Daria estaba recostada en la mesa del comedor, hojeando una revista, mientras algunas personas cenaban en el restaurante. La escena familiar frente a él lo hizo sentirse aturdido por un momento. Era casi exactamente igual a la noche en que tuvo un conflicto con el subordinado de Rabbit, Olek, esperaba esta vez no terminar en una pelea de vida o muerte de nuevo.
Ethan sacudió la cabeza y sonrió. Abrió la puerta de cristal y entró.
Daria miró fijamente la revista que tenía en la mano. No fue hasta que Ethan se sentó que notó su presencia, e inmediatamente le sonrió.
—Buenas noches.
—¿Puedes traerme una cerveza?
Daria se dio la vuelta y le consiguió una botella de cerveza Heineken del refrigerador detrás del mostrador, luego puso la revista frente a el, mostrando algunas fotografías de paisajes de montaña. Mirando la introducción, eran algunos lugares hermosos pero inaccesibles de Pensilvania por auto, solo era apto para que los exploradores o senderistas los visiten.
—Este es mi próximo destino para vacacionar—dijo Daria, señalando una foto con el dedo.
Las imagines detallaban profundas montañas, había árboles altos y gruesos, que lucían magníficos bajo el resplandor del sol de poniente.
Ethan tomó un sorbo de cerveza. —¿Iras a acampar?
Daria asintió, mostrándole la foto.
—Sí, voy de campamento algunas veces al año. Ya tengo algún tiempo planeándolo, es un lugar remoto en el cual puedes disfrutar plenamente de la naturaleza, no como esos lugares turísticos llenos de gente.
—¿Vas sola?- Preguntó con curiosidad.-
Daria se tomó la barbilla con la mano y respondió con cierta indecisión:
—Originalmente iba a ir con una amiga, pero tuvo que cancelar de ultimo momento. Pero como tengo los planes hechos y mis mis vacaciones autorizadas, iré igual de igual forma.
Ethan a veces admiraba el espíritu aventurero de personas como ella. Algunos se lanzaban con una mochila a los bosques en busca de paz entre la naturaleza. Tomó la revista, observando la foto tomada por un campista anterior. El paisaje era realmente impresionante.
—Entonces, ten cuidado.
Daria hizo un gesto con la mano.
—No te preocupes, habrá otros campistas allí. Estaré bien.
Al ver a Ethan hojeando la revista, sus ojos se iluminaron. Puso su barbilla entre las manos y le dijo de manera provocativa:
—¿Qué tal si vienes conmigo?
Ethan se señaló a sí mismo, sorprendido.
—¿Yo? Nunca he acampado.
Al escuchar eso, Daria se emocionó más.
—Es una experiencia única. Estás en un lugar aislado, sin que nadie te moleste, libre del mundo... Disfrutando de tu tiempo en la naturaleza.
Ethan estaba tentado, pero aun así se encogió de hombros.
—Suena como el inicio de una mala película de terror.
—Por favor no seas asi, ven conmigo —insistió Daria, tomando su mano y susurrando cerca de el— Si consideras ir, tal vez pueda llevar algo de la nueva coleccion Victoria's Secret, que tengo en casa.
Ethan se rascó la barbilla, vacilante.
—¿Cuántos días piensas ir?
—Dos días, partimos pasado mañana —respondió Daria, aprovechando el momento. Se inclinó hacia él, susurrando— ¿Qué tal si te dejo probar uno de esos conjuntos antes?
—¿Qué necesito preparar?
Daria se mordió el labio, riéndose.
—Tengo todo el equipo. Solo necesitas una chaqueta impermeable y una muda de ropa, ya que las temperaturas cambian mucho entre el día y la noche en las montañas. Tambien lleva algunas botas de senderismo.
—No hay problema. Comprare lo necesario.- Eso era sencillo. Cuando fuera a patrullar al día siguiente, se detendría en una tienda de actividades al aire libre para comprar lo necesario.
En ese momento, el último cliente del restaurante también se marchó. Daria bebió un par de cervezas con Ethan mientras continuaba contándole cosas sobre acampar, pero él ya no prestaba atención. Sus ojos vagaban por su cuerpo.
Daria lo entendió al instante. Mordió la botella de cerveza, se giró y caminó hacia la cocina, desatándose el delantal mientras caminaba.
—Para, no te quites el delantal, aun no termine de ordenar. —dijo Ethan, y, al ver que no había nadie afuera, la siguió, montándola sobre la mesa del comedor.
