—Abuelo, Abuela, el cuñado está aquí —La segunda hija de Li Yong, Li Meng, vio a Su Hu trayendo a tres niños a través de un hueco en la ventana y gritó, sin importarle el suelo frío, saltó de la cama kang, arrastró sus zapatos de tela, levantó la cortina y salió corriendo.
—Hermana Qiao, finalmente estás aquí, te extrañé tanto —Ella y la Hermana Qiao tenían aproximadamente la misma edad, y las dos primas eran muy cercanas.
—Meng, mira lo que te traje del pueblo del condado —Al verla, la Hermana Qiao también estaba muy feliz, sacó un par de flores engarzadas de su bolsillo y las colgó frente a sus ojos.
—¡Guau, hermosas flores engarzadas! Hermana Qiao, te quiero tanto —Li Meng agarró las flores engarzadas con una mano, abrió sus brazos y le dio a la Hermana Qiao un gran abrazo de oso.
Las dos chicas reían y jugueteaban juntas, se escondieron en la habitación de Li Meng y se fueron a susurrar.