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Los dos Maestros personalmente lideraron al equipo para consolar al pueblo afectado por el desastre, entregando comida y medicina.
Aun así, el número de personas que perdieron sus hogares fue abrumador, y la magnitud del desastre en las aldeas cercanas fue mucho más allá de lo que esperaban.
En menos de un día, las provisiones de comida de emergencia en la residencia real estaban escasas, y los granos almacenados y medicinas no durarían dos días.
La Emperatriz personalmente emitió un decreto al recibir noticias del desastre en la Ciudad Capital, ordenando a los oficiales de Xuzhou proporcionar alivio urgente y asegurar la seguridad del Pequeño Príncipe, o serían despedidos de sus cargos permanentemente.
El Magistrado de Xuzhou, junto con otros funcionarios del condado, se apresuró al campo con prisa.