Una noche fría, una de esas donde la piel está de gallina y desearías estar hasta cerca del sol, el cielo nublado, el sonido de relámpagos haciendo eco, probablemente lloverá en algunos minutos. En la oscura carretera, en este urbano lugar, una persona completamente desnuda, con su piel todo sucio en mugre, cabello hecho un desastre y caído hasta el cuello, solamente con un enorme pedazo de trapo viejo cubriendo su cuerpo, caminaba por la acera de estas solitarias calles en dirección a donde el viento lo llevará. Su rostro mostraba falta de sueño y complexión delgada que estaba pasando por una necesidad de hambre.
El extraño caminaba, el suelo estaba frío, sus pasos pesados, se tambaleaba con cada uno, mirada perdida en la nada... estaba claro que muchas cosas han pasado, este individuo que parecía un vagabundo la a tenido algo difícil últimamente. De vez en cuando algún que otro auto pasaba, quizás los conductores lo veían, quizás no, realmente no importaba para él, daba igual; el viento se estaba haciendo cada vez más fuerte, se aferraba a su enorme pedazo de saban, tratando de mantenerlo, gruñó por lo bajo, irritado, de repente un auto se detuvo, música pop venía de ésta, al detenerse, el vagabundo hizo lo mismo y miro con una expression de curiosidad e disconformidad a la pareja que se encontraba ahí dentro.
—Hey, amigo.—Dijo el hombre. Una persona joven, bien peinado, sonrisa amigable, expression relajada, ropas casuales. Su mirada era analítica ante el vagabundo.
—... ¿Qué?
—Hm, ¿Qué te paso?, te veo...—lo miró de arriba a abajo, analizándolo.—... con ciertos inconvenientes.
—David, no seas grosero.—dijo su pareja, una mujer joven, rubia, con maquillaje y labios carnosos, su vestimenta algo reveladora.—¿No ves que el pobre seguro no tiene hogar?—lo miró, echándole el ojo.
—No estoy siendo grosero.—recalcó el novio y fijo su mirada de vuelta en él.—¿A donde vas, amigo?
—... A cualquier sitio.—contesto, tardando unos segundos pero siendo sincero.
—¡Excelente, nosotros también!—dijo, exaltada la mujer.
—Si quieres puedes acompañarnos.—dijo el hombre, encendiendo un cigarro.—Digo, ya que estamos en las mismas.—Calo de su cigarro y lo miró, amigable.—¿Qué dices?
El contrario lo pensó; había algo surreal aquí, estaba en medio de una oscura carretera, y ahora estaba siendo recogido por una pareja que se veía normal pero excéntrica en cierto modo, ¿o algo así?, no sabía como describirlo de manera correcta, pero había cierto tipo de vibra en esa actitud tan casual de ambos. Sin embargo, no tenía nada que temer, y pensó que quizás era solo una oportunidad de un millón.
—Está bien.—dijo el pelinegro.
—Estupendo, entra.—dijo el hombre mientras el pelinegro se subía al auto.—Hay algo de ropa ahí, mira a ver si algo te sirve.
Al entrar, el muchacho vio un bulto, al abrirlo, encontró ropas tanto masculinas como femeninas. Indagando, pudo encontrar algo que ponerse, ropas casuales, le quedaba un poco holgado pero nada de lo que preocuparse.
Sin notarlo, mientras se cambiaba, podía sentir la mirada de la novia del conductor, devorando cada parte de su piel que podía darse a la luz. Cuando se pudo acomodar en el asiento, David rompió el silencio preguntando:
—¿Cuál es tu nombre?
El pelinegro tardo unos segundos para contestar a esa preguntar.
—... Jack.
—Jack.—repitió David.—Mi nombre es David y ella es Martha. Mi novia. Aunque planeamos casarnos en unos meses, ¿no es así, amor?—le sonrió con ternura y agarró la mano de su pareja, acariciándole.
