Jalren había estado observando cómo se desarrollaba la batalla desde una distancia segura. Solo podía decir una cosa de todo lo que había pasado: "Sin lugar a dudas, es una existencia que no debe ser ignorada por nada del mundo. Me queda claro por qué debe morir; yo, personalmente me haré cargo. Ella cumple con los requisitos para luchar contra mí; solo se dedicó a utilizar hechizos para no demostrar el verdadero alcance de sus poderes". Jalren tenía una cara seria mientras decía todo eso; él estaba considerando que la niña era una amenaza. Intervino Aris:
"¿Qué hacemos con esos cuatro que están pidiendo clemencia?"
"Por qué haces ese tipo de preguntas? Está más que claro que hay que matarlos. Ellos sabían que este trabajo sería peligroso y aún así aceptaron los términos; ellos ya cambiaron sus vidas por dinero, solo son piezas desechables", dijo Jalren con un tono frío. A él no le interesaban las vidas de las demás personas; ante sus ojos, todos esos que vinieron con él eran basura. La única razón por la que los había traído fue porque lo obligaron; supuestamente, ellos podrían haber servido de cebo si las cosas se complicaban.
Al mismo tiempo, en el centro, las cuatro personas pedían clemencia y estaban tratando de salvar sus vidas. Habló la mujer; ella se había arrodillado en señal de sumisión:
"Mi nombre es Priscilla, y soy la tercera hija de un barón del reino Ashgrey. La razón por la que acepté este trabajo fue por motivos familiares, o para ser más específica, fue por dinero. No tenemos nada en contra suya; nuestra intención siempre fue ganar un poco de dinero y volver rápidamente a casa. Sé que hicimos mal y que es un descaro de nuestra parte estar pidiendo esto, pero por favor, perdónenos. Como pago por perdonarnos, le entregaré esto", dijo la mujer de cabello castaño mientras acercaba un poco cierto objeto con su mano. Era evidente que apenas y se podía mover; sus heridas eran graves y se estaba desangrando rápidamente. Lo mismo pasaba con los otros que la seguían. La niña de cabello plateado se quedó observando en silencio lo que aquella chica había sacado del anillo dimensional. Explicó la chica de cabello castaño:
"Este artefacto lo encontramos en unas ruinas antiguas que fueron abandonadas. Como podrá notar, esta cosa emite un extraño poder; aún no sabemos exactamente lo que hace, pero es un objeto valioso. Varios expertos en artefactos dijeron que podría venderse muy bien en una subasta".
La mujer de cabello castaño se quedó observando a la niña en espera de una respuesta positiva. La pequeña niña miraba el artefacto con ojos extraños; parecía estar analizando el extraño objeto. En esos breves momentos, los cuatro pudieron sentir una angustia inmensa; la saliva se les había secado por la tensión que había en el aire. Ellos, por un lado, tenían a esa niña monstruosa enfrente, a pocos metros de distancia, y por el otro lado estaban sus contratistas que hablaban sobre matarlos, ya que habían fracasado miserablemente. Para fortuna de Priscilla y su grupo, la niña abrió su boca:
"Priscilla, eres una muy mala negociante; ofreces un producto y no sabes lo que este es capaz de hacer. Estás pidiendo a gritos que te maten, pero estás de suerte; ese objeto que me ofreces vale la pena. Es un objeto que no debería estar en posesión de humanos".
Priscilla se sorprendió; ella pudo ver cómo la pequeña estatua, de lo que parecía ser una especie de sacerdotisa arrodillada, se había ido volando y había caído en un instante en la mano de la niña. La pequeña estatua estaba siendo firmemente agarrada por la niña, y mientras hacía esto, dijo:
"Ustedes están de suerte. Si hubiesen permanecido por más tiempo con esta cosa, habrían muerto de una forma horrible. Puede que para ustedes esta cosa esté emitiendo una especie de aura extraña que ustedes no son capaces de identificar correctamente; la realidad es que esta cosa no está emitiendo maná, lo que en realidad está emitiendo esta cosa es energía corrupta. Eso no parece utilizar la energía que normalmente habita en la atmósfera; es como si estuviera utilizando su propia existencia para generar tal efecto".
