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—¡Tía! —gritaron unánimemente los hermanos de Lu Tianjun y Guan Cheng, así como sus propios hermanos, al inclinarse ante su nueva tía, Feng Qingxue.
Dispuestos a inclinarse, estos cuatro se arrodillaron en fila, gritando unánimemente —¡Tía! Sus caras estaban adornadas con sonrisas radiantes y emocionadas, llenas de esperanzas por un hermoso futuro. Todos eran lo suficientemente inteligentes para saber la gran diferencia que puede hacer una buena tía.
—¡Ah! —respondió Feng Qingxue, sacando rápidamente los regalos que había preparado.
Una camisa de algodón y lino y un par de pantalones para cada uno de los cuatro niños.
Nadie puede resistirse al atractivo de la ropa nueva. Los dos adolescentes y dos niños, sosteniendo sus nuevas prendas, estaban extasiados. Como un enjambre de abejas, se apresuraron al río para bañarse, planeando ponerse su ropa nueva regalada por su tía después del baño.