—Claro, cariño.—dijo, devolviendo la misma sonrisa.
—¿De donde vienes, Jack?, digo, este lugar está un tanto alejado de las grandes ciudades.
—Me crie en una granja.—respondió de inmediato.
—¿Enserió?—se sorprendió David.—No esperaba eso. Mi abuelo tenía una granja, debe ser un gran trabajo, ¿hm?, despertarse temprano, hacer los quehaceres y todo eso.—decía David.
Jack solo asintió, escuchando atentamente todo lo que decía David, quien mientras hablaba, su mirada permanecía fija en la carretera, podía notar como de vez en cuando Martha y David miraban por el retrovisor a Jack, como si lo tuvieran en la mira. Había un extraño silencio y inconformidad colgando en el aire. Jack pensó que solo estaba siendo paranoico, después de todo ellos dos eran unos extraños, es natural que se sienta incómodo y con la guardia alta, además de que ya de por sí no suele ser confiado.
—¿Y porque estabas desnudo en medio de la nada, Jack?—Tocó finalmente el tema David.
Jack trago saliva, nervioso, aunque no mostraba su inconformidad, esa pregunta casi lo hace dar un pequeño brinco, a pesar de que ya lo esperaba. Intento pensar en algo rápido, pero solo podía oír el latido de su corazón acelerarse, decidió mantener la compostura y no dejarse llevar por su estado actual.
—Es una larga historia, creo que no les gustaría oírlo.—contestó, claramente evadiendo la pregunta y sonriendo falsamente para no mostrar su inconformidad.
—Tenemos todo el viaje para escucharte, cariño.—dijo Martha mientras revisaba su bolso.
—Martha tiene razón, cuéntanos porque un granjero estaría desnudo de la nada en esta carretera.—dijo David.
Jack era consciente de que iban a ser persistentes pero estaba hasta sudando un poco ante eso. Jack estaba tratando de pensar en una forma de explicar su tan fuera de lugar situación, hasta que llegó a una solución pero antes de hablar, David dijo:
—... Hm, creo que te estamos presionando mucho, ¿no?, lo lamento, Jack.—dijo, amable como siempre.
Pero Jack no quería que pensarán algo raro de él, desde hace rato han estado analizándolo y este no quiere dejar una mala impresión, puede ver que son perceptivos, quizás más de lo que el propio Jack piensa.
—No, no, les diré, es solo que...—pauso por unos segundos, Jack. Martha y David ahora estaban interesados. Jack suspiro.—... Soy un vagabundo y adicto... por eso, estaba desnudo, solo soy un drogadicto y-
—Suficiente, entendemos.—interrumpió David.—Sé nota que los has pasado mal.
—Pobrecito.—musito Martha.
Jack se sintió aliviado al oír eso, se hecho para atrás y se relajo en el asiento. Nuevamente el silencio reino en el auto, mientras esto pasaba David conducía tranquilamente, hasta que se detuvo. Estacionadose en una parte de la carretera, Jack estaba confundido, pero al ver a su alrededor se dio cuenta de que había un área boscosa a lo lejos, antes de que si quiera pudiera cuestionar lo que estaba pasando, Martha ya le estaba apuntando con una pistola, David se estaba desmontando del coche, llendo hacía el baúl para tomar un enorme bulto.
Era tan surreal, de un momento a otro pasaron de simplemente estar conversando a ahora ser un rehén de una pareja de asesinos. David y Martha son una pareja de criminales cuyo pasa tiempo es recoger gente en la carretera o tener citas atraves de contactos por Internet para así poder conseguir víctimas fáciles a las cuales hacer los que les plazca. Jack se volvió una de éstas víctimas. En un inicio se encontraba asustado, no esperaba nada esto, era desconfiado pero nunca pasó la posibilidad de ser el rehén de dos asesinos así de la nada.