A la mañana siguiente.
Eran poco mas de las 4:00 de la mañana cuando Ethan estacionó el auto de la policía frente al hotel Valley. Hood también llegó en ese momento, y ambos subieron las escaleras juntos. Ethan llamó a la puerta y Jason la abrió rápidamente. Se dio la vuelta y se sentó en la cama, mirando a los dos hombres uniformados frente a el.
Ethan observó la habitación. Jason ya había empacado, y una bolsa de viaje estaba al pie de la cama.
Hood sacó un reloj viejo de su bolsillo, lo pesó un par de veces y se lo entregó a Jason.
—Esto le pertenecía a tu padre, lo tome cuando lo enterré.
Jason tomó el reloj y tocó la esfera de cristal con una expresión complicada.
—Lo guarde pero que pensé que no era lo correcto solo tirarlo, tal vez fue el destino. Tómalo ahora es tuyo —continuó Hood.
Jason miró el reloj. Desde que se graduó de la secundaria y dejó a su padre, no había vuelto a pensar en él, hasta que su vida corrió peligro. Inesperadamente, se reencontraban de esta manera.
Jason guardó el reloj en su bolsillo y dijo con seriedad:
—Gracias.
—De nada, es lo que debía hacer —respondió Hood, sintiendo un alivio en su corazón al entregarle el reloj. Era como si hubiera cumplido con una ultima voluntad.
Miró a Jason y continuó:
—El tren sale a las diez. Te llevaré allí. Una vez que subas, sigue hasta Canadá. No deberías tener problemas, ¿verdad?
Jason se rió y respondió:
—Lo entiendo, no los tendré.
—¿Y tú? —preguntó Jason—. ¿Seguirás aquí?
Hood negó con la cabeza, extendiendo las manos.
—No lo sé. Tal vez algún día también tome mi propio tren.
Jason frotó sus manos y miró a Ethan.
—Lo siento, no quise engañarte.
—Está bien, siempre que recuerdes lo que Job y yo te dijimos —respondió Ethan, apoyado contra la pared— Cuando subas al tren, no mires atrás. Recuerda que Brantley sigue buscándote. Mantén un perfil bajo y vive una buena vida.
Jason asintió rápidamente, estrechando las manos de Hood y Ethan.
—Gracias de nuevo. No me volverás a ver.
Ethan observó la camioneta azul de Hood alejarse por la carretera antes de subir al auto de la policía. Mas tarde esa mañana, Ethan estaba friendo huevos en la cocina cuando sonó el monitor de seguridad sobre su cabeza, era Daria quien se asomó por la ventanilla del auto y saludó a la cámara
Ethan presionó el interruptor y la puerta de hierro se abrió lentamente.
Terminó de manipular lo que tenía en las manos, sacó un trozo de papel de cocina, limpió la estufa y luego salió de la casa hacia el porche.
Tan pronto como salió por la puerta, una camioneta Chevrolet se detuvo frente al porche con una bocanada de humo. Se colocaron varios suministros para acampar en el techo del automóvil y también había muchas cosas en el asiento trasero.
Carrie abrió la puerta del auto y saltó. Vestía un pantalón verde militar, un chaleco pequeño y una gorra de visera, llena de vitalidad juvenil.
—Bienvenida, eh preparado el desayuno.—Ethan se acercó a ella y la abrazó, luego la invitó a entrar a la casa.
Daria miró con curiosidad los muebles de la casa, caminó hacia la mesa del comedor, se sentó y preguntó:
—¿Has empacado tus cosas?
Ethan se acercó con un plato grande de huevos escalfados fritos y pan de molde, y puso la comida sobre la mesa del comedor. Sacó la vajilla del armario y pateó la mochila al suelo.
—Todo está listo.
En la mochila, además de una muda de ropa, había todo tipo de bebidas. En opinión de Ethan, la excursión de dos días era solo para beber y tener sexo en el bosque.
—Está bien, gracias —Daria le agradeció y le quitó la vajilla de las manos para llevarlos ala mesa.
Al ver a Ethan comer los huevos a grandes bocados, Daria levantó las comisuras de la boca y preguntó, algo pensativa:
—¿Es así como se obtienes esa energia?
Ethan arqueó las cejas, miró fijamente su boca y dijo con calma:
—Sí, es diferente a la forma en que tú las obtienes.
Al escuchar esto, Carrie apretó las piernas. Con una mirada juguetona, lo observó con detenimiento. El cuchillo raspó el huevo y el líquido, aún sin solidificar, salió y empapó la clara. Levantó el plato y se metió la resbaladiza clara de huevo en la boca.
