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Chapter 61 - Tiempo sin vernos

—¿Por qué no matamos a este hijo de puta?

Al ver la mirada furiosa de Job, Ethan encendió un cigarrillo quedándose al margen de la puerta. Jason se quedó atónito cuando extendió la mano, preguntándose por qué el hombre calvo frente a el había dicho algo tan cruel.

Jason agitó las manos frenéticamente.

—Sabes, puedo escucharte sigo aquí.

—Cállate.

Ethan asintió con la mano que sostenía el cigarrillo.

—No le hagas caso, nadie te va a matar. Date prisa y vístete, nadie quiere ver tus partes.

—Hood quiere que le ayudemos, dijo algo como que se lo debe a su padre.— le dijo a Job intentando calmarle.

Job frunció los labios, se puso las gafas de sol y miró a Jason, que se estaba vistiendo apresuradamente con desprecio, odiaba hacer trabajos innecesarios para otra gente, pero lo haría por Hood.

Después de un rato, regresaron al bar Davis. Las luces blancas del cuarto de servicio parpadearon un par de veces cuando Job y Jason salieron. Al ver la mirada infeliz de Job, Jason conscientemente encontró un asiento al otro lado de la barra para sentarse.

El rostro de Sugar se volvió algo tenso después de ver a Jason sentarse.

—¿Qué pasa? —Ethan exclamo sentándose en la barra.

Sugar sirvió un trago para él y para Job, frunció los labios y dijo:

—Está bien, solo que es interesante que de entre tantos asientos en el bar, eligió la silla donde se sentó el verdadero Lucas Hood el día de su muerte.

Ethan miró hacia el otro lado y vio a Jason sosteniendo una botella de cerveza y lanzando anillos de humo por aburrimiento.

Job tomó un sorbo de de su trago y susurró:

—Tengo un mal presentimiento sobre ese tipo. No sabemos que problemas trae con el, sugiero cavar un hoyo muy profundo y enterrarlo.

—Porfavor Job, solo es un muchacho déjalo en paz —Sugar sacudió la cabeza— Hood robo su identidad, al menos le debemos una segunda oportunidad.

Job dejó su trago en la barra con impotencia.

—¿Cuándo nos convertimos en una organización de beneficencia?

En ese momento, Jason Hood vio que no había nadie más en el bar, por lo que preguntó directamente desde el otro lado del bar —Disculpen, ¿cuándo estarán listos mis documentos falsos?

—¿Identificación falsa? — Job giró la cabeza lentamente, y las comisuras de los ojos temblaron. Jason no supo por qué y asintió rápidamente.

—¿Qué crees que estamos haciendo? —Job se levantó y dijo en mal tono—. ¿Crees que esto es una especie de taller hogareño con una impresora digital para hacer identificaciones falsas? ¿Del tipo de identificación barata para adolescentes puedan comprar cerveza por por cincuenta dólares?

—Estoy cambiando tu identidad, una nueva persona ¿entiendes lo que quiero decir? Nombre nuevo, historial crediticio, el número de seguro social, el certificado de nacimiento, todo lo que hago es real hijo de puta asi que no me estés jodiendo o te meto un tiro en la cabeza.

Ethan y Sugar se rieron antes la visible molestia de Job. Cada vez que alguien cuestionaba sus habilidades, él reaccionaba agresivamente.

—Está bien, lo siento —Jason dijo rápidamente— no pretendía ofender.

Si Jason no necesitara la ayuda de estos tipos, habría querido huir hace mucho tiempo. Las personas que conoció aquí eran cada una más aterradora que la anterior.

Job caminó directamente hacia Jason y lo miró fijamente.

—Chico, déjame terminar. Después de que termine el trabajo y te dé una nueva identidad, tendrás que irte inmediatamente y tan lejos como quieras. Debes asegurarte de que nunca más te veremos ni tengamos ninguna noticia sobre ti Si te atreves a aparecer frente a nosotros otra vez, usando tu identidad como Jason Hood para amenazarnos, o pedirnos que te ayudemos con algo de nuevo...

Job sacó una pistola de su cintura y la golpeó suavemente frente a Jason, diciendo palabra por palabra:

—Te lo juro, que vaciare esta arma en pequeña y estúpida cabeza, ¿entiendes?

Jason tragó, su nuez se deslizó y asintió rápidamente. Después de mirarlo fijamente por un rato, Job agarró su cabeza calva, guardó el arma y regresó a su asiento.

