Un largo y lento soplido del viento recorrió por la nariz de aquel hombre recostado en la nada. Estaba allí en medio del vacío y la oscuridad, un limbo sin retorno. Al abrir sus ojos no podía ver nada, sus pupilas se dilataron y con el tiempo se adaptaron a la oscuridad dándole un poco más de seguridad para poner se de pie y ver hacia los alrededores.
Cuando intentó hacer un mínimo movimiento, un inmenso dolor le llegó como mil punzadas en los brazos, haciendo que un quejido abandonara su boca y en el enorme vació retumbara con un eco estremecedor.
Tragando el dolor que sintió se puso de pie y al mirar hacia abajo perdió el equilibrio momentáneamente ya que hacia su perspectiva parecía que estaba sobre un enorme abismo sin final provocando que se arrodillara en el mismo lugar y se encogiera, pensando que no había más camino a sus alrededores.
Estaba asustado, nervioso y confundido, sus rodillas se movían en un vaivén y su mandíbula temblaba al chocar los dientes de aquel que fue acorralado por su propia mente.
–Hombre leñador, tú tienes lo que necesito –una voz algo grave y profunda, pero con terminaciones algo rasposas habló por detrás de él, con algo de duda y miedo volteo levente la mirada, pero allí no había nadie.
–Qui-qui- ¿Quién dijo eso? –susurró temeroso viendo de un lado al otro con la mirada temblorosa.
–¿Tú fuiste un guerrero? ¡Por favor! Tu esposa o es muy ingenua o es muy estúpida –exclamó de forma sarcástica, pero a la vez reclamante y molesta como si se sintiese fastidiado por el mismo tema.
Esta vez, el personaje misterioso tocó la espalda de Gerald y al voltear, solo pudo ver a aquella sombra sin rostro, lo único que resaltaba eran sus ojos de plata, sus largos cabellos y sus dos cuernos desiguales.
Lo primero en lo que pensó el hombre fue en un demonio y del susto retrocedió y cayó de espaldas dándose cuenta por fin de que no había ningún abismo.
Una risa burlesca provenía de aquella entidad y Gerald se sentía bastante avergonzado y molesto, su expresión lo decía todo, la mirada desviada y las cejas fruncidas delataban su molestia por haber actuado como un cobarde.
–¡Tú no sabes nada de mí! ¡Deja de hablar como si lo supieras todo maldito demonio!
La gravedad del lugar de repente aumentó, Gerald sentía el cuerpo pesado y le dificultaba moverse tan siquiera un poco, incluso su respiración estaba aprisionada por aquella aura que emanaba aquella sombra de los cuernos impares.
–¡¿DEMONIO?! –Se plantó cara a cara frente a Gerald y este se hundió causándole dolor en cada órgano de su cuerpo– ¡NO COMPARES A MI ESPECIE CON ESOS MALDITOS SIN PROPÓSITO!
Las alargadas garras de la sombra estuvieron a punto de atravesar el cráneo del hombre de extremo a extremo, pero este en un último instante se deshizo como ceniza eliminando toda aquella presión sobre el cuerpo de Gerald.
Cuando este pudo levantar el torso su nariz comenzó a echar un montón de sangre sin parar, se sintió mareado y las molestias no se hicieron esperar.
–Dime... ¿Qué es lo que quieres de mí? No soy nadie, mi vida y mi existencia es irrelevante en este mundo.
–Si, eso no me importa en lo más mínimo– resonó la voz en el ambiente y luego de un chasqueo, desde el inexistente suelo comenzó a brotar un espeso líquido que envolvía lenta y dolorosamente a tal punto que sus huesos crujían y Gerald gritaba de dolor.
–¡¡¡POR FAVOR DÉJAMEEE!!! –con un fuerte grito desesperado se movió como gusano de un lado a otro intentando soltarse, pero todo fue inútil.
Cuando menos lo esperó una silueta elegante apareció frente a él, la sombra ahora vestía un traje fino de color negro, pese a que no había luz alguna el esmoquin brillaba, su corbata roja resaltaba gracias a las rayas zigzag de color amarillo y la suela de sus zapatos golpeaban firmemente en lo que ahora era, el interior de una vieja cabaña.
–Yo... Quiero, a la bestia del Zodiaco.
THE ADVENTURE OF SPRING
Capítulo 5: "El encargo del diablo"
Las cejas del apresado se torcieron en coraje y bruscamente comenzó a moverse en negación, pero dicha masa negra ya lo había envuelto en un capullo. El hombre sin rostro salió de las sombras y aunque su cara era completamente negra, sus cuernos seguían sobresalientes en su frente.
