Su Qingluo sacó algo de sal y especias del Anillo de Almacenamiento y las espolvoreó sobre la carne de pollo.
—Chisporroteo.
El pollo asado estaba crujiente por fuera y tierno por dentro, exudando un aroma deliciosamente irresistible.
—Hermana, el pollo está cocinado y listo para comer.
Pequeño Príncipe olfateó con anticipación, relamiéndose, ansioso por probar la carne tierna.
—La cocina de la Señorita Su huele tan bien.
Mo Canglan no pudo evitar tragar saliva.
—Justo terminó de cocinarse, está muy caliente, te quemará las manos.
Su Qingluo retiró el pollo asado del soporte de madera y apartó las ansiosas manitas del Pequeño Príncipe.
—Tengo hambre, y quiere comer.
Pequeño Príncipe infló sus mejillas, actuando de manera lastimera.
—¿Es el gusano de la codicia de tu estómago el que tiene hambre? —bromeó Su Qingluo pellizcando su pequeña nariz cariñosamente.
—Jeje, parece que sí.
Pequeño Príncipe se sujetó la barriga y se rió entre dientes.