Por la noche, en el Club Savoy.

Ethan y Job estaban sentados en un rincón de la pista de baile, observando a las strippers actuar con energía. Cuando entró al club, la gasa en la cabeza de Ethan llamó mucho la atención. Aunque estaba levemente herido, no pudo abandonar la acción, y quienes escucharon como derribo a cuatro hombres solo en la carretera, levantaron sus tragos a modo de saludo.

Después de que Job tomó un sorbo de su trago, le preguntó a Ethan:

—Por cierto, ¿qué pasa con tu herida en la cabeza?

Ethan agarró un grueso fajo de billetes de un dólar y los agitó rápidamente con los dedos sobre la pista de baile, haciendo que los billetes cayeran uno tras otro.

—Si, casi me olvido de ello.

Ethan se detuvo y le susurró a Job:

—Cuando regreses a Nueva York esta noche, quiero que me consigas esto.- exclamo Ethan pasándole una nota con algunos artículos.

Job se inclino hacia la mesa, sus ojos se deslizan por la lista de armamento y equipo que Ethan ha solicitado. Sus cejas se arquean con interés al ver el arsenal descrito: un rifle de asalto táctico de grado militar, varias docenas de cargadores, un chaleco antibalas de alto rendimiento, ropa táctica y un vehículo todo terreno.

—¿Con quién planeas pelear? ¿Necesitas ayuda?

—No, me encargare de esto yo mismo.—Ethan sonrió, mostrando sus dientes blancos.

—Está bien, después de preparar la nueva identidad de Jason, tendre lo que pediste listo.

Job se dio la vuelta y arrojó los billetes que tenía en la mano a la pista de baile. Los billetes cayeron como una lluvia sobre las stripers.

Ethan sonrió, luego saludó enérgicamente y el dinero voló por todo el aire. Aunque todos eran billetes de pequeña denominación, la gran cantidad hizo que cientos de dólares salieran volando en dos o tres facciones.

—Bastardo, realmente no te sientes mal gastando mi dinero.- pregunto con media sonrisa.-

Job lo fulminó con la mirada, luego tomó un fajo de billetes pequeños frente a él y los puso delante de Ethan. —¿Nadie te obligo a invitarme esta noche?

Ethan mordió su cigarrillo sin ceremonias, miró al tipo que temblaba locamente frente a él, agarró otro puñado y se lo metió en la tanga.

En ese momento, debido a que las bailarinas los rodeaban a los dos, otros se sintieron insatisfechos y abuchearon.

Un hombre fuerte que llevaba un chaleco y una cara dura tenía los ojos ardientes, y la pequeña lindura frente a él se movió cada vez más y más lejos, corriendo directamente hacia el lado opuesto. Guardó enojado los veinte dólares que tenía en la mano, cruzó la pista de baile y caminó directamente hacia Ethan y Job.

Job estuvo aburrido durante mucho tiempo, pero cuando vio la situación frente a él, instantáneamente se interesó. El hombre del chaleco caminó al lado de Ethan, se apoyó en la pista de baile, mostró sus tatuajes y dijo:

—Ustedes dos, bastardos parece que tienen mucho dinero, ¿no les importa si les ayudo a gastar un poco verdad?

—No nos importa, haz lo que quieras —Ethan agitó la mano con indiferencia y dejó su copa de vino.

—No tienes pelotas niño.

El hombre del chaleco no esperaba que estas dos personas fueran tan cobardes. Con una sonrisa de autosuficiencia, extendió la mano para agarrar los billetes que estaban frente a Ethan. Pero antes de que pudiera alcanzarlos, Ethan movió rápidamente su mano, tomó el cenicero que descansaba a su lado y lo estampó con fuerza contra la palma del hombre.

—¡Ahh! —El grito de dolor resonó en el lugar.

Ethan levantó el cenicero y lo examinó con calma, notando lo grueso y pesado que era. Parecía indestructible. En la pista de baile, las bailarinas apenas reaccionaron. Habían presenciado situaciones similares antes; simplemente dieron unos pasos atrás, observando con indiferencia.

Sin decir palabra, Ethan golpeó la mano del hombre dos veces más, con precisión y sin vacilar. Otro grito de dolor se escapó de los labios del hombre, mientras el cenicero resbalaba de la mano de Ethan, cayendo al suelo con un sonido hueco.

—¡Jódete! Te voy a matar —gritó el hombre del chaleco, cubriéndose la mano ensangrentada mientras trataba de contener el dolor.

