—Zeze, al ver su propio cabello, finalmente se dio cuenta de lo que había pasado y abrió la boca para llorar fuertemente.
—Su primer reflejo fue buscar a su abuela para que lo apoyara. Al recordar que solo estaba su mamá aquí, sin su abuela, lloró aún más fuerte.
—El sonido era ensordecedor. Era tan fuerte que incluso el público frente a sus pantallas se sintió agitado, por no hablar de los que estaban presentes. Mianmian, que estaba especialmente afectada, se cubrió las orejitas, frunció el ceño y se acercó a Zeze —Eres realmente ruidoso, ¿sabes? Si sigues así, te lo voy a devolver.
—Esto en realidad era algo que su padre le había enseñado: ojo por ojo, diente por diente. Los pequeños demonios en la montaña no eran todos tan amigables como Bai Bai; algunos traviesos les gustaba hacer bullying. Usando este método, Mianmian se convirtió en la jefa de los pequeños demonios.
—Ahora, ante un niño travieso, Mianmian estaba lista para llevar este principio hasta el final.
