Raiser salió del baño, la humedad aún danzando en su piel mientras se vestía con elegancia. A su lado, Mei, emocionada y vibrante, se aferraba a su brazo, hablando sin parar sobre sus nuevos inventos, a los que cariñosamente llamaba "bebés". Raiser sonreía, disfrutando de su entusiasmo y guiándola con consejos sobre cómo perfeccionar sus creaciones.
"Si ajustas el flujo de energía aquí," le decía Raiser, señalando un punto imaginario en el aire, "podrías aumentar la eficiencia de tu último invento. Pero recuerda, la clave está en la precisión."
De repente, un alboroto interrumpió su conversación. Kuroka apareció corriendo por el pasillo, riendo a carcajadas mientras sostenía un sujetador copa G que había arrebatado de una sirvienta minotauro. La sirvienta, visiblemente frustrada y sonrojada, la seguía a toda prisa.
"¡Devuélvemelo! ¡Es mío!" gritaba la minotauro mientras sus pechos lactantes subían y bajaban al intentar recuperar su prenda.
Kuroka se escabulló con agilidad, disfrutando del juego mientras se alejaba. Sin embargo, al ver que no podía alcanzarla, la sirvienta se detuvo frente a Raiser y Mei, respirando pesadamente.
"¡Por favor! Necesito ayuda para recuperar mi sostén maestro," dijo la minotauro con una mezcla de desesperación y vergüenza ante su amo. Luego miró a Mei con curiosidad. "¿Eres tú… una nueva amante del señor?"
Raiser asintió con una sonrisa arrogante. "Así es. Mei haora es mi mujer y parte de nuestra familia."
Mei se sonrojó al escuchar eso y miró a Raiser con sorpresa. Y este se inclinó hacia la sirvienta y le susurró al oído algunos detalles sobre su reciente baño que hicieron que su rostro se tornara aún más rojo.
"¿Qué? ¿En serio?" exclamó la sirvienta en un susurro de envidia.
observó la interacción entre ellos con una mezcla de deseo, antes de vover en si. "Entonces… ¿puedes ayudarme amo?, Kuroka ha tomado algo que no le pertenece y mi espalda duele."
Raiser soltó una risa divertida ante la situación. "Parece que tenemos un pequeño problema que resolver," dijo mientras miraba hacia donde Kuroka había desaparecido. "Vamos a recuperar ese sostén."
Con eso, comenzó a caminar tras Kuroka junto a Mei y la sirvienta minotauro, sintiendo cómo la emoción burbujeaba dentro de él al pensar en las travesuras de su gatita y la verguensa de su linda vaquita.
Raicer la dejo al cuidado de la minotauro, mintras caminaban, Mei observaba con fascinación la arquitectura y el diseño del lugar. En su mundo, todo era moderno y algo futurista, pero aquí, en el mundo de Raiser, se respiraba un aire renacentista que la dejaba maravillada. Las altas columnas de mármol, los intrincados detalles en las molduras y los hermosos vitrales que filtraban la luz del sol creaban una atmósfera mágica. A pesar de lo diferente que era este entorno, Mei se sentía feliz. Había firmado un contrato con Raiser y se había convertido en su mujer a través de ese acuerdo, pero no estaba infeliz con el resultado. Él era amoroso....bien dotado y siempre la apoyaba en su deseo de convertirse en la mejor inventora.
Saliendo de sus pensamientos, Mei miró a la sirvienta minotauro que le dio curiosidad. "¿como te llamas?" le preguntó con curiosidad.
La minotauro sonrió tímidamente. "Me llamo Milk," respondió con una voz suave. "Soy del clan Tauro."
"¿Clan Tauro? Eso suena interesante," dijo Mei, animándose a escuchar más y saciar su curiosidad.
Milk continuó: "Soy la hija del jefe de mi clan. Como una mujer muy fértil, fui seleccionada para ser sirvienta de mi amo Raiser. Mi deber es atenderlo en todo lo que necesite y ayudar a aumentar la natalidad del clan Phoenix."
Mei frunció el ceño ligeramente al escuchar eso. "¿Aumentar la natalidad?"
"Sí," explicó Milk con vergüenza. "La raza demoníaca tiene una baja tasa de reproducción, así que se nos ha asignado esta tarea para ayudar a revertir esa situación. Gracias a esto, hemos logrado aumentar la natalidad del mundo demoníaco en un 12%. Aunque no es mucho, es un paso sustancial para el crecimiento de las familias nobles."
Mei asintió lentamente mientras procesaba la información. La responsabilidad que llevaba Milk sobre sus hombros era considerable, pero también entendía que cada uno tenía su papel en este mundo tan diferente al suyo.