Jack estaba caminando en medio, Martha estaba detrás apuntando con el arma, David caminaba por delante, el viento de esta penumbra noche es frío y dejaba la piel de gallina. Jack estaba analizando la situación, nervioso, cualquier otra persona pensaría que no hay escapatoria en esta situación, pero esa persona no es Jack. Él no quería tener recurrir a esa opción pero no había de otra; deteniéndose de golpe, Martha hizo lo mismo y David se percato de la acción del pelinegro.
—No te detengas, sigue caminando.—exclamó Martha, claramente molesta por Jack.—Haz lo que te digo, desgraciado.—casi vocifera, amenazando con sutiles movimientos del arma y desesperada porque Jack no hacía lo que ella pedía.
—No iré a ninguna parte.—se rehusó Jack.—Pueden irse bien a la mierda.—gruñó.
—¡¿Disculpa?!—se sobresalto, furiosa.—¡¿Sabes con quienes te estas metiendo?!, ¡será mejor que hagas lo que te digo o te vuelo los sesos ahora mismo!
Cada vez que Martha exclamaba enojada, Jack podía notar la intensidad y sed de sangre fluyendo en sus ojos, así como las arrugas que ella tanto buscaba ocultar con maquillaje se dejaban más al descubierto, además de que sus dientes no eran los más higiénicos que se pueda decir, juraría que había uno rojo por la mitad. A pesar de su actitud, Jack no mostraba señales de acceder a sus peticiones. David suspiro, quien de los tres era el más sereno.
—Jack, no quieras hacerte el rudo, amigo. Sabes que no funcionará.—dijo el mayor, con una voz tranquila y tono frío.—Nadie puede salvarte.
David puso una mano sobre el hombro de Jack, lo cual el pelinegro contestó con un repentino puñetazo en la cara suya. El golpe fue lo suficientemente fuerte para hacerlo caer. Martha al ver tal acción, se sobresalto y en un arranque de furia, le disparo a Jack, cuatro veces con su mágnum.
El cuerpo de Jack cayó de repente, su espalda golpeó el suelo. Martha jadeo y fue a socorrer a su pareja.
—¡David, ¿estás bien?!—ella lo ayudo a levantarse.—¿No te lastimo tanto?—preguntaba en un tono dulce.
—Estoy bien pero...—David miró el cuerpo de Jack, suspiro, decepcionado.—... Fue solo un golpe, no debiste de matarlo. Ahora no podremos divertirnos con él.
Eso era lo que quería el sádico de David, tener unos momentos con Jack, verlo sufrir y estremecerse de dolor. Pero ya no podrá ser así.
—Perdón, es que... cuando vi que te golpeó...
—Tranquila, Martha, no hiciste nada malo.—dijo y acaricio su cabeza como si ella fuese un infante. En el fondo David estaba soportando la idea de gritarle a Martha por lo que hizo, ya han sido varias veces que a corregido su actitud tan volátil en momentos como este.
Fue en ese momento que el sonido de huesos crujiendo los interrumpió. La pareja miró la dirección de donde venía esto, era Jack, su cuerpo estaba temblando, huesos estremeciendose, crujiendo como si se estuvieran rompiendo, podían observar venas palpitantes volviéndose más grandes al punto de tornarse de un color oscuro, el como sus músculos de desgarraban, como si estuviera sufriendo un ataque de epilepsia, su cuerpo temblaba y se retorcía violentamente mientras sonidos de dolor y quejas sabían de los más profundo de su ser.
Lo que estaban presenciando era algo irreal y terrible, no sabían lo que le estaba pasando a Jack, aquel vagabundo que recogieron, su cuerpo se estaba deformando hasta convertirse en una forma amorfa de carne y músculo, pelo estaba creciendo, una nueva piel nacía, los sonidos de dolor que se habían convertido en gemidos y gritos de agonía, pasaron de eso a ser gruñidos, como si de una bestia se tratara.