Ethan, tomando el pan y dándole un mordisco, le dijo:
—¿Estás segura de que quieres provocarme?
Carrie recordó lo agotada que había estado la noche anterior y sacudió la cabeza rápidamente, empezando a desayunar con sinceridad.
Después de recoger la comida, Ethan limpió los platos y recogió la mochila del suelo. Miró la Glock 17 sobre la mesa y dudó.
Daria lo empujó suavemente hacia la puerta y, con una sonrisa, dijo:
—Vamos, solo es un campamento. ¿Crees que encontraremos algún peligro?
Ethan lo pensó un momento, pero rápidamente recordó que este mundo era peligroso y que siempre había un evento preparado para el, aun tenia un par de armas en su inventario por lo que no seria tan necesario llevar la Glock 17, y si hubiese un momento de vida o muerte podría inventarse cualquier cosa, asi que la guardo en su caja fuerte en su estuche y salió de la casa con Daria. Con un golpe, la puerta se cerró. El auto arrancó y el SUV Chevrolet levantó una nube de humo.
El vehículo circulaba por la autopista desde hacía más de una hora. Ethan, sentado en el asiento del pasajero, adormecido por el sol de la mañana, habló con Daria. Luego, puso la radio en un canal de música country, dejó la silla y se quedó dormido.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando sintió que alguien le tocaba el brazo. Se sentó adormilado y preguntó:
—¿Ya llegamos?
—Todavía no, hay un atasco más adelante —respondió Carrie, algo impotente.
—¿Embotellamiento? —Ethan no reaccionó al principio. Nunca había encontrado tráfico en esa zona.
Daria le entregó una botella de agua. Ethan acomodó su asiento, abrió la tapa y miró hacia adelante. Estaban en un puente de la autopista, y había una larga fila de vehículos delante.
Ethan bajó la ventanilla y encendió dos cigarrillos.
—¿Cuánto tiempo lleva esto así? —preguntó.
—Acabamos de llegar.
Pasaron unos minutos y Daria apagó su cigarrillo, accionó el freno de mano y los dos comenzaron a estudiar el mapa, descubriendo que aún faltaba una hora y media de camino hasta su destino.
Sin otra opción, se resignaron a esperar. Después de media hora, el sonido familiar de una sirena resonó detrás de ellos. Ethan vio dos coches de policía y una ambulancia pasar en dirección opuesta por el carril lateral.
Miró su reloj.
—Ire a ver qué está pasando.
Daria, con los ojos cerrados, agitó la mano con indiferencia. Ethan abrió la puerta del coche y caminó unos cientos de metros hacia adelante. A lo lejos, no se veía el final del tráfico.
Notó a un conductor de camión grande hablando por un radio y tuvo una idea. Dio unas palmaditas en la puerta del camión. El conductor, un hombre con gorra de visera, bajó la ventanilla y asomó la cabeza, preguntando:
—¿Qué quieres?
—Lo siento, te vi hablando. ¿Sabes qué pasó más adelante?
El conductor, relajado al ver que Ethan parecía inofensivo, respondió:
—Un amigo me dijo que un vehículo que transportaba mercancías peligrosas volcó y hubo un derrame de productos químicos.
Ethan frunció el ceño.
—¿Sabes cuánto tiempo tardarán en limpiar?
—¿Quién sabe? Tomará unas horas, ya sabes cómo son esas cosas.
Ethan agradeció al conductor y volvió al auto. Después de hablarlo con Daria, decidieron tomar un desvío por un sendero no muy lejos de donde estaban. Solo tenían dos días, no podían perder tiempo.
Carrie giró el volante y cruzó la doble línea amarilla. Después de unos minutos, encontraron una bifurcación. El SUV Chevrolet se adentró en un camino de tierra, lo suficientemente ancho para dos autos pasaran. Tras media hora, los árboles al costado se volvieron más densos.
Pasó una ráfaga de viento de montaña que hizo que los árboles se balancearan ligeramente.
—El calor del sol en la carretera hace un momento ha desaparecido, se siente mas fresco —comentó Ethan mientras observaba el paisaje.
Vio un letrero con varias tablas de madera rotas clavadas al costado de la carretera y dejó el mapa a un lado.
—Esta carretera no se muestra en el mapa. Hay una gasolinera más adelante. ¿Qué tal si preguntamos por direcciones?