—No lo creo —dijo una voz firme.

Proctor apareció junto a ellos, con una expresión severa y su presencia imponente dominando la situación. Su mirada se clavó en el hombre, sin pestañear.

—Sal de mi club ahora —ordenó, su tono no dejaba espacio para discusión.

—¿Quién diablos eres? —respondió el hombre del chaleco, incrédulo ante la intromisión.

Proctor no respondió de inmediato, simplemente lo miró con esa calma peligrosa, como si la respuesta fuera irrelevante. El hombre del chaleco giró la cabeza con enojo y, al ver que era Proctor, le temblaron las piernas.

Proctor no se molestó en decir tonterías. El personal de seguridad que estaba detrás de él dio un paso adelante y sacó al hombre del chaleco.

El hombre del chaleco luchó y gritó:

—Lo siento, señor Proctor, no sabía que era su amigo.

El guardia de seguridad que lo arrastraba le dio un puñetazo y el hombre del chaleco cerró la boca obedientemente.

Proctor se dio vuelta y le dijo a Ethan:

—Lo siento, estos campesinos arruinaron tu estadía y la de tu amigo.—dijo Proctor, con una ligera inclinación de cabeza en señal de disculpa, aunque su voz mantenía una frialdad controlada.

Ethan, sin darle demasiada importancia al incidente, sacó algunos pañuelos de su bolsillo y empezó a limpiarse la sangre de las manos. Su expresión era tranquila, pero había un atisbo de preocupación en sus ojos. Tras asegurarse de que no quedaban rastros de sangre, levantó la vista hacia Proctor.

—No importa —dijo Ethan con voz firme—. Pero... no le pasará nada, ¿verdad?

Proctor lo miró fijamente, con una ligera sonrisa que no llegaba a sus ojos. —Depende de él. Pero te aseguro que si sigue mi consejo y se va ahora, no tendrá que lamentarse más tarde.

Proctor miró a Job, quien lo ignoró y se concentró en observar a la bailarina volando en el poste.

Al ver que Ethan no tenía intención de presentarlo, Proctor sonrió y dijo:

—Caballeros, yo me voy primero. Todas las bebidas de esta noche van por cuenta de la casa. Espero que puedan pasar un buen rato.

—Gracias, pero no es necesario. Mi amigo pagara esta noche. —dijo Ethan, dejando trago en la mesa—

Proctor miró el grueso montón de billetes pequeños frente a Ethan y arqueó las cejas. Sonrió sin decir nada, se dio la vuelta y caminó de regreso a la oficina. La pequeña farsa terminó rápidamente y hubo bebida y baile en el club.

—¿Es él dueño? —preguntó Job.

—Así es.

—Parece un hombre de negocios normal.

—Un verdadero mafioso nunca parece un mafioso.

Los dos bebieron tranquilamente y continuaron agitando los billetes en sus manos, durante toda la noche.

Dos días después, Ethan condujo el coche de la policía hasta las afueras de la ciudad. Después de manejar unas decenas de metros por el camino privado, se detuvo frente a una pequeña casa. Tras sonar la bocina varias veces, Job abrió la puerta y caminó por el porche vestido con un camisón negro y sosteniendo una botella de whisky.

—Bienvenido a mi nuevo hogar.

Johnny, el hombre gótico, también salió de la casa y saludó a Ethan. Ethan miró la casa y preguntó sorprendido:

—¿Wow, cuándo alquilaste una casa aquí?

Esta casa cuenta con una pequeña granja, rodeada de árboles altos. No hay rastros de vecinos en varios kilómetros, por lo que tenia una gran privacidad.

Al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Ethan, Job sonrió con satisfacción y dijo:

—Lo alquilé no hace mucho tiempo, pero no te lo había dicho antes. Ahora que ha sido renovado, traje a Johnny aquí para pasar el rato. Ya que ustedes, bastardos, siempre están aquí, necesitaba encontrar un lugar donde quedarme, los hoteles aquí son horribles y no podía correr de regreso a Nueva York cada vez que vienera.

Job abrazó a Johnny.

—Da la casualidad de que Johnny también quiere encontrar un lugar para cambiar su estado de ánimo. Este lugar no está nada mal, además hay un río detrás de la propiedad.

—Vamos, sígueme.

Job hizo un gesto con la mano y caminó hacia el garaje junto a la casa. En el garaje, además del descapotable de Johnny, también había aparcado un ford scort gris.