"Mmmph... ¡nnggh!" Por más que tratase de hablar era imposible que palabra alguna saliera de su boca, pero su mirada, lo decía todo, internamente lo maldecía y agredía verbalmente, pero a la sombra eso le resbalaba, solo se quedaba allí parado frente a él.
Cuando Gerald finalmente se rindió por el cansancio, aquel de los cuernos desiguales se acercó a su oído y exclamó:
"Yo sé que tu hija se está muriendo... Yo sé que tu familia está prácticamente en la calle, yo sé que tú no eres nadie."
Luego se eso, solo se apartó y tomó una silla que prácticamente apareció de la nada. El foco que colgaba por encima de Gerald parpadeaba y el viento movía la madera vieja de las paredes. Gerald estaba perplejo y aturdido viendo fijamente como el elegante "demonio" estaba sentado frente a él, esperando algo en particular.
–Así que te lo propondré una sola vez y más te vale escuchar y prestar mucha atención, Gerald Stronger –arrancó la masa negra de su boca y plantó su mirada contra la de él– Quiero que tú, personalmente me lleves al contenedor de la Bestia hacía Kuraudo.
–Que.... es lo que quieres con esa niña...
–No es como si debiese importarte mucho, medianoche, después de todo querías matarla.
–Eso era ant-
Elegantemente interrumpió a Gerald postrando su dedo índice sobre su labio y susurró:
–Llévala, y todos tus problemas acabarán, tu hija se sanará y tendrás tanto dinero como el que puedas imaginar, le darás una vida de lujos, la vida que siempre mereció tu familia, y solo haciendo una sola cosa, llevándola hacia mí.
Merodeando y persuadiendo, dando vueltas y vueltas alrededor de él tratando de lavarle el cerebro a aquel que realmente sufre por el bienestar de su familia.
–Vamos Stronger... No lo hagas por ti ni por mí, hazlo por tu familia, hazlo por aquellos guerreros de la media noche que murieron por culpa de la gente como ella, es solo una amenaza, hazlo, ven y entrégame a ese monstruo –confiado le extendió la mano, pensando que la respuesta sería un sí definitivo lo había soltado de aquella masa negra a tal punto que aquella sombra ahora tenía dientes que deslumbraban con una sonrisa segura.
Gerald por un segundo movió su brazo, pero rápidamente lo recogió, dejando a la sombra con la mano tendida.
–Podré ser un mentiroso, un charlatán o un asesino, pero jamás en mi vida haría un pacto con un asqueroso demonio cómo tú... Así que mi respuesta es no.
Cuando esas palabras salieron de la boca de Gerald la mano de la sombra se cerró con una fuerza tan abrumadora que un líquido negro se derramó de allí.
–Bien, bien, como quieras –le dio la espalda y extendió sus brazos de una forma bastante desinteresada, pero en el fondo quería estrangularlo hasta arrancar su cabeza–Entonces me tocará hacerlo por las malas.
La mirada decidida de Gerald rápidamente se transformó en una sorpresa de expresión seria, cuando aquel ente que permanecía en su delante comenzó a derretirse como una vela encendida a llama alta hasta volverse uno mismo con el suelo en una planicie que rápidamente comenzó a moverse como si estuviese sobre un rio en calma.
"Te arrepentirás de tus decisiones, Gerald Stronger"
Fue lo que escuchó antes que desde el suelo se levantaran dos gigantescas y manos con unos alargados y finos dedos compuestos de aquel liquido negro que alguna vez lo atrapó. Estaba en shock antes que de esas manos comenzara a derramar una espesa esencia que, al hacer contacto con la piel del hombre, comenzaba a expandirse y a mezclarse con su propia existencia, Simbiosis.
Su instinto quería que huyera, pero sus piernas estaban sembradas en el miedo abrumador al ver como esas manos cada vez se acercaban más a él hasta atraparlo entre sus dedos. Allí las manchas negras comenzaban a expandirse por todo su cuerpo hasta volverse un solo bulto de oscuridad, la misma oscuridad de la que estaba compuesta aquella alma oscura de cuernos desiguales. El hombre no podía ver nada y se sentía sofocado a tan punto que entró en la mismísima desesperación, pero al intentar liberarse comenzó a sentir como aquella capa negra lo aprisionaba más al punto de que sus huesos crujían y el aire cada vez se desvanecía provocando que al instante Gerald quedara inconsciente... Pero a su vez despertara de aquella pesadilla que lo había matado.
–Entonces solo fue un sueño... –comenzó a toquetear todo su cuerpo revisando que todo esté bien, pero mientras lo hacía recordó toda su contienda contra la bestia del Zodiaco y quedó algo sorprendido del perfecto estado en el que se encontraba ya que él se daba por muerto en ese momento.
