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—Ah, sí, Verde todavía me está esperando —Mianmian salió del encanto de los tomates y convocó su Espada Voladora.
En el aire, la Espada Voladora se transformó en muchas espadas más pequeñas, dispersándose y volando hacia el Jardín de Granadas. Las espadas del tesoro, que brillaban deslumbrantemente durante el día, parecían aún más etéreas contra el telón de la noche, como fuegos artificiales estallando en el aire.
En ese momento, todas las Estelas Supresoras de Almas en el Jardín de Granadas fueron destruidas, y docenas de fantasmas, atados durante años sin dispersarse, flotaban en el aire.
Habían muerto muertes tan trágicas que se convirtieron en fantasmas, pero no habían matado a nadie todavía, así que no podían ser llamados espíritus malignos, solo resentidos.