—De acuerdo —respondió Daria, asintiendo mientras seguía las señales de tráfico.
Pronto llegaron a una gasolinera en ruinas. En el espacio abierto fuera de la gasolinera, había más de una docena de autos estacionados, con letreros de venta pegados en el interior.
—Vaya el dueño no es muy bueno vendiendo al parecer. Vende autos de segunda mano en medio de la nada —comentó Ethan con una sonrisa irónica mientras observaba los coches.
Daria redujo la velocidad y estacionó el auto.
Dentro de la gasolinera, había una antigua casa de madera con decenas de matrículas clavadas en la pared, dándole una estética peculiar.
Ethan abrió la puerta del coche. Desde la casa de madera se escuchaba una melodiosa música country. En la entrada, un hombre dormía en una tumbona, con un sombrero de paja cubriéndole todo mel rostro y una botella de cerveza a su lado.
—Buenas tardes —saludó Ethan, acercándose.
Cuando no obtuvo respuesta, dio dos pasos más y agitó la mano para espantar algunas moscas.
—Buenas tardes, señor. Disculpe —insistió, subiendo un poco la voz.
Finalmente, el hombre en la tumbona hizo un movimiento. Se quitó el sombrero de paja y miró a Ethan con los ojos entrecerrados.
Era un hombre blanco de cabello seco y sucio, con arrugas acumuladas en el rostro, lo que indicaba que ya no era joven. Parecía delgado y desgastado.
—Lamento mucho interrumpir su descanso. ¿Podría pedirle direcciones? —dijo Ethan mientras levantaba el mapa que tenía en las manos.
El hombre tomó su cerveza, dio un sorbo y murmuró:
—¿A dónde vas?
Ethan notó que solo le quedaban unos pocos dientes. Cuando bebía, la cerveza se deslizaba por su cuello, cubierto de suciedad. Su ropa, visiblemente desgastada, no había sido lavada en mucho tiempo.
Le recordó a Leonard, un compañero de celda de Hood. Sin embargo, Leonard había sido forzado a vivir así. El hombre frente a él, en cambio, parecía haber elegido ese estilo de vida.
A Ethan no le molestaba; había sido policía en la ciudad por mucho tiempo y ya había visto de todo. Se acercó más y desplegó el mapa.
—Íbamos hacia este lugar, pero hubo un accidente en la carretera y tuvimos que buscar una ruta alternativa —explicó, señalando el mapa—. ¿Sabe cómo llegar?
El hombre con sombrero de paja miró a Ethan por primera vez, observando sus zapatos de lona, jeans y camiseta blanca. Parecía inofensivo. En ese momento, Daria también salió del auto, mostrando sus largas piernas llenas de energía juvenil.
El hombre tragó disimuladamente antes de tomar el mapa con sus manos manchadas de aceite de motor. Tras estudiarlo un rato, se lo devolvió a Ethan.
—Sigue recto por la carretera. Después de media hora, verás una bifurcación. Sigue las señales hacia Bear Mountain Road.
Ethan asintió, agradeció y regresó al coche con Daria.
—¿Crees que sea el camino correcto? —preguntó, mientras Daria confirmaba la dirección en el mapa.
—Sí, la dirección es correcta. A menudo preguntamos a los lugareños cuando vamos a acampar, no seas tan desconfiado. —respondió ella con seguridad.
—Está bien, sigamos.
El SUV Chevrolet giró y salió de la gasolinera, continuando su camino. El hombre los observó alejarse, bostezó y volvió a cubrirse el rostro con su sombrero de paja. Tras conducir por menos de media hora, vieron una bifurcación en el camino.
Daria siguió la señal que indicaba el camino a Bear Mountain. La música de la radio resonaba, y ambos comenzaron a tararear al ritmo de las canciones.
—Y aquí acaba la civilización.— comento con humor.-i
—Vaya parece que es cierto que no has ido mucho de campamento a la montaña —dijo Daria cuando la radio comenzó a fallar— Es normal que no haya señal en estos lugares, mira tu teléfono.
Ethan sacó su móvil y vio que estaba sin servicio.
—Te lo dije —Daria sonrió—. Estás desconectado del mundo. Nadie puede contactarte aquí. Busca un CD en la guantera.
—Cuidado —advirtió Ethan al ver una piedra en el camino.
Daria giró rápidamente el volante para esquivar el cuerpo.
