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—¡No llores! Contén esas lágrimas —El Gran Viejo Maestro Zhong reprendió a su nieto cuando vio las lágrimas brotar en sus ojos.
—Abuelo, me duele —susurró vagamente Zhong Yun.
¿Ser torturado hasta este punto por esa mujer y ni siquiera tener la libertad de llorar?
—¡Incluso con dolor, no llores! —El Gran Viejo Maestro Zhong habló con una cara seria.
Hoy, realmente se había deshonrado a sí mismo en su propia casa. No se atrevió a pronunciar una palabra contra las amenazas de una niña y hasta permitió que ella se llevara a Zhong You justo delante de él.
¡El que realmente quería llorar era él!
—El médico dijo que las lágrimas pueden convertirse en pus al tocar tu rostro. ¿No te importa tu propia cara? ¿Qué seguís haciendo todos ahí parados? ¿Por qué no habéis limpiado rápidamente las lágrimas de Yun'er? ¿Habéis olvidado vuestras obligaciones? —el anciano rugió a las criadas.