La pareja de asesinos, viendo como Jack se estaba convirtiendo en una especie de monstruo, decidieron comenzar a correr despavoridos por la inusual escena que quedara grabada en sus mentes, lograron alcanzar el auto, entrando, David aceleró a toda potencia, pisando con todas sus fuerzas el acelerador, sin embargo, antes de que el auto pudiera si quiera arrancar, algo lo detuvo, la pareja se sobresalto cuando el auto fue levantando desde la parte trasera con mucha facilidad.
Unas enormes manos, peludas, con largos dedos y garras, apretaron la parte trasera del auto y lo destruyeron por completo. Martha grito desesperada, asustada, en un movimiento de miedo, la tipa salió del auto y cayó de cabeza en el suelo, lastimandose la frente, sangre brotaba de la herida, el monstruo dejó caer el coche, Martha levantó la mirada y se encontró con un enorme hombre lobo.
De complexión delgada pero figura todavía imponente, su pelaje grueso y oscuro, sus extremidades largas, sus manos grandes, mostraba sus colmillos y sus ojos rojos brillaban en la oscuridad con bastante intensidad. Este es Jack, el hombre lobo, un ser que mide 2 metros, estaba de pie ante aquellos que se supone iban a ser sus "cazadores" pero ahora son sus presas.
—Miren como se cambiaron las tablas.—dijo con una voz profunda, acercándose a Marth, cuyo maquillaje estaba completamente corrido debido a las lágrimas que bajaban a todo vapor mientras jadeaba. David estaba perplejo ante lo que estaba pasando, no se esperaba esto, para nada, nadie lo hacía.
—P-por favor...
—¿Qué?—miró el lobo a Martha, casi con una pequeña sonrisa macabra en su hocico.—¿Quieres piedad?—se quedó mirándola en silencio por unos segundos. Bufo.—Me preguntó cuantos te la pidieron a ti, Martha.
El hombre lobo, con una de sus garras, tocó su frente, ladeando la cabeza de la mujer. Siendo Martha una mujer de dejarse llevar por sus emociones, no tardo en tomar su arm de nuevo de vaciar todas las balas restantes de mágnum en él. Pero esta vez fue en vano, los músculos de Lobo son tan gruesos y grandes que las balas solo rebotaron su cuerpo, y más si tomamos en cuenta su grueso pelaje. Lobo sonrió.
—Que bonito, intentando defenderte.—miró a David, quien estaba anonadado y en shock, luego fijo sus ojos en Martha de nuevo.—Bueno, es una lástima. Pero ya saben lo que dicen, no confíes en extraños.
Jack es un hombre lobo, sufriendo de lo que viene siendo locatropia. Jack puede transformarse en un hombre cuando quiera, aunque supuestamente en su forma de Lobo es más fuerte bajo la luna llena, el problema es que cada que vez de transforma, el proceso es demasiado doloroso, el dolor de la metamorfosis es tan infernal que desearía morir en medio de eso. También está la razón de que odia convertirse en un hombre lobo, si bien se siente poderoso, grande, fuerte y invencible siendo un lobo, aparte de que más libre y suelto, no le agrada estar en esa forma, tan abominable. Al hacerlo, se está convirtiendo en el origen de todos sus problemas y en aquello que lo a dejado traumatizado de por vida.
A pesar de todo, todavía tiene sus beneficios o conveniencias, como el hecho de que es inmortal en cierto modo. No importa si Jack muere en su forma humana, este se convertirá en Lobo como una medida de autodefensa. Desde hace un tiempo a estado deambulando en este mundo, solo.
Completamente solo.
Luego de encargarse de Martha y David, volvió a su forma original, tomando algunas ropas de estos, las cuales estaban desgastadas, Jack se marchó en medio de la noche, dejando atrás un destrozado auto con dos irreconocibles cadáveres ahí dentro.
