ya que las mulas corren más rápido que los bueyes.
El Líder de Brigada Gao Jiefang se acercó y dijo:
—Secretario, ¿no tiene una llave de repuesto de la clínica de salud? Detengamos primero el sangrado de Gao Shunyi. De lo contrario, me temo que se habrá desangrado para cuando lleguemos a la clínica de salud comunitaria.
—Tengo la llave, aquí conmigo —dijo el Secretario—. Pero además del Doctor Gao, no hay nadie en nuestro pueblo que entienda cómo usar esas cosas.
El Secretario realmente entró en pánico esta vez, temiendo que estos dos pudieran meterse realmente en problemas que afectarían a su propio hermano.
El Líder de Brigada Gao Jiefang dijo:
