—¿No estás decepcionado? No soy tan perfecto como imaginabas —dijo Lu Jiang.
—¿Por qué debería estar decepcionada? He conocido al verdadero tú, no al imaginario —Feng Qingxue extendió un brazo desde su capullo de ropa de cama para darle una palmadita al edredón que lo envolvía, justo como se haría con Xibao—. Así que, no necesitas negar todo sobre ti mismo por unos cuantos descuidos accidentales. No eres tan malo. Eres bueno. Me gustas mucho.
—Esposa... —los ojos de Lu Jiang brillaron en la oscuridad.
—Las cosas que hago, las cosas que saco, tampoco resisten un escrutinio. Si lo piensas, podrían poner en peligro a nuestra familia. De ahora en adelante, rectificaremos estos asuntos juntos, protegiendo nuestro hogar codo a codo —Feng Qingxue sabía que la mayoría de los hombres siempre tenían un poco de orgullo risible, prefiriendo mostrar sus fortalezas frente a sus parejas, como un pavo real desplegando sus plumas de cola, y no queriendo que sus parejas conocieran sus defectos.