Nuevamente Jack se encaminó en este mundo, en su travesía por estos lares; el mundo a cambiado un poco, o mucho dependiendo de como quieras mirarlo, este es el año 2030, a diferencia de lo que muchos pensarían no es para nada futurista, no hay autos voladores, no hay tantos modelos nuevos que llamen la atención, parecen más de lo mismo, alguna que otra guerra ya a pasado en otros sitios, o ya a empezado en algún otro solo que nadie lo sabe. Como sea, vivir en los Estados Unidos sigue siendo la misma porquería de siempre.
Jack siempre evita tener que andar por las grandes ciudades, prefiriendo estar en zonas rurales o lejos de la civilización, es mejor mantenerse excluido y alejado de los sitios tan poblados, así como es mejor evitar problemas y mantener un perfil bajo, aunque pueda ser difícil hacerlo sabiendo lo peligroso que es el mundo exterior, tan solo con la experiencia anterior es más que claro que se verá en situaciones donde estará orillado a transformarse en lo que más detesta.
Luego de básicamente dos días, Jack logró llegar a un pequeño pueblo, lugar donde dormiría en callejones y buscaría comida en basureros, hace tiempo que no tiene una buena comida. A veces al transformarse en hombre lobo, su mentalidad puede cambiar, su actitud volverse algo más salvaje, dejándose llevar por un instinto primitivo, puede llegar a comerse una que otra parte de un ser vivo, más teniendo en cuenta el ayuno que estaba pasando. Aunque Jack este consciente siendo esa enorme bestia, al volverse un humano, le cuesta recordar las cosas que a hecho siendo esa enorme bola de pelos.
A veces era así y aveces las imágenes venían a su cabeza de la nada, ya sea en pesadillas o en momentos como este donde su estómago comenzó a dar vueltas y sentía la necesidad de vomitar al las memorias sobre cómo su hocico estaba masticando parte del torso de Martha, machacando con facilidad su carne, huesos y devorando sus órganos, así como comerse la mitad del cráneo de David; lamentablemente para Jack, los recuerdos venían acompañados de cada sonido provocado, aumentando las ganas de vomitar de Jack quien no tardo en hacerlo. Este acto llamó la atención de algunas personas que pasaban por la acera.
No importaba que tanto lo intentará, nunca se acostumbrará a eso, jamás lo hará. Pero no es como que eso lo detendrá, sin importar lo enfermizo y bizarro que puede ser esto, Jack solo se concentra en sobrevivir y mantenerse aislado del mundo. Aunque al mismo tiempo lo odia, por más acostumbrado que este en ser un indigente, desearía poder tener ñas comodidades que tienen hasta los de clase media baja.
En su estadía en este pueblo, Jack se a dado cuenta de varias cosas importantes: el lugar se siente tranquilo pero las personas, por más que te encuentres a alguien calmado, pueden llegar a ser algo agresivas algunos. Siendo realistas, es normal que el mundo se encuentren todo tipo de personas y cualquiera que quiera venir a dárselas en alguien que no es; Jack ya a recibido los malos tratos de algunos, una vez un cocinero le lanzó agua hirviendo cuando lo encontró husmeando en su basurero, en otra ocasión se introdujo en el patio de una casa que parecía estar abandonada, al final resultó no estarlo tanto porque apareció un anciano, ex-verterano de guerra, armado con una escopeta que no temía en usar en quien sea hasta en el mismo. No todos poseen esa falta de hospitalidad, algunas personas de buenas intenciones le han dado la mano de vez en cuando.
Otra cosa de la que percatarse son las pandillas. El lugar tiene pandillas que hacen y deshacen cuando quieren, algunas más que otras. Jack nunca se a encontrado con algunas de estas, de hecho el único enfrentamiento que a tenido fueron con unos jóvenes borrachos, los cuales quisieron tomarlo como un objeto de burla en la madrugada cuando solo estaba durmiendo en un banco del parque. Jack no necesita transformarse en Lobo para encargarse de cosas como estas, no hay nada que un par de golpes, palos y piedras no puedan resolver.