Ethan miró a Job, quien levantó la mano y le lanzó un manojo de llaves. Con agilidad, Ethan las atrapó y se dirigió al auto, abriendo la cajuela con un giro rápido de muñeca. Dentro, una bolsa de lona azul lo esperaba. La abrió con cuidado, revelando un uniforme de combate negro, completo con botas reforzadas y un chaleco antibalas.

Desdoblando la ropa con precisión, encontró un Colt M1911 descansando sobre varios cargadores de repuesto y balas. Pero lo que llamó su atención fue algo más: debajo del arma corta, un rifle de asalto M4 estaba cuidadosamente colocado, junto con varias cajas de munición adicional. Ethan sacó el rifle, sintiendo el peso familiar en sus manos.

—Gracias.

Ethan cerró la cremallera de la bolsa con satisfacción, luego sacó una bolsa de papel de su abrigo y le entregó el dinero acordado a Job.

Job tomó el dinero, se lo pasó a Johnny y dijo a Ethan:

—Puedes dejarlo aquí hasta que lo necesites. No hay vigilancia en las carreteras aledañas asi no tienes que preocuparte.

Ethan le dio una palmada en el hombro a Job y cerró el maletero.

—Ningún problema.

El asunto estaba resuelto. Job abrió la pequeña puerta al lado del garaje que conducía al interior de la casa.

—¿Quieres venir a tomar algo?

—Todavía estoy de patrulla. Te vere en el bar de Sugar. ¿No le vas a entregarle a Jason su nueva identidad a Jason.?

Ethan hizo un gesto con la mano, regresó al coche de la policía y siguió con su trabajo. Ahora que todo estaba listo, se preguntaba qué estaría pasando con Nola; hace días que no recibía noticias de ella.

Redujo la velocidad y le envió un mensaje. Poco después sonó el teléfono.

—No eh podido encontrar el paradero de Chayton. Los Red Bone están escondidos en lo profundo del bosque al norte de la reserva.

Después de recordar la ubicación, Ethan suspiró y borró el mensaje de texto. Al terminar su turno, fue a casa, comió algo, y luego se subió a su auto para ir al Davis Bar.

En ese momento, solo Sugar estaba en el pequeño bar. Ethan tomó una cerveza, se acercó a la mesa de billar y comenzó a jugar solo. Poco después, Hood y Jason llegaron también.

Tan pronto como Ethan y Hood terminaron de jugar una ronda, Job y Johnny entraron abrazados por la puerta.

Al ver a Job, Jason se levantó rápidamente para acercarse a el. Job sacó un sobre amarillo de documentos de su bolso, se acercó a Jason, lo miró durante un rato y luego le entregó la bolsa.

—Felicitaciones, ahora eres una persona completamente diferente.

—Gracias.

Jason agarró la bolsa de documentos y trató de recuperarla, pero no se movió en absoluto. Miró a Job confundido.

—¿Algo más?

Job entrecerró los ojos y lo miró:

—¿Recuerdas lo que te dije?

Jason asintió seriamente.

—No te preocupes, me iré temprano por la mañana y nunca más me verás de nuevo.

Llevaba suficiente tiempo en este lugar y no podía esperar para irse. Si se quedaba más tiempo, sería más peligroso.

Tras escuchar a Jason, Job solto el sobre. Jason no podía esperar para abrir la bolsa de archivos y comprobar la información que contenía. Al ver la nueva identidad que había obtenido, caminó emocionado hacia Hood, pasó su brazo por los hombros y le dio unas palmaditas.

—Gracias, hombre.

Al ver a Jason tan emocionado, Job puso los ojos en blanco y jaló a Johnny para que se sentaran en la barra.

—Solo dale las gracias a Job, él lo hizo todo —dijo Hood con una sonrisa, tomando un sorbo de vino— Mantén un perfil bajo, y no causes problemas.

—Lo sé. Gracias a todos. Les invitaré un trago a todos.

Jason guardó rápidamente su identificación en su billetera, se sentó en una silla y anunció alegremente a la gente en el bar.

Al ver su mirada emocionada, Ethan sacudió la cabeza y tomó un sorbo de su whisky. Dejó la copa, sostuvo el taco firmemente en su mano, se inclinó, apuntó rápidamente y lanzó el golpe. Con un sonido de "dong", la bola negra cayó en la bolsa.

Junto con el sonido del billar, la puerta de madera del bar se abrió y sonó una voz con un fuerte acento británico:

—Buenas noches, Jason, hace tiempo que no nos vemos.