—¡Qingluo ha vuelto!
—Al verla entrar por la puerta, los ojos de Ye Xue'e se iluminaron, dejó caer emocionada su pequeña pala y corrió con los brazos abiertos para abrazar a su hija en su pecho.
—Con una ligera inhalación de la dulce fragancia de su hija menor, su ansiedad después de días de preocupación finalmente se calmó.
—Madre, te extrañé —dijo Su Qingluo acurrucándose en el abrazo de su madre, disfrutando del momento de calor.
—Madre también te extrañó —respondió Ye Xue'e, con los ojos llenos de calidez mientras su corazón se inundaba de afecto. Sostenía firmemente la mano de su hija, su corazón y ojos llenos de amor.
—Hija querida, ven, vamos a la casa. Madre tiene buenas noticias que contarte.
—Qingluo también tiene un regalo para Madre —respondió Su Qingluo con una sonrisa, permitiendo que su madre las guiara de regreso a sus habitaciones juntas.