—No te preocupes, lo tengo bajo control —respondió con confianza, pero luego bromeó—. ¿Te sientes como en una película de terror? Viejo raro en una gasolinera, cadáveres en la carretera... solo faltan algunos monstros.
—¿Me estás intentando asustar? —preguntó Ethan mientras colocaba un CD en el reproductor.—No olvides en que trabajo, si quieres puedo contarte de alguno de los asesinos seriales que eh detenido. —dijo con una sonrisa maliciosa.
—¡Mierda, no! No quiero dormir esta noche con un ojo abierto. —Daria se estremeció y rápidamente lo rechazó.
Mientras conversaban, el Chevrolet avanzaba entre las hojas caídas. El bosque alrededor se hacía cada vez más denso, y los árboles eran más altos.
—Oye, mira eso —dijo Daria de repente.
Ethan miró hacia adelante y vio una camioneta blanca estacionada en el camino. Llevaba equipo de campamento en el techo y varias bicicletas de montaña. Junto al auto, una chica vestida con pantalones blancos y un chaleco azul agitaba los brazos con energía.
—Oye, parece tu tipo —bromeó Daria.
Ethan se encogió de hombros.
—Veamos qué pasa.
En ese momento, un fuerte estruendo sacudió el vehículo.
Daria, asustada, agarró el volante con fuerza, pero el Chevrolet seguía avanzando hacia la camioneta blanca.
—¡Maldición! —gritó mientras frenaba de golpe, pero la inercia hizo que los dos vehículos chocaran.
Ethan sujetó el apoyabrazos del techo con una mano y a Daria con la otra. El parabrisas se hizo añicos.
Daria miró en shock la bolsa de aire que había explotado. Por suerte, el auto había desacelerado justo a tiempo.
—¿Están bien? —preguntó la chica del chaleco azul, golpeando la ventanilla con preocupación.
—Si, eso creo.— respondió mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad. La puerta del coche se ha deformado y se había atascado.
Ethan rompió la manija de la puerta, la empujó de una patada y logró abrirla. Del otro lado, Daria estaba cerca de la camioneta blanca. Después de desabrocharse el cinturón de seguridad, salió del auto con la ayuda de Ethan.
Una vez firmes, Ethan se dirigió a la chica de cabello negro con un chaleco azul que estaba junto a él.
—¿Qué pasó aquí?
—Lo siento mucho —dijo la chica, su rostro delicado mostraba una expresión de remordimiento— Escuché el sonido de tu auto y corrí para advertirles, pero era demasiado tarde.
—¡Oye, ¿qué está pasando ahí arriba?! —un grito surgió desde el bosque, a lo largo del camino.
De repente, cuatro personas más corrieron desde abajo gritando.
—¡Carajo! —exclamó un hombre alto, vestido con una camiseta blanca y gafas, acercándose de manera amenazante al ver el estado de su auto.
—¡Evan, calmate! —la chica de cabello negro rápidamente dio un paso adelante para detenerlo.
Evan extendió la mano para apartarla y luego agarró a Ethan.
—¡Mierda! ¿mira lo que le hiciste a mi camioneta?
Ethan estaba acostumbrado a este tipo de problemas. Evan parecía fuerte, pero comparado con Chayton, no era nada. Sin titubear, Ethan lo tomó del brazo, lo empujó hacia atrás con un movimiento limpio y lo estampó contra la camioneta.
Evan gimió mientras se presionaba contra el auto. Ethan se llevó la mano a la cabeza, en tono severo:
—Primero que nada, cálmate y segundo, ¿Por qué mierdas dejaste tu auto en la carretera?
Evan, sintiendo el fuerte dolor en su brazo, rápidamente pidió clemencia:
—Nuestro neumático estalló, ¡por favor suéltame! ¡Me vas a romper el brazo!
Ethan aumentó la presión y, con calma, dijo:
—No te preocupes, no se romperá tan fácilmente. Pero si vuelves a atacar, te lo romperé de verdad. ¿Entendido?
Evan asintió rápidamente con la cabeza, y en ese momento su compañero también corrió hacia ellos.
La chica del chaleco azul habló apresuradamente:
—Lo siento mucho. Evan no quería hacer daño. ¿Puedes soltarlo?
Ethan, termino por soltarlo, y luego le dio un un golpe en la cabeza a Evan.
—Tu imbécil tiene que agradecer a tu amiga. La próxima vez no seré tan amable.
Evan, aliviado de que lo soltara, retrocedió varios pasos, mirando a Ethan con molestia.