Después de escuchar la explicación, a Priscilla se le vino una información a la cabeza referente al tema, pero decidió guardar silencio sobre eso. La prioridad máxima en este momento era sobrevivir; no quería molestar a esa niña. Después de ver el rostro de la chica, ella decidió preguntar; ella podía escuchar fácilmente su propio corazón en estos momentos. El miedo la estaba consumiendo lentamente; era la primera vez que sentía tal cosa; se sentía como caminar por un precipicio en todo momento.
"¿Entonces nos va a dejar ir?"
Preguntó Priscilla. La niña de cabello plateado la miró con sus hermosos ojos verdes y le dijo:
"Los voy a dejar ir, pero solo con una condición".
Respondió Priscilla rápidamente:
"No importa lo que me pida, lo voy a hacer al pie de la letra; cumpliré con esa condición y todas las que quiera". Priscilla ya podía ver el camino que la llevaría fuera de este lugar infernal. Al ver lo dispuesta que estaba la mujer de cabello castaño, la niña habló:
"Priscilla, no te voy a pedir mucho; solo quiero que divulgues la información de todo lo que ocurrió en este lugar. Quiero que todas las personas de tu reino sepan quién es Lia Silverlight; quiero que aprendan sobre la inmensidad de mi poder; quiero que me teman. No dejes de hablar de mí y de mi poder hasta el día en que te mueras. Eso es todo lo que exijo".
Al escuchar las palabras de la niña, Priscilla supo que el no cumplir con la condición, sin lugar a dudas, traería consigo su propia muerte, e inmediatamente le respondió a la niña:
"Entendido; cumpliré con esa condición al pie de la letra. Le informaré a todos de lo impresionante que es la señorita Lia; haré que su nombre resuene en todas partes; de hecho, así será", dijo mientras pegaba su frente en el piso; estaba casi a nada de desmayarse por la pérdida de sangre.
"Les doy permiso de que utilicen pociones".
Al escuchar esas palabras, de inmediato uno de los hombres al lado de Priscilla sacó de su anillo dimensional cuatro pociones y las repartió entre todos. Una vez que bebieron esas pociones extrañas, casi de inmediato se pudo ver una mejoría en la salud de los cuatro. Al ver esto, habló la niña:
"Les recomiendo que se larguen lo más rápido que puedan de este lugar; sus superiores parecen no estar muy de acuerdo con la idea de que ustedes se vayan vivos de este lugar".
Dijo la niña mientras miraba al grupo que estaba caminando lentamente hacia ellos. Las auras que estaban emitiendo no eran una broma; sin lugar a dudas, iban en serio desde un principio. Jalren, que por lo general no habría aceptado ayuda de sus compañeros, cambió de parecer después de ver la estatua que tenía uno de esos bastardos; él había reconocido lo que era esa cosa:
'Nunca imaginé que estos pequeños hijos de puta tenían esa abominación entre sus cosas. No me puedo permitir que esa maldita estatua reciba el más mínimo daño; si esa cosa llega a soltarse, ni siquiera yo saldré vivo de esta'. Jalren había comenzado a sudar frío desde el mismo instante en que vio ese artefacto.
'Esa cosa no debería estar en manos de gente ignorante; si llego a permitir que esa cosa salga, solo me quedarán dos caminos: morir en este lugar o morir en manos de esa persona'.
Jalren estaba reforzando su convicción; el día de hoy no podría irse a casa sin esa estatua; él no podía darse el lujo de que alguien abriera esa cosa por accidente, ya que lo que iba a salir de esa cosa no discriminaba ni por edad ni por sexo; ante esa cosa, todos eran iguales.