—¿Qué es? Habla sin miedo, si puedo ayudar, ciertamente no me negaré.
Las implicaciones de las palabras de Feng Shuanzhu eran claras, si él no podía ayudar, no se le podía culpar por no hacerlo, especialmente en lo que respecta al grano.
Feng Shuanzhu estaba al tanto de los asuntos familiares de Feng Qingxue, pero cada hogar tenía sus propias dificultades, él no podía interferir en las de ellos.
No solo la Hermana Qingxue pasaba hambre y frío, tantas personas habían sucumbido al hambre y al frío que había llegado a ser insensible a ello.
Feng Qingxue sonrió, luego suspiró. —No es mucho, te pido que tengas piedad de Qingyun y de mí, y que nos asignes una de las casas destartaladas y vacías de nuestro equipo de producción.
En este punto, Feng Qingxue se secó los ojos, lo cual a los demás les pareció como si se estuviera limpiando las lágrimas.