Las lágrimas brotaron de los ojos de William, su expresión más sincera que las palabras que acababa de lanzar a Evelyn. Aunque estaba oscuro, podía ver la humedad en sus raros ojos marrones, sus pestañas aleteando muy ligeramente mientras intentaba controlar su estallido.
—¿Qu-qué quieres decir? —preguntó Evelyn en confusión, su voz apenas superaba un susurro. Estaba aterrada de adónde podría llevar esta conversación. ¿Se estaba haciendo realidad su peor miedo, o había algo aún más devastador que podría aplastar aún más su corazón? Ser cambiada al nacer era soportable, pero ser traída para reemplazar a un niño muerto, para salvar el estatus de una familia, ese pensamiento era insoportable.