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Chapter 133 - Batalla intensa

De repente, una alarma resonó en toda la sala, interrumpiendo el silencio expectante. Todos los ojos se giraron hacia el monitor principal, donde comenzaron a aparecer múltiples señales.

¡Señor! exclamó el operador con urgencia. Hemos detectado múltiples señales acercándose desde las profundidades… ¡y vienen a gran velocidad!

El capitán frunció el ceño mientras observaba las lecturas en la pantalla. No eran buenas noticias.

¿Cuántas? preguntó, su voz firme pero baja.

Demasiadas, señor… y cada vez más. No tenemos un número exacto, pero se mueven rápido.

Sin vacilar, el capitán dio la orden:

¡Desplieguen las unidades voladoras y prepárense para la batalla! ¡Aventureros listos! ¡No dejen que se acerquen al barco!

El mensaje resonó por todo el buque, y en la plataforma de lanzamiento, Ian estaba ya preparado. El rugido de los motores de las unidades voladoras resonaba en el aire mientras los pilotos corrían hacia sus naves. Ian subió rápidamente a una de las unidades, sus manos moviéndose con familiaridad sobre los controles. A pesar de no haber recibido entrenamiento formal, sus habilidades de manejo, adquiridas del sistema, lo hacían sentir como un veterano en estas maniobras.

Las hélices rugieron y la nave de Ian despegó, elevándose rápidamente por encima de la superficie del agua. Desde las alturas, podía ver cómo las primeras criaturas comenzaban a surgir de las profundidades del océano.

Y allí, entre las agitadas olas, lo vio. Un pulpo gigantesco emergía del abismo, sus tentáculos retorciéndose y avanzando con una fuerza descomunal hacia la flota. Las enormes ventosas del monstruo brillaban bajo la luz del sol, y cada movimiento de sus extremidades era un recordatorio del poder que poseía.

Desplegar torretas murmuró Ian mientras sus dedos se deslizaban con precisión sobre los controles de la nave.

Las torretas automáticas de su unidad giraron y dispararon ráfagas de energía hacia la criatura. Los proyectiles atravesaron el aire, impactando en los tentáculos del pulpo. La bestia se sacudió, pero no detuvo su avance.

El cielo se convirtió en un campo de batalla. Las unidades voladoras, pequeños puntos en comparación con las colosales criaturas marinas, maniobraban entre los ataques. Los aventureros podian usar las naves disparaban sin descanso, tratando de mantener a raya a los monstruos que seguían surgiendo desde las profundidades. Ian, con la mirada fija en el pulpo gigante, maniobraba su nave con precisión milimétrica, evitando los tentáculos mientras seguía disparando.

El cielo sobre el océano era un caos total. Las naves voladoras, pequeñas y ágiles, danzaban entre los ataques de las criaturas que emergían desde las profundidades. Ian, en su unidad voladora, se mantenía concentrado, esquivando los enormes tentáculos del pulpo gigante que lo acechaba. A su alrededor, los disparos de energía cruzaban el aire, impactando en los monstruos marinos, pero estos seguían llegando, implacables y en mayores números.

¡Son demasiados! gritó uno de los pilotos a través del comunicador, su voz entrecortada por la tensión. No podemos contenerlos por mucho más tiempo.

Ian observó cómo los aventureros desplegados desde el buque de guerra luchaban ferozmente. Las criaturas del océano no eran simples bestias; estaban siendo controladas por las sirenas. Ian lo notaba en la precisión de sus movimientos, en cómo atacaban en coordinación para intentar desbordar las defensas de la flota. El pulpo gigante que lo atacaba no era la única amenaza, pero era la más cercana.

Con una maniobra rápida, Ian inclinó su nave hacia la izquierda, evitando el golpe de uno de los tentáculos que había caído como una enorme garra desde el cielo. Giró los controles, y las torretas de su unidad voladora dispararon una ráfaga concentrada de proyectiles de energía, dirigiéndose directamente al cuerpo del pulpo. Esta vez, la criatura soltó un rugido subacuático, y sus movimientos se hicieron más erráticos, pero aún así, no retrocedía.

¡Necesitamos más apoyo! gritó Ian por el comunicador. ¡No puedo derribarlo solo!

Desde la cubierta del buque de guerra, las torretas automáticas del barco comenzaron a disparar también, intentando ofrecer respaldo a las unidades voladoras. Las explosiones de los proyectiles iluminaron el cielo y el agua, creando un espectáculo de destrucción en medio del océano. El pulpo gigante finalmente cedió ante el ataque combinado, hundiéndose lentamente en las profundidades, dejando un remolino de agua oscura tras su desaparición.

¡Objetivo eliminado! confirmó Ian, su respiración agitada. Pero no había tiempo para descansar.

Desde los monitores de su nave, Ian pudo ver lo que parecía ser un enjambre de nuevas criaturas marinas acercándose. Esta vez, no solo eran pulpos gigantes, sino tiburones colosales y criaturas sin nombre que parecían sacadas de las pesadillas más profundas. Las sirenas las dirigían, lanzándose hacia la flota con una fuerza devastadora.

Aquí vienen de nuevo susurró Ian, ajustando los controles y preparando sus torretas.

El aire se llenó de nuevo con el estruendo de los cañones y los disparos de energía. Las unidades voladoras intentaban mantener el control del cielo, mientras el buque de guerra luchaba por protegerse de las criaturas que trataban de hundirlo. Las sirenas, desde las sombras del océano, no solo confiaban en sus monturas; lanzaban hechizos que desestabilizaban el agua, creando corrientes traicioneras que atrapaban a algunos de los aventureros y los arrastraban hacia el fondo.

¡Mantengan sus posiciones! gritó el capitán desde el buque. ¡No dejen que se acerquen más!

Ian maniobraba con agilidad, lanzando disparos precisos hacia los tiburones gigantes que se aproximaban. Uno de ellos, una bestia colosal con dientes como cuchillas, abrió sus fauces e intentó abalanzarse sobre una de las naves aliadas. Ian actuó rápido, disparando una ráfaga de proyectiles directamente a la mandíbula de la criatura. El tiburón emitió un rugido y se sacudió en el aire antes de caer de nuevo al agua, su cuerpo destrozado por el ataque.

¡Uno menos! gritó Ian, su vista moviéndose rápidamente hacia el siguiente objetivo.

Pero las sirenas no se daban por vencidas. Ian las veía moverse bajo el agua, coordinando sus ataques con una estrategia despiadada. Había algo más en marcha, algo que las hacía pelear con tanta determinación. Aunque habían lanzado todo tipo de monstruos marinos contra ellos, era evidente que planeaban un golpe más contundente.

Las defensas del buque de guerra seguían resistiendo, pero los aventureros comenzaban a cansarse. La cantidad de criaturas era abrumadora, y por cada monstruo derribado, dos más tomaban su lugar.