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—Ji ji ji.
—Ese sonido de ji ji ji era música para sus oídos. Li Chunhua miró hacia su muslo derecho, que era el sitio favorito al que siempre se aferraba el tierno ginseng, pero no lo encontró, y en lugar de eso había una pulsera verde desconocida tejida con hierbas en su muñeca derecha.
Y esta pulsera estaba temblando levemente y creando sonidos de sollozos tenues: "Ji ji ji". Cada sílaba de ji estaba llena de intensas emociones, justo como cuando llamó el nombre de Mantou hace unos segundos.
—Pequeño Ginseng, ¿eres tú? —Li Chunhua levantó su mano y presionó la pulsera contra su oreja izquierda mientras hacía la pregunta con cuidado. Su corazón estaba rebosante de dudas.
El pequeño ginseng que acababa de convertirse en una pulsera de hierba respondió con un sollozo desgarrador y más fuerte: "Ji ji ji". (Maestro, me he puesto feo.)
Realmente es el espíritu del ginseng. ¿Por qué no retuvo su forma original?