Aparte de eso, no faltaba que también otros vagabundos quisieran pasarse de la raya o ponerse violentos con él, pensando que Jack quería quitarles su territorio. Pero esto solo pasaba de vez en cuando con pocos de la misma calaña. Por el momento Jack se encontró con un grupo de vagabundos quienes le permitieron quedarse en su escondite por algunos días.
Han sido solo cinco semanas desde que Jack está en este pueblo, por ahora nada del otro mundo a pasado. Nada malo a excepción de las recurrentes pesadillas que no permiten a Jack dormir en paz. Todo estaba corriente, hasta que llegó el día en el que Jack le robo la billetera a una señora; al final del día, Jack no es como que sea un buen tipo o un mal tipo, pero no es alguien que este indispuesto a romper la moralidad para obtener algo a su beneficio, después de todo es solo un sobreviviente más del montón. Sin perder tiempo, Jack fue a la primera tienda que vio para poder comprarse algo bueno y comer finalmente algo decente por lo menos. Fue en ese momento que Billy Knife entró a la tienda y lo demás ya es historia; un disparo, una muerte más.
Jack no puede creer que recibiría otra bala más allá de las que Martha les había propinado hace semanas atrás. El estado de muerte es algo extraño, sentir su cuerpo inerte, frío, pero todavía siente una parte de él consciente, es el Lobo dentro de él, la bestia. De no ser por esa criatura, Jack ya sería otro cadáver más tirado en cualquier lugar.
Una vez se transformó, por más doloroso que fuese, era necesario. Por más que Jack lo deteste por cuestiones personales, la sensación de ser alguien poderoso y grande es contagiosa hasta para él. No sólo su cuerpo sufre una metamorfosis, su mente también, el instinto primitivo latente y agitando cada parte de su ser, guiando cada fibra de si mismo para continuar adelante, el sabor a la sangre corriendo por su garganta junto a grandes toneladas de carne de sus víctimas devoradas, es asqueroso, lo detesta, pero ahora mismo no, en este momento se siente bien, la adrenalina, el instinto, los sentidos completamente agudizados, ahora mismo es un cazador, un monstruo, una bestia, es invencible, imparable, una tormenta viviente arrasando con todo a su paso como un huracán; eso es el hombre lobo, donde sea que vaya habrá problemas y muerte.
Jack, o Lobo, estaba de cacería, el olor de Billy Knife estaba impregnado en sus fosas nasales, puede reconocer el perfume viejo viniendo de aquel rubio que lo asesino en la tienda.
Lejos, fuera del pueblo, se encontraba una lujuriosa mansión donde se estaban reuniendo personas de dinero, gente trajeados de forma elegante, gracias al dinero ganado de manera ilegal. Bebidas caras, mujeres exóticas, música que quedaba perfectamente en el ambiente; Billy Knife fue a este lugar, cuyo es la casa de vacaciones del capo para quien trabaja, el pandillero mantuvo sus relajadas facciones y apago su cigarro, ignorando a la mayoría de gente aquí, se abrió paso atraves y encontró a su jefe.
—Gambino.
La voz de Billy llegó a los oídos del moreno con poco cabello, un hombre de baja estatura y traje elegante se dirigió hacia Billy.
—Billy, mi muchacho.—le otorgó un par de palmadas en el hombro.—No esperaba verte tan pronto.—le sonrió.—¿Cómo has estado?
—Podría estar peor.—dijo, seco.—Veo que te estás divirtiendo.—sus ojos viajaron por los alrededores por un momento, tomando en cada detalle en pocos segundos.—Bonita fiesta, jefe.
—Hay que celebrar, después de todo el cuerpo es viejo pero espíritu joven.—le sonrió el hombre de bigote.—Me imagino que todo a estado yendo bien con el negocio, ¿no?
