Mientras la sonrisa de Catalina se ensanchaba, el estómago de Evelyn se revolvía con inquietud. Esta mujer sabía demasiado, y la forma casual en que hablaba del contrato se sentía como una daga retorciéndose en su pecho. ¿Era Zevian realmente tan cercano a ella como para confiarle detalles sobre su matrimonio?
Evelyn enderezó su espalda, negándose a dejar que su incomodidad se mostrara. No podía, no iba a dejar que Catalina viera cómo se quebraba, no cuando esta mujer se atrevía a insultarla frente a todo el personal de la casa.
—Parece que podrías necesitar algunas lecciones sobre cómo mentir mejor, señorita Mallor —Evelyn hizo clic con la lengua, ofreciendo una pequeña sonrisa cortante—. Dado tu fama, estoy segura de que algunos teatros de prestigio estarían encantados de enseñarte a actuar mejor.