```plaintext
—De acuerdo.
Los ojos de Wang Meng centelleaban, adivinando más o menos sus pensamientos. Dudó en seguirla, tragando las palabras que estaba a punto de decir.
Sus habilidades actuales eran aún superficiales, algo capaces de lidiar con otros, pero contra forajidos desesperados y viciosos, solo podía defenderse.
—Shitou, Niuniu, ustedes dos vengan conmigo. Hay habitaciones para invitados en el patio delantero. ¿Quieren una habitación o habitaciones separadas?
Con eso en mente, mantuvo la compostura y llamó al hermano y a la hermana para que salieran de la sala.
—Yin'er, dime la ubicación.
Su Qingluo los vio partir, desapareciendo con la rapidez de un arroyo veloz, fundiéndose en la oscura densidad de la noche.
—A cien metros de la Casa de Su, en la dirección sureste, debajo del primer agujero del puente del afluente del Río Weishui —la emocionada voz del Pequeño Martín Pescador llegó enseguida.
—Ya voy.
Cien metros, apenas un pestañeo.