—Hermana, has dejado a Xuan'er solo otra vez para recoger almejas del río Weishui.
—El Pequeño Príncipe no estaba interesado en la gran almeja del río, lo único que le importaba era su hermana. Él apretaba fuertemente su mano, el calor familiar calmaba su corazón asustado.
—La gran almeja del río intentaba escapar en el fondo del río. Tenía prisa por atraparla y no tuve tiempo de decírtelo.
—Su Qingluo escuchaba su dulce voz infantil, sintiendo una suave calidez en su corazón. Ella se agachó y afectuosamente pellizcó sus regordetas mejillas.
—Sin Hermana, Xuan'er estaba asustado.
—El Pequeño Príncipe se quejó lastimeramente.
—Ahora que Hermana ha vuelto, Xuan'er no tiene que tener miedo.
—Su Qingluo reía apenada, evitando inconscientemente los ojos culposos del Pequeño Príncipe.
—El río Weishui era profundo e insondable, lleno de giros y vueltas por todas partes, ocultando feroces remolinos.