—Lo está.—asintió.—Pero estamos teniendo problemas.
—¿Qué?—preguntó Gambino, serio ahora.—¿De qué se trata?
—Nada serio, solo lo típico, problemas con otra pandilla.
Al oír esa frase, Gambito sabe perfectamente lo que Billy quiere. Sin decir más, le hizo un gesto para seguirlo, también a unos guardias para que lo siguieran, caminando atraves del lugar, se dirigieron a un sótano, los guardias encendieron las luces, el lugar era grande, había una enorme mesa en medio, cajas por cada esquina, estaba claro que este era un sitio de reuniones. Gambino tomó asiento y los guardias posaron enormes maletas en la mesa, al abrirlas mostraron el arsenal de armas que tenían y las otras tenían municiones.
—¿Es suficiente?—cuestionó, mirando a Billy.—Solo toma lo necesario, realmente dudo que esa pandilla con la que tengas problemas tenga si quiera el armamento que te puedo otorgar.
—Gracias, jefe.—dijo Billy, tomando en sus manos una escopeta.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo, muchacho. Eres alguien muy diligente.
Billy y Gambino tienen una buena relación, después de todo, Billy nunca le a fallado a Gambino a la hora de hacer sus deberes.
Sin embargo, mientras Billy y Gambino estaban en el sótano, un estruendo y bullicio que era la combinación de gritos de horror les interrumpió, provenían de arriba, las mujeres estaban gritando, disparos se podían escuchar a quema ropa, como si de una guerra se tratara. Tanto Billy como los guardias tomaron armas, hasta Gambino quien maldecía por lo bajo pensando que se trataría de el ataque de enemigos.
Llegando casi a la sala principal, uno de los hombres de Gambino, despavorido, cruzo la esquina, se veía aterrorizado, como si hubiese visto algo fuera de este mundo.
—¿A donde crees que vas?—lo detuvo Gambino.—¿Qué está pasando?, habla rápido.
—H-hay un monstruo, ¡un monstruo!—decía con pupilas dilatadas y piel pálida.—¡Tenemos que correr!
—¿Un monstruo?
—¡Si, es enorme!—vocifero y empezó a huir también.—¡Corra, jefe, corra!
Pero antes de si quiera poder huir, unas enormes manos atravesaron la pared, llegando hasta el guardia y tomando una gran porción de su cuerpo, para así aplastarlo entre sus manos. La escena dejó paralizados a los presentes, un enorme hombre lobo se postraba ante ellos, cuyos ojos carmesí buscaban a alguien en específico hasta que su nariz dio en el clavo.
—... Tú.—observo a Billy.
Los guardias y Gambino no tardaron en reaccionar ante la presencia de tal monstruo, apuntaron sus armas, dispararon, no sirvió de nada, las balas rebotaron, el Lobo con simples movimientos se encargo de ellos, acabando con sus vidas. Billy fue quien escapo, no tardo en hacerlo al oír su nombre salir de la boca de esa bestia.
Billy Knife es sabido y conocido por ser alguien temible, despiadado, cruel, una persona que no le temblaba la mano a la hora de hacerse cargo de alguien, pero, ¿ahora que es Billy?, nadie, solo una persona más escapando por su vida. Para no morir. Billy logró irse afuera, yendo directo hacia su motocicleta, la encendió, arranco, a toda velocidad, aunque logró abrirse camino y lograr salir de la zona boscosa, miró en el retrovisor y luego para atrás, el Lobo ya estaba en su espalda, era demasiado rápido, saltando en cuatro patas, lo embistió.
El Lobo estaba encima, presionando con una de sus enormes manos el cuerpo de Billy, el rubio miró a los ojos al Lobo, encontrándose con enormes y profundos ojos carmesí, parecidos sacados del mismo infierno. Lo último que vio Billy fueron los enormes colmillos del Lobo que cerraron su vida para siempre.