Después de participar en la simple y humilde boda de Feng Aihua y Guang Xiuying, Feng Qingxue llevó a su hermana directamente a casa.
Sin embargo, al ver el amor de otros, echaba de menos a Lu Jiang cada vez más.
En un abrir y cerrar de ojos, había estado fuera de casa por más de dos meses.
Más de sesenta o setenta días y noches, todos y cada uno, estaban llenos de sentimientos de anhelo.
En ese tiempo, Feng Qingxue escribió siete u ocho cartas al regimiento donde estaba estacionado Lu Jiang, pero parecían hundirse en el mar.
Aparte del telegrama inicial de Lu Jiang, no había habido más noticias. Feng Qingxue no sabía cómo estaban sanando sus heridas, ni cuándo se sometería a su próxima cirugía para remover los cuatro fragmentos de metralla.
No importaba si la carta podía llegar a Lu Jiang, Feng Qingxue insistía en escribirle. Justo después de terminar una, escuchó la voz de Wang Jiao fuera de la puerta.