"Eso es admirable," dijo Mei sinceramente. Milk sonrió agradecida por el reconocimiento. "Gracias, señora Mei. Espero poder hacer mi parte para ayudarla."
Finalmente, Mei y Milk llegaron a la habitación de Kuroka, que estaba justo al lado de la principal donde dormían todos. Al abrir la puerta, se encontraron con un espectáculo sorprendente. La habitación estaba llena de objetos variados, desde joyas relucientes hasta juguetes coloridos. Era evidente que Kuroka tenía un gusto peculiar por lo brillante y lo llamativo.
"Vaya, esto es… impresionante," comentó Mei, mirando a su alrededor con asombro. "¿Kuroka realmente colecciona todas estas cosas?"
Milk asintió con una sonrisa divertida. "Sí, es un poco kleptómana. Como si fuera un dragón, le encanta acumular todo lo que brilla y tiene valor. A veces se lleva cosas sin pensarlo dos veces."
Mei se acercó a una estantería repleta de collares y pulseras que destellaban bajo la luz. "Es como un tesoro," dijo mientras acariciaba una diadema adornada con piedras preciosas. "No puedo creer cuántas cosas ha reunido."
"Y eso no es todo," respondió Milk, riendo suavemente. "A menudo las mezcla con juguetes y otros objetos que encuentra interesantes. Para ella, cada cosa tiene su propio valor."
Mientras exploraban la habitación, Mei notó un pequeño rincón lleno de peluches y figuras de acción. "¿Y estos? ¿También son parte de su colección?" preguntó, señalando un adorable peluche de un gato.
"Sí," confirmó Milk. "Kuroka tiene un lado tierno que a veces no muestra. Le gusta rodearse de cosas que le traen alegría."
De repente, Kuroka apareció en la puerta con una expresión traviesa en su rostro mientras giraba el sosten de milk. "¿Qué están haciendo en mi habitación?" preguntó con una sonrisa pícara.
"Solo admirando tu colección," respondió Mei con una risa ligera. "Tienes un verdadero tesoro aquí."
Kuroka cruzó los brazos, mirando a su colección con orgullo. "Lo sé, ¿verdad? Cada objeto tiene su historia." Luego hizo una pausa y añadió: "Aunque algunas historias son más emocionantes que otras…"
Milk rodó los ojos al ver cómo kuroca miraba el húmedo sostén, pero sonrió ante la actitud juguetona de Kuroka. "Solo asegúrate de no robar nada más hoy," bromeó.
Kuroka soltó una risa melodiosa y se inclino en el borde de la puerta mientras giraba el sosten en sus mano. "No prometo nada," dijo mientras guiñaba un ojo.
Raiser Phoenix había estado siguiendo el rastro de Kuroka, decidido a recuperar el sostén que había robado. Con una agilidad sorprendente, logró alcanzarla en un instante. Kuroka, al darse cuenta de que estaba atrapada, soltó un pequeño grito: "¡Nya!" antes de intentar escabullirse.
"¡Kuroka!" exclamó Raiser con una mezcla de diversión y reproche. "Devuélvele el sostén a Milk."
La nekomata se detuvo en seco, mirando a Raiser con ojos grandes y traviesos. "Pero es tan divertido," protestó mientras jugueteaba con la prenda en sus manos.
Sin embargo, Raiser no estaba dispuesto a dejar que su comportamiento travieso continuara. Con un movimiento rápido, le quitó el sostén de las manos y lo sostuvo en alto. "Esto no es un juego. Milk necesita esto."
Kuroka hizo pucheros, pero sabía que no podía desafiar a Raiser cuando se ponía serio. Con un suspiro resignado, finalmente dejó caer los brazos y murmuró: "Está bien, está bien…"
Raiser le devolvió el sostén a Milk, quien lo recibió con una sonrisa agradecida y un ligero rubor en sus mejillas. "Gracias, amo," dijo ella mientras se lo ponía de nuevo con cuidado, dandole una buena vista de sus pechos copa g a raicer, el cual aun recordaba el desayuno de la mañana.
"Solo asegúrate de mantenerlo cerca esta vez," bromeó Raiser, guiñándole un ojo a Milk antes de volverse hacia Kuroka. "Y tú, deberías pensar dos veces antes de robar cosas que no son tuyas."
Kuroka se cruzó de brazos y frunció el ceño, aunque no pudo evitar sonreír al ver la situación resolverse. "Lo sé… pero es tan tentador," admitió con un tono juguetón.
"Quizás deberías encontrar algo más apropiado para coleccionar," sugirió Mei desde la puerta, observando la escena con diversión. "Algo que no pertenezca a los demás."
Kuroka se encogió de hombros. "Tal vez tengas razón … Pero eso no significa que dejaré de buscar cosas brillantes." Su mirada se iluminó al ver algunos objetos relucientes en la habitación.
