Feng Qingxue no pudo rechazarlo y lo aceptó de mala gana, sintiendo su considerable peso.
No se atrevió a abrirlo en el acto y solo descubrió de camino a casa que la anciana Xu le había dado ¡una pequeña caja de oro!
Los pequeños y exquisitos lingotes de oro, cada uno del tamaño de un pulgar, estaban dispuestos en filas ordenadas, una capa encima de la otra. Había ocho piezas por fila y tres filas en cada una de las dos capas, todas meticulosamente acomodadas.
Feng Qingxue había escuchado una vez a la anciana Xu mencionar que ella y el anciano Xu habían escondido algo de oro en la vieja casa, al cual no podían acceder sin la oportunidad adecuada. ¿El hecho de que le hayan dado una caja de oro hoy, implicaba que la pareja de ancianos finalmente había tenido la oportunidad de sacar el oro?
¡Definitivamente!
No había otra explicación.