Los tesoros que encontraron fueron colocados en el carro, cubiertos con un viejo tapete. Después de alejarse de la multitud, Feng Qingxue se quedó con el carro mientras Lu Jiang, vistiendo un viejo abrigo del ejército para ocultar su uniforme, daba otra vuelta en el mercado negro.
Gastó diez yuanes en comprar un collar de cuentas de jade y dos pulseras de jade para su esposa.
Eran de colores brillantes y bastante hermosos.
No le interesó nada más y pensó que probablemente a su esposa tampoco le interesaría.
Como se esperaba, Feng Qingxue estaba encantada. Sin embargo, Lu Jiang había gastado un poco de más. La última vez que Lu Tianjun y Guan Cheng, los dos hermanos, vagaban por la ciudad, encontraron joyería de jade de mucha mejor calidad por solo ocho yuanes, más un frasco de rapé de jade.
Sin embargo, incluso si su esposo solo le hubiera dado una hoja de hierba, habría sido como recibir hierbas inmortales.
