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—Sin embargo, Feng Qingxue no quería sentar tal precedente. Si adoptara a Gangzi, su hogar se convertiría en un refugio seguro, un verdadero orfanato. Si debía encarnar un espíritu de abnegación, emulando a aquellas grandes líderes femeninas, parecería que debía hacerlo. Siguiendo el crecimiento de la empresa de Lu Jiang, una o dos décadas después, sería reconocida como una madre heroica, consiguiendo tanto fama como fortuna. Tomar a estos niños durante los años de hambruna sería como concederles nuevos padres, un acto sumamente noble. Pero simplemente no era tan grandiosa; era solo una mujer ordinaria.
—Tenía mayores en casa, jóvenes a quienes cuidar, además tenía que atender a los camaradas de Lu Jiang. Si sus recursos fueran ilimitados, habría sido posible, pero no lo eran. Los suministros solo salían, pero nunca entraban. Llegaría un día en que se agotarían.