—Abuela, creo que esta propuesta de matrimonio no se puede discutir. Incluso si Guman Ya es lo mejor que puede ser, con unos padres como estos, quien se case con él no vivirá feliz. Lo mejor es dejarlos ir.
—Ella miró a su propia abuela y sugirió.
—¿Qué?
—La madre de Guman se sorprendió por sus palabras.
—¿Dejarlo ir? ¿Cómo podemos simplemente dejarlo ir? Tía Qiubo, teníamos un acuerdo, no puedes simplemente retractarte.
—Ella contaba con que Guman se mudara a la casa vieja. Si la propuesta de matrimonio se cae, todavía tendría que alimentarlo en casa. Con el apetito de su hijo cabezón, ¿quién más podría permitirse mantenerlo?
—Si no quieres que me arrepienta, entonces cierra la boca. Si te atreves a mencionar a Sangsang de nuevo, ¡estaremos en desacuerdo! —Lu Qiubo frunció el ceño mientras replicaba tajantemente.
—Desde que esta mujer entró en la casa, no había dejado de hablar. No solo no tenía nada que ver, incluso Ya Guihua, la casamentera, no tenía voz ni voto.
