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Chapter 3 - Sombras del Pasado

Era una voz temblorosa, frágil, que se desvanecía lentamente, como un eco distante que resonaba en el vacío. Cada palabra que emergía de aquella garganta parecía perder fuerza, como si le costara mantenerse en el mundo de los vivos.

—Jack… ayuda… Jack… —la voz suplicaba, quebrándose en cada sílaba, con un dolor profundo que lo atravesaba.

Jack reconoció esa voz de inmediato, una fría sensación recorrió su espina. Su corazón latía desbocado mientras escudriñaba la oscuridad, pero solo podía ver sombras danzantes que no dejaban revelar su origen.

—Dennise… ¿eres tú? —respondió con incredulidad, casi como un murmullo ahogado. No había luz, solo esa sensación abrumadora de que algo faltaba, algo vital.

La voz de Dennise volvió, pero esta vez cargada de un peso que lo aplastaba.

—Jack… ¿por qué no pudiste salvarme?

Aquella simple pregunta era una daga que se hundía en su pecho. Podía sentir la culpa, la desesperación, el fracaso reflejado en esas palabras. La mente de Jack revoloteaba entre recuerdos oscuros que prefería no volver a ver.

—Lo juro... te salvaré, sin importar lo que pase —su voz temblaba, destrozada por la culpa, por el dolor de una promesa incumplida—. Dame solo un momento, te lo prometo, lo juro…

Pero entonces, su tono frágil se volvió desconcertantemente furioso, confuso, mezclado con frustración.

—¿Más tiempo...? —la voz se volvió cortante y aguda, teñida de enojo—. ¡Entonces deja de dormir!

De repente, Jack despertó sobresaltado. Su respiración era errática, las sábanas de su sofá estaban empapadas en sudor. La confusión nublaba su mente mientras el terror aún le arañaba el pecho. Se incorporó rápidamente, con las manos temblorosas, tratando de calmar su agitado corazón. Miró a su alrededor, intentando aferrarse a la realidad. No podía dejar que los recuerdos lo atraparan otra vez.

Sin pensarlo, se levantó de un salto y se dirigió directamente al cuarto de los niños. Algo estaba mal. Aún con la pesadilla fresca en su mente, sentía una inquietud que no podía ignorar. Abrió lentamente la puerta, esperando ver a los niños dormidos, pero la habitación estaba vacía. Su corazón se detuvo por un segundo.

—Muy bien, niños, vamos por sus piedras… —dijo en un tono falsamente amistoso mientras empujaba del todo la puerta. Pero al no ver a nadie, su cuerpo se tensó, y una gota de sudor recorrió su frente. Su mente quedó en blanco. ¿Dónde estaban?

El puño de Jack se cerró con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Con un grito lleno de impotencia y furia, golpeó la pared.

—¡Niños!

Sin perder tiempo, se echó su capucha y corrió hacia la salida, decidido a encontrarlos. No podía permitirse otro fallo. No esta vez.

Cuando estaba por salir, una voz familiar lo detuvo en seco.

—Eh, ¿a dónde tan rápido?

La figura de una sombra se fue desvelando lentamente, como si emergiera del mismo aire, oscura y siniestra. Jack no necesitó voltearse para saber quién era.

—Gearmi… —susurró entre dientes, con una mezcla de furia contenida y frustración—. ¿Qué demonios quieres?

—¿Yo? Tranquilízate un poco, Jack. Solo vengo a pedirte una cosita —respondió la figura con una sonrisa retorcida que apenas se distinguía en la penumbra.

Jack se giró finalmente, sus ojos ardiendo de rabia al ver aquella sonrisa burlona en el rostro de Gearmi.

—¿No dijiste que era inútil? Que mi presencia ya solo era una molestia en este "cuadro" —respondió Jack con amargura, mirando directamente a los ojos de aquella sombra.

Gearmi alzó una ceja, su sonrisa se amplió ligeramente.

—Je, sí, bueno, hace unos años te dije eso… pero los tiempos cambian. Verás, solo quiero pedirte algo pequeño.

