El día se asomaba tímidamente por la ventana, iluminando la habitación con un rayo de luz que atravesaba las cortinas polvorientas. Me sentía agotado, no solo por la experiencia de las muertes previas, sino también por la carga emocional que implicaba enfrentar mi nueva realidad. Sin embargo, tenía una nueva determinación: esta vez, no sería un mero espectador de mi destino.
**Tenía que actuar con astucia**, y el primer paso era encontrar ese cofre del que había leído en la novela. Sabía que estaba escondido en las catacumbas de la ciudad, un lugar que Shà Xīng había utilizado para ocultar sus tesoros y, al mismo tiempo, un refugio para aquellos que buscaban escapar de la ley. Había pasado mucho tiempo desde que había leído esos pasajes, pero los detalles seguían frescos en mi mente.
Me vestí rápidamente, asegurándome de llevar mi capa y una capucha que me ocultara. La ciudad estaba despierta, y el mercado vibraba con la energía de los comerciantes que hacían negocios. Pero yo no era bienvenido en este lugar; cada rostro que cruzaba mi camino podía ser un enemigo, y cada paso podría acercarme a un final trágico.
**Conforme me adentraba en las calles**, los ecos del bullicio se transformaban en un murmullo distante, y pronto me encontré en un camino menos transitado. El aire se volvía más denso, y el hedor de la humedad comenzaba a invadir mis sentidos. Las calles de tierra se convertían en adoquines desgastados, y pronto me vi frente a una pequeña entrada que conducía a las catacumbas.
La entrada estaba cubierta por una pesada puerta de madera, la cual se encontraba entreabierta. **Con una mezcla de ansiedad y esperanza**, empujé la puerta y entré. Las sombras me rodearon como viejos amigos, y el frío me hizo estremecer. La luz apenas llegaba a este lugar, y la única compañía era el eco de mis propios pasos resonando en la oscuridad.
**A medida que avanzaba**, recordé las descripciones del lugar: túneles intrincados que se extendían en múltiples direcciones, algunos de los cuales conducían a pasajes ocultos llenos de peligros. Sin embargo, sabía que si podía encontrar el cofre, podría conseguir recursos que me ayudarían a sobrevivir en este nuevo ciclo de vida.
Me detuve un momento y cerré los ojos, tratando de recordar la ruta. **Según la novela**, el cofre estaba al final de un pasillo que giraba hacia la izquierda después de cruzar un umbral decorado con inscripciones antiguas. Comencé a caminar, sintiendo cómo el suelo frío y húmedo se aferraba a mis pies. Los ecos de mi respiración se mezclaban con el silencio de las catacumbas, creando una atmósfera inquietante.
**Después de lo que pareció una eternidad**, finalmente llegué al umbral. Las inscripciones eran más visibles en la penumbra. Eran símbolos que representaban protección y advertencia. Con cuidado, avancé hacia la izquierda, y tras unos pocos pasos, encontré lo que había estado buscando: un pequeño cofre de madera adornado con hierro forjado.
El corazón me latía con fuerza mientras lo abría. Dentro, encontré un par de objetos: un amuleto de protección, que vibraba con una energía sutil, y algunas monedas que parecían antiguas pero aún útiles. Además, había un frasco con un líquido que parecía resplandecer débilmente. **No recordaba su propósito, pero algo en mi interior me decía que era valioso**.
Lo guardé todo con cuidado en mi capa y, antes de que pudiera darme cuenta, una sensación de inquietud me invadió. Escuché pasos que resonaban en la lejanía. **No estaba solo**. La tensión se instaló en mi pecho, y mi mente empezó a trabajar rápidamente. Tenía que salir de aquí antes de que me encontraran.
Salí del cofre, asegurándome de que no había dejado rastro. Volví sobre mis pasos, moviéndome con cautela, intentando recordar el camino que había tomado. Sin embargo, los pasos parecían acercarse cada vez más, resonando a través de los túneles. **La adrenalina comenzaba a fluir** en mis venas.
De repente, un grito rompió el silencio. Era un sonido que no podía ignorar. Mi instinto me dijo que debía encontrar una salida rápida. Aumenté mi velocidad y, tras varias curvas, finalmente vi la luz de la entrada. Al salir, sentí el aire fresco de la mañana en mi rostro, y con él, una oleada de alivio.
Sin embargo, la calma duró poco. Al girar para salir, vi a un grupo de hombres en la entrada. Eran los mismos que me habían atacado en el mercado, aquellos que conocían a Shà Xīng y que deseaban vengarse. Sus ojos brillaban con furia, y sus rostros reflejaban el placer de encontrarme en un lugar tan vulnerable.
—Mira, el pequeño ratón ha salido de su agujero —dijo el líder, una sonrisa burlona curvando sus labios—. Pensaste que podrías escapar, ¿verdad?
La desesperación se apoderó de mí, pero decidí mantener la calma. **No podía dejar que me atraparan aquí**, no después de haber arriesgado tanto. Miré a mi alrededor, buscando alguna ruta de escape. Sin embargo, estaba acorralado.
—No quiero problemas —dije, tratando de sonar firme—. Solo estoy de paso.
—Oh, sabemos que tienes algo, Shà Xīng —respondió uno de los hombres, acercándose con un aire amenazante—. Y vamos a quitártelo.
Sentí cómo el miedo comenzaba a apoderarse de mí, pero no podía dejar que me controlara. Recorrí el lugar con la mirada y, de repente, vi una pequeña apertura en la pared detrás de ellos. Era estrecha, pero podría ser mi única oportunidad.
**Sin pensar en las consecuencias**, me lancé hacia la abertura, empujando a un lado a quien se interpuso en mi camino. La sensación de ser perseguido me llenó de energía y adrenalina, y corrí con todas mis fuerzas. Los gritos de mis perseguidores resonaban detrás de mí, y la angustia de que me atraparan se transformó en una desesperada carrera por mi vida.
A medida que me adentraba en la oscuridad, la entrada de las catacumbas se cerró detrás de mí. Corrí por un camino serpenteante, escuchando el eco de mis propios pasos mezclados con los gritos de los hombres que me perseguían. **Estaba determinado a no dejar que me atraparan nuevamente**.
Las paredes eran frías y húmedas, y la luz era escasa, pero seguí corriendo. El miedo me impulsaba, y la urgencia de escapar me dio fuerzas. Sabía que si no encontraba