Daria sabía que no tenía de qué preocuparse por el por lo que observo a la distancia, ignorando el conflicto. Mejor fue a revisar el estado de la camioneta.
—Tenemos una llanta pinchada y el motor está muerto.
Ethan no perdió tiempo preocupándose por los demás. Se apresuró al frente del auto, del cual salía humo blanco y un líquido goteaba al suelo. Se agachó para examinar la llanta delantera, que estaba pinchada por varios cables de púas, esto era algo intencional.
Maldiciendo en voz baja, encendió un cigarrillo. Realmente, hoy no era el mejor día para salir de campamento. Estaban en medio de un bosque, sin un pueblo a la vista, y sin tiendas cercanas para pedir ayuda, ni siquiera hay señal de teléfono. ¿Cómo podrían salir de aquí sin la camioneta?
Se frotó las sienes, se levantó y regresó hacia donde las otras personas se habían reunido. Había tres mujeres y dos hombres, probablemente estudiantes por su forma de vestir. Los cinco lo miraban con desconfianza.
Ethan les sonrió y extendió las manos.
—Mi nombre es Ethan, y ella es mi amiga Daria. Como ven, el vehículo tiene una llanta pinchada, así que no pueden culparnos por eso. —Luego, viendo el rostro de una chica de cabello corto y rojo, agregó— Pero no se preocupen, pagare por los daños que sufrió su auto. Después de todo, fuimos nosotros quienes causamos la colisión, ¿de acuerdo?
La chica de cabello rojo, exhalando un suspiro de alivio, respondió con un toque de llanto:
—Tienes que prometerme que lo harás, este es el auto de mi madre. Si se daña, ella me matara.
Ethan levantó la mano rápidamente.
—No hay problema, lo prometo.
Con esto, las otras personas se relajaron. Después de todo, Ethan y Daria no parecían malas personas, y su vehículo había sufrido un accidente por el reventón de la llanta.
—Hola, soy Carly —dijo entonces la chica de cabello negro recogido y chaleco azul, parpadeando con lágrimas en los ojos— Tambien nos paso lo mismo, fue un accidente.
—Te equivocas —interrumpió una chica de cabello largo y castaño que vestía jeans y una camiseta blanca. Dio unos pasos adelante, tirando un manojo de cables al suelo y mirando a Ethan y Daria— Esto fue deliberado. Alguien ató el otro extremo del cable al tronco de un árbol debajo de la carretera. Lo encontramos cuando bajamos a revisar. Por cierto, me llamo Jesse.
—Debe haber sido obra de los locales —dijo Scott, un chico de cabello rizado, molesto— Tal vez haya un taller de reparación más adelante.
No había mucho más que decir. Ethan y Daria intercambiaron unas palabras y luego les propusieron:
—Vamos a seguir el camino busca de ayuda. ¿Qué planean hacer ustedes?
Después de discutirlo, Jesse y Carly decidieron unirse a ellos para buscar ayuda. Scott, tras pensarlo un momento, también decidió acompañarlos. Evan, sin embargo, se negó a ir debido al conflicto con Ethan, eligiendo quedarse con su novia Francine, la chica de cabello corto y rojo, esperando a que algún auto pasara por la carretera.
Ethan no puso objeciones. Dividir el grupo podría acelerar el rescate. Aunque él no tenía muchas esperanzas de que pasaran vehículos; la carretera estaba cubierta de hojas caídas, lo que indicaba que no era muy transitada.
Ethan y Daria regresaron al auto para recoger sus pertenencias. Ethan vació su mochila y empacó algo de comida y agua. Tras dudar un momento, también tomó una botella de whisky, quitándole la bolsa de papel que la cubría.
Al observarlo, Francine, la chica de cabello rojo, se acercó contoneándose.
—¿Puedes invitarme un trago? —le pidió, sonriendo coqueta.
Ethan la miró de arriba abajo y respondió, divertido:
—¿Cuántos años tienes? —Francine se quedó perpleja. Ethan sonrió— Estoy bromeando, no me importa.
Abrió la puerta del coche, sacó más botellas de alcohol y la cerró de nuevo. Miró a Francine, cuyos ojos brillaban de entusiasmo.
—Solo tómalo con calma. ¿Entiendes lo que quiero decir? —le dijo con firmeza mientras le daba una botella en sus manos.
Francine asintió repetidamente y se apresuró a abrazarlo, agradecida. Ethan sintió la suavidad de su cuerpo en sus brazos y lanzó una mirada provocativa hacia su novio Evan.