Chereads / ZERO-ONE / Chapter 4 - EL GENERAL RIFFER

Chapter 4 - EL GENERAL RIFFER

Observaba las llamas desde la distancia. Su delgado cuerpo y ancho pecho se agrandaba con su uniforme gris oscuro, el dorado emblema del Imperio Kantiano se dibujaba en su saco, que poseía un color negro en la parte de los hombros resaltando dicho símbolo de poder. Sus ojos azules brillaban debido a la demoniaca alegría que sentía al ver aquella colonia, compuesta por esos mansos cobardes, arder. Esbozando una sonrisa, el General Riffer de la octava legión del Imperio Kantiano, se acomodó su grisácea gorra de visor negro con una franja roja al centro, dejando ver un poco de su plateada cabellera. No era secreto para nadie que el Imperio Kantiano odiaba a muerte a la Alianza Interplanetaria. Aunque físicamente fuesen similares a los Humanos, los Kantianos eran el doble de fuertes que sus contrapartes y el doble de inteligentes. Para el Emperador Kant, la Alianza era un grupo de imbeciles con buenas intenciones y nada de sentido común. En un principio los Kantianos eran como los Humanos, tuvieron sus mismos ideales, sus mismos sueños y sus mismas esperanzas. Hubo un tiempo en que los Kantianos fueron el ejemplo fisico de que la igualdad junto a la democracia y la libertad podían ser posibles dentro de un mundo futurista. Sin embargo, cuando tuvieron contacto con las demás especies Extraterrestres, estas no tardaron en demostrarles lo equivocado que ellos estaban. No existían civilizaciones avanzadas buenas en el firmamento, solo conquistadores y conquistados. Las grandes civilizaciones de antaño siempre crecían, se volvían poderosas, tenían una edad de oro solo para terminar desapareciendo o encontrarse bajo la bota, pata, pie o lo que diablos tuviesen quien los oprimía. Para ellos la bondad era un mito, la confianza era una estupidez y la amistad algo completamente indescifrable. La Republica Kantiana que debía representar lo mejor de su civilización terminó corrompiéndose y declarando guerras a lo tonto contra otras naciones y especies. Tras el asesinato de Kaister, el gran amigo del pueblo, por parte de los mismos senadores, Kant tomó el control de la armada y mandó a ejecutar a aquellos traidores al pueblo. Tras haber acabado con el último reducto de democracia que pudo existir, Kant se hizo con el poder teniendo la bendición de su pueblo, y dijo en voz alta: 

"El poder es nuestro dios " colocándose la corona en su cabeza, gritó: "¡Y YO SOY EL PODER!" todos aplaudieron ante su nombramiento, las demas especies temblaron porque eso significaba que los "Ingenuos Kantianos" Habían aprendido la lección que ellos querían que aprendiesen, una lección que solo los llevó a ser ejecutados, esclavizados y torturados para la diversión de las masas del gran Imperio Kantiano. Al final las demás especies se arrepintieron y lloraron amargamente por no haberlos dejado soñar y terminar por despertarlos a su cruel realidad, debido a que esa acción finalizó en su genocidio. 

Genocidio, un placer orgásmico recorría el interior del General Riffer al oír aquello. Tocándose el pecho, trató vanamente de reprimir ese placer que era indescriptible porque nacía de su propia y corrupta alma. Intentando recobrar su compostura, se obligó a pensar en la Alianza. El primer contacto fue mera casualidad. La nave insignia de la Alianza, el Águila Espacial, se topó con ellos por accidente durante su viaje de exploración. El capitán de la nave, junto a dos imbéciles, trató de liberar a unos prisioneros. El Almirante Kabar pudo capturarlo e intentar romperlo. Hubiese sido mejor que Kabar lo matara en aquel momento, pero el orgullo Kantiano a veces podía ser un arma de doble filo debido a lo tentador que era el destruir moralmente a una persona. Sin embargo, aquel capitán fue demasiado fuerte para Kabar y antes de que pudiese romperlo, el Águila Espacial logró encontrar un modo de destruir una parte importante de su nave. Kabar quedó a merced de aquel Capitán quien, en lugar de matarlo, decidió perdonarle la vida en señal de piedad y de demostrarle que su modo de pensar era el correcto. Cuantas nauseas le provocaban esos Aliados, cuanto asco y odio poseía hacia ellos.

Obviamente Kabar no iba a dejar eso así e intentó múltiples veces acabar con el Capitán hasta que finalmente este se hartó de él y lo venció en un combate final en donde la nave iba a explotar. Kabar esperaba que por fin aprendiese la lección, pero el Capitán simplemente le dijo que no lo mataría, pero tampoco se molestaría en salvarle el pellejo. Finalmente, la nave de Kabar junto a su capitán fueron destruidos en aquella explosión. La guerra contra la Alianza había comenzado.

Una guerra que en ese momento parecía que no tenía fin. Aquellos desgraciados parecían interesados en mantener ese conflicto en un punto muerto la cantidad de tiempo que les fuera posible. Los Kantianos sabían que, si la Alianza lo deseaba, podían acabar con el imperio en cuestión de meses, pero esos estúpidos siempre pedían por la paz, siempre exigían al imperio que se rindiese y siempre mantenían las distancias, al punto de que los mismos Kantianos empezaban a molestarse con los Aliados al considerarlos no solo débiles sino guerreros sin honor, que parecían disfrutar de estar constantemente fastidiándolos.

La Batalla de Akrigar tendría que haber sido el final de todo, fuese para el imperio o para la Alianza, pero ellos decidieron hacer un tratado diplomático en donde el Imperio se comprometía a no tocar territorios de la Alianza, tratado que el Imperio no estaba dispuesto a respetar, pero la Alianza siempre hacía de oidos sordos ante sus ataques, al fin y al cabo los Zeros, los Rangers Espaciales y la maldita Águila Espacial junto a los Mechas de Batalla eran más que suficiente como para mantener a esos revoltosos de los Kantianos a raya. 

- Señor- le habló uno de sus hombres a sus espaldas, dándose vuelta, Riffer se encontró con un miembro de la colonia. Estaba herido y con las ropas desgarradas. Con un tono neutro y amenazador, el soldado le dijo- tenemos un prisionero

Esbozando una sádica y tétrica sonrisa, Riffer le contestó:

- Excelente, llévenlo al sector 710, quiero empezar cuanto antes con él

- sí, señor- asintió el soldado llevándose al joven padre del pequeño Tom hacia una sala en donde ocurría algo peor que cualquier tortura que pudiese existir

Viendo la Colonia que aún se encontraba en llamas, Riffer dijo en voz baja:

 - Vamos a ver qué tan virtuosos son en realidad cuando le enseñe la realidad a uno de sus civiles, Aliados estúpidos

Sin poderse contener, Riffer comenzó a reírse a carcajadas mientras volvía a sentir ese sádico placer recorrer todo su cuerpo.