Mianmian comenzó a enviar Talismanes Vajra.
Sus pequeños compañeros distribuyeron uno cada uno en silencio, igual hicieron el segundo nieto y su mujer, como también los sobrinos-nietos mayores.
Solo después de haber terminado se sintió un poco más tranquila.
Verde, al ver que Pequeño Bollo tenía un plan, no pudo evitar sonreír con su rostro rechoncho. Este pequeñín se veía mucho mejor cuando no estaba llorando. Quizás a partir de ahora, sería magnánimo y dejaría de pensar en hacer llorar a Pequeño Bollo.
—Hay algo más que necesito decirte, pequeñín —Verde se sentó en el hombro de Mianmian, compartiendo lo que concluyó mientras vagaban por el área—. Siento que donde estabas atrapando fantasmas en el equipo, había un Demonio Zorro.
—¿Un Demonio Zorro? —Mianmian respondió suavemente a Verde, recordando a todos los que vio cuando estaban cazando fantasmas.
Ese día también había observado secretamente todas las caras de la gente, y no había nada fuera de lo común.