—Los dos peinaron el valle durante mucho tiempo, apenas viendo alguna criatura viva —comentó uno de ellos—. De vez en cuando escuchamos los aullidos de los lobos salvajes, pero este desolado lugar, rebosante de serpientes venenosas y bestias feroces, no es un sitio al que personas ordinarias pudieran aventurarse.
—Siendo una persona cautelosa por naturaleza —continuó Lin Jinyu—, me siento inquieto después de varias visitas.
—Pero, por más que cavile —expresó con cierta frustración—, jamás podré imaginar que fue un ardiente Pequeño Martín Pescador quien jugaba con nosotros.
—Este emite órdenes a los pájaros y animales subrepticiamente para que eviten a los dos humanos ágiles, salvando así sus preciosas vidas.
—Sus excursiones de caza, faltas de emoción, hicieron que gradualmente visitáramos con menos frecuencia —relató con desgano.