—¿Pedir? —Jack entrecerró los ojos, notando el veneno en cada palabra de Gearmi—. ¿Qué demonios quieres ahora?

Gearmi inclinó la cabeza de forma juguetona, como si sus palabras no tuvieran importancia, aunque su tono se volvió más serio.

—Deja a los niños… o ahórrame el tiempo y tendré que matarte aquí mismo.

El aire en la habitación se volvió denso, como si la amenaza hubiera traído consigo una presión invisible. Jack lo miró fijamente, su voz cargada de burla y desafío.

—Ja. ¿De verdad me vienes a pedir algo con amenazas? Si pudieras matarme, lo habrías hecho hace años.

La sonrisa de Gearmi se desvaneció lentamente, transformándose en una mueca oscura y amenazante. Sus ojos brillaron con una intensidad inhumana mientras avanzaba un paso hacia Jack.

—¿Me estás retando?

Pero justo cuando Gearmi trató de cruzar el umbral de la puerta, su cuerpo se detuvo, chocando contra una barrera invisible.

—¿Qué? —Gearmi miró alrededor, incrédulo, mientras intentaba empujar nuevamente, pero no podía avanzar.

Jack esbozó una sonrisa irónica.

—Solo eres una sombra, Gearmi. Y aquí hay muchas. Parece que la sal te detiene, al igual que a las demás.

Gearmi quedó en silencio por un momento, pero pronto estalló en una carcajada que resonó en la habitación.

—¿Qué te da risa? —preguntó Jack, desconcertado.

—Me da risa… que tengas una forma de mantenerme afuera, pero no tienes ninguna para contenerme realmente. Esa arrogancia tuya, Jack… fue lo que provocó su muerte.

El rostro de Jack palideció, sus ojos se abrieron de par en par. Su puño se cerró con tanta fuerza que casi podía oír sus huesos crujir.

—¡Deja de hablar! —gritó, con furia en su voz.

Gearmi, con una sonrisa aún más grande, continuó.

—Oh, los gritos de Dennise… eran como un himno, ¿sabes? Nunca olvidaré cómo chillaba…

—¡CALLATE! —Jack, dominado por la ira, saltó hacia Gearmi, pero su puño atravesó la sombra sin hacerle daño alguno.

Gearmi aprovechó el momento para sujetar el collar que colgaba del cuello de Jack, jalándolo hacia él con facilidad.

—No olvides que soy la única sombra capaz de matarte. Admito que no pensé las cosas cuando maté a Dennise hace 17 años, pero ahora tengo dos nuevos niños y dos nuevas piedras. No dejaré que tú ni nadie lo arruine.

Jack, luchando por liberar el collar, rechinó los dientes de rabia.

—Eres una mierda, Gearmi.

—Soy el dios de las sombras. El dueño de tus pesadillas. Muéstrame respeto, Jack —dijo Gearmi con su clásica sonrisa siniestra antes de soltarlo y desaparecer en la oscuridad.

Jack cayó al suelo, golpeando el piso con impotencia.

—No eres ni una sombra digna… no te atrevas a llamarte dios…

Mientras tanto, en otro lugar de la casa, los niños también se enfrentaban a sus propios miedos.

Madelin y Ismael caminaban por un pasillo oscuro, apenas iluminado por una pequeña lámpara de aceite y la tenue luz de la luna. La casa a su alrededor parecía deteriorada por el tiempo, con paredes azules gastadas y muebles rotos por doquier.

—Vamos, Ismael, tenemos que encontrar las piedras —dijo Madelin, con una chispa de esperanza en su voz, aunque el miedo aún la acechaba.

Ismael, temblando, trataba de mantenerse firme, pero el terror lo inmovilizaba.

—Sí… ya voy —murmuró, forzando cada paso mientras intentaba seguir a su amiga.

Finalmente, llegaron a la habitación donde sabían que estaba la primera piedra. Madelin fue la primera en entrar, seguida de cerca por Ismael.

capitulo 3 sombra del pasado a terminado