"Te arrepentirás de tus decisiones, Gerald Stronger" resonó varias veces en su cabeza aquella advertencia, pero Gerald trataba de convencerse que nada de lo que soñó fue real pero aun así la sensación y preocupación que le había dejado esa pesadilla no se la quitaba nadie.
Estaba él solo recostado en una cama y junto a él había un bastón de suero conectado a su antebrazo, el cuerpo le pesaba y aun se sentía bastante débil pero ya había estado demasiado tiempo en cama y sus heridas ya habían sanado por lo que con mucho cuidado se levantó y caminó hacia la puerta.
–Bestia del Zodiaco, no deja de causarme problemas ese maldito animal –arrimándose al barandal bajó las escaleras y se dirigió directamente al fregadero de la cocina– Pero eso dos cuernos... Siento que los he visto en algún lado...
Abrió la llave de agua y mojó su rostro, pero sus pensamientos no lo dejaban tranquilo y en lo único que podía pensar era en el demonio de los cuernos desiguales mientras la llave de mantenía abierta y el agua corría sin parar. Aunque quería aparentar que nada malo pasaba en el fondo él sabía que las cosas estaban a punto de salirse de sus manos.
Temprano por la mañana Estela bajó ferozmente por las escaleras buscando por todo lado luego de ver que Gerald había abandonado la habitación y cuando llegó a la sala lo vio allí, sentado en un sillón y la cara tan demacrada como si no hubiese dormido en días, sus ojos rojos y resecos acompañaban a su rostro arrugado con ojeras alargadas sosteniendo una taza de café caliente.
–¡GRACIAS A DIOS QUE DESPERTASTE MI AMOR! –la aliviada mujer corrió a abrazar a su esposo, pero cuando lo hizo fue como abrazar un tronco, Gerald estaba completamente apagado e inmóvil, solo podía escuchar la taponada respiración de su nariz– Amor... ¿Qué sucede?...
En ese instante pensó que soñaba y solo era una terrible visión, pero Gerald se levantó, bebió el café hasta no dejar una sola gota y con la mirada algo extraña se acercó a Estela.
–Todo este tiempo he hecho las cosas mal, y quiero cambiar –la agarró de los hombros bruscamente y la miró a los ojos– Tengo que decirte algo muy importante.
–Creo que estas algo confundido, tranquilo mi amor...–le dio palmadas en el cachete y tomó su mano– Regresa a la cama ¿Sí?
–Estela, por favor esto es importante...
La mujer se detuvo, y con una mirada seria volteó.
–Yo también tengo que decirte algo importante...
–¿Qué?
–Hace una semana, llevé a Irina al Hospital, había mejorado extraordinariamente por lo que creí que el tratamiento estaba funcionando, pero al realizarle el chequeo, lo médicos no supieron explicar cómo nuestra hija, se había convertido en la primera paciente libre de Glotobs leucémico.
–Que dijiste.... –la taza de café cayó al suelo y se quebró, dispersando todos los pedazos de cerámica– No... Esa enfermedad es incurable ¡NO PUDO SANAR!
–Cálmate, te estoy dando una buena noticia, no te pongas así.
Sin saber que más decir, un trago de saliva pasó por su garganta amargamente y se agachó a recoger los pedazos tratando guardar la compostura, después de todo esa era la mejor noticia que pudo recibir en su vida, pero lamentablemente la paranoia en la que estaba sumergido no le permitía sentir alegría.
"Tú lo quisiste así"
El ultimo pedazo había terminado en la cocina y al levantarlo, en el reflejo de la ventana junto al fregadero estaba aquella criatura de los cuernos desiguales, mirándolo fijamente.
"La vida de tu hija ahora está en mis manos"
Con un fuerte grito horrorizado, Gerald lanzó lo que tenía en las manos contra la ventana, destruyendo el cristal cuyos pedazos cayeron sobre él, cortando su cara y brazos al tacto.
"Quiero que juguemos un juego, lleva a la Bestia del Zodiaco hacia Kuraudo, allí estaré esperando por mi paquete, si me la entregas personalmente, tu hija no volverá a sentir el dolor de la muerte en vida. Pero si me fallas, tu hija morirá de la forma más horrible que puedas imaginar, la vida de ella o la de esos niños, tú decides"
Aquel jugador, levantó la mirada al cielo con la boca abierta y los ojos quebrados en llanto, echando aire caliente de su boca mientras su pecho se inflaba una y otra vez con desespero y sus manos temblaban en agonía. Su garganta no podía vocalizar nada, quería soltarlo todo, pero estaba atorado en lo profundo de su ser hasta que Estela se agachó a abrazarlo haciendo que finalmente soltara un fuerte grito de agonía.
Capitulo 5 - FIN