Raiser suspiró con una sonrisa resignada ante la naturaleza traviesa de Kuroka. "Solo asegúrate de pedir permiso la próxima vez... bien Kuroka ella es mei Hatsume y..."
"Es mi nueva hermana de harem", la nekomata sonrio traviesa mientras se acercaba a mei. "cuando los vi en el pasillo lo senti, todavía tiene tu esencia en su vientre.....mo, lamentablemente no hay señal de gatitos en su vientre... pero estos gemelos son muy suabes".
Kuroka estrujaba con diversión los pechos de mei. " ¡nya!, tan suaves y grandes, cuando crescas más, serás una copa d igual que yo", dejando de jugar con mei kuroka se acercó a Raiser y lo besó profundamente antes de dejarlo guiar a la confundida Mei.
Raiser y Mei se despidieron de Milk, quien se dirigió a la cocina para preparar la cena. Mientras tanto, Raiser y Mei dejaron a Kuroka para dirigirse a la biblioteca. Al entrar, encontraron a Merlin conversando animadamente con el trío élfico: Olga, Ephildis y Dinelynd. Las elfas estaban sumidas en una charla sobre temas que interesaban a las mujeres de su índole, desde moda hasta los últimos rumores del reino.
"¡Hola, Raiser!" saludó Merlin con una sonrisa radiante al verlos entrar. "¡Y quién es esta encantadora dama?"
Raiser sonrió y presentó a Mei: "Esta es Mei Hatsume,ella se acaba de integrar a niestra familia. Mei, estas son merlin, Olga, Ephildis y Dinelynd."
Las elfas se acercaron rápidamente para saludarla, sus ojos brillando con curiosidad. "¡Encantadas de conocerte!" exclamó Olga mientras extendía los brazos para abrazar a Mei.
Antes de que Mei pudiera reaccionar, fue envuelta en un cálido abrazo por las tres elfas al mismo tiempo. La pobre Mei se sintió un poco abrumada y ahogada entre los grandes y suaves pechos de las elfas. "¡Oh! ¡Hola!" logró decir entre risas nerviosas mientras intentaba liberarse suavemente del abrazo.
"Lo siento," dijo Ephildis con una risa melodiosa. "Es solo que estamos tan emocionadas de conocerte. Raiser nos ha hablado de ti."
Dinelynd asintió con entusiasmo. "Sí, hemos estado esperando tu llegada. ¡Es genial tenerte aquí!"
Finalmente, las elfas la soltaron y Mei respiró hondo, riendo aliviada. "Gracias por la cálida bienvenida," dijo con una sonrisa.
Merlin observó la escena con diversión y comentó: "Parece que ya te han adoptado como parte del grupo."
Raiser sonrió mientras miraba a Mei interactuar con las elfas. "Me alegra ver que se llevan bien."
Las elfas comenzaron a hacer preguntas sobre Mei: su vida, sus inventos y cómo había llegado a este mundo demoníaco. A medida que la conversación avanzaba, Mei se sintió más cómoda compartiendo sus experiencias y sueños.
"Siempre he querido crear algo que ayude a las personas," explicó ella entusiasmada. "En mi mundo, inventé varios dispositivos que facilitaban el trabajo de los héroes."
Olga levantó una ceja interesada. "¿De verdad? Eso suena fascinante. ¿Qué tipo de dispositivos?"
Mei comenzó a describir algunos de sus inventos más notables mientras las elfas y merlin escuchaban atentamente, fascinadas por sus historias.
Mientras tanto, Raiser observaba con satisfacción cómo Mei se integraba en su nuevo entorno donde seria apreciada por lo que era.
Cuando llegó la hora de la cena,aiser, Kuroka, Merlin y Mei se sentaron en el comedor, que estaba elegantemente decorado y lleno de un aroma delicioso que provenía de la cocina. Las elfas y las demás sirvientas se movían con gracia, sirviendo los platos y asegurándose de que todos tuvieran lo que necesitaban.
Mei miró a su alrededor, sintiéndose un poco abrumada pero emocionada al mismo tiempo. Era un ambiente vibrante y acogedor, lleno de risas y charlas animadas. Mientras las sirvientas servían la comida, Mei tuvo la oportunidad de conocer a más mujeres del harem de Raiser.
Primero se presentó Arpio y Apito, las gemelas arpías. Ambas tenían alas brillantes y una energía juguetona que iluminaba la habitación. "¡Hola! ¡Bienvenida al grupo!" dijeron al unísono, sonriendo ampliamente. "Esperamos que te sientas como en casa."
