Liu Wei supervisaba el trabajo en el patio del taller. Le había gustado mucho venir aquí recientemente.
No era sólo porque sentía una sensación de logro, sino también porque podía escuchar todo tipo de chismes de los pueblos vecinos y del pueblo.
Podía venir con una tetera y sentarse al lado y escuchar todo el día.
Los aldeanos en el taller al principio tenían un poco de miedo de él. Trabajaban más duro en cuanto él llegaba y no se atrevían a decir una palabra.
Con el tiempo, poco a poco se fueron conociendo mejor hasta que hablaban con libertad. Además, se dieron cuenta de que el Joven Maestro Liu en realidad le gustaba escuchar chismes, así que se estrujaron el cerebro, incluso recordando cosas que habían pasado hace unos años.
Liu Wei vio que eran hábiles y no se relajaban. También era muy fácil de tratar.
