—Jeje, nuestra Hermana Yu es verdaderamente extraordinaria, una reencarnación de la Niña de la Fortuna de los cielos, bendecida con un noble destino y fortuna duradera —la vanidad de Su Hu se impuso al mimar a su hija, y no pudo resistirse a jactarse.
—Su Qingluo rió dulcemente:
—Papá, deberías acostarte temprano esta noche, para que estés energizado mañana cuando vayas al pueblo mercado. Piensa en tus puntos de conversación con antelación para superar a los de la Tienda de Música Alegre.
—Jaja, realmente debería pensar en eso —Su Hu estaba encantado de escuchar esto, acariciando su barba de chivo y riendo con ganas.
—Tu padre ha hecho grandes avances en estos dos años. Su discurso es más claro y ahora está más compuesto —Li Xiu'e echó un vistazo y lo bromeó—. No como la primera vez que vendió ginseng, diciendo todo lo que se le venía a la boca en cuanto la abría.