Luego fue el turno de Iris, la lamia arcoíris. Su piel tenía tonos vibrantes que cambiaban con la luz, creando un espectáculo visual fascinante. "Es un placer conocerte, Mei," dijo con una voz suave y melodiosa. "Si alguna vez necesitas algo o quieres explorar este lugar, no dudes en decírmelo."
Finalmente, Rouge, la oni roja, se acercó con una sonrisa cálida. Su presencia era imponente pero reconfortante al mismo tiempo. "No te preocupes por nada aquí," aseguró ella. "Todas somos parte de esta familia ahora."
Mei sintió una mezcla de nerviosismo y alegría al darse cuenta de que todas estas mujeres eran parte del harem de Raiser y que ahora ella también formaba parte de esa dinámica especial. Era un concepto nuevo para ella, pero había algo reconfortante en saber que no estaba sola.
Mientras todos se sentaban a cenar, kuroka tomó la palabra: "Quiero brindar por nuestra nueva hermana Mei. Que su llegada traiga aún más alegría a nuestras vidas."
Las mujeres levantaron sus copas en un brindis entusiasta mientras Mei sonreía tímidamente. La cena comenzó con risas y conversaciones animadas sobre sus días pasados y sus sueños futuros.
A medida que avanzaba la noche, Mei se dio cuenta de lo afortunada que era por estar rodeada de tantas personas fuertes y únicas. Cada mujer tenía su propia historia y personalidad, pero todas compartían un vínculo especial con Raiser.
La cena terminó entre anécdotas divertidas y momentos entrañables. Mei se sintió cada vez más cómoda en su nuevo entorno, disfrutando no solo de la comida deliciosa sino también del sentido de pertenencia que comenzaba a florecer en su corazón.
Mientras Mei caminaba hacia el baño termal junto a las demás chicas, sintió una mezcla de intriga y emoción. Era costumbre que se bañaran juntas antes de dormir o de iniciar la actividad nocturna favoritade todas, y aunque era un nuevo ritual para ella, estaba dispuesta a disfrutarlo.
Merlin, Kuroka, las elfas, la lamia, la oni, la minotauro y las arpías conversaban animadamente entre ellas, pero pronto comenzaron a hacerle preguntas a Mei sobre su vida. "¿Cómo fue tu infancia?" preguntó Arpio con curiosidad.
Mei tomó un respiro profundo mientras recordaba su pasado. "No tuve una familia en el sentido tradicional," comenzó. "Crecí en un orfanato. Era un lugar difícil, pero había algo especial allí." Sus ojos brillaron al recordar. "Al lado del orfanato había un taller mecánico, y allí conocí a un hombre que se convirtió en mi abuelo adoptivo."
"¿Un mecánico?" preguntó Apito con interés. "Eso suena fascinante."
"Sí," continuó Mei con una sonrisa nostálgica. "Él era un mecánico de la vieja escuela, lleno de sabiduría y pasión por su trabajo. Me enseñó todo lo que sabía sobre la mecánica y la creación. Para él, sus creaciones eran como sus bebés, y me inculcó ese mismo amor por crear."
Iris asintió con admiración. "Es hermoso tener a alguien así en tu vida."
"Cuando tuve la oportunidad," siguió Mei, "conseguí una gran beca al impresionar al profesor de apoyo de la U.A. . Desde hace medio mes, soy miembro del salón de apoyo donde estudio y muestro mis creaciones."
Rouge sonrió ampliamente. "¡Eso es increíble! ¿Qué tipo de cosas creas?"
Mei iluminó su rostro al hablar de sus proyectos. "He estado trabajando en dispositivos que ayudan a las personas en su vida diaria y equipo de héroe: herramientas que facilitan tareas cotidianas o incluso pequeños inventos que pueden hacer la vida más divertida." Su voz se llenó de entusiasmo mientras describía algunos de sus trabajos más recientes.
"Quiero mostrarle al mundo quién soy y cómo mis 'bebés' pueden brillar ante todos," concluyó con determinación.
Las chicas la miraron con admiración y respeto. Kuroka sonrió y dijo: "Eres realmente inspiradora, Mei. Estoy segura de que lograrás grandes cosas."
A medida que llegaban al baño, el ambiente se llenó de risas y charlas alegres mientras comenzaban a prepararse para el baño conjunto. Mei sintió una calidez en su corazón; no solo había compartido su historia, sino que también había encontrado un grupo de mujeres que la apoyaban y valoraban sin jusgarla o rechazar su personalidad.
Mientras el agua corría y las risas resonaban en el aire, Mei supo que este nuevo capítulo en su vida. Estaba lista para enfrentar cualquier desafío que viniera, rodeada por estas increíbles mujeres que ahora consideraba hermanas y su hombre el cual la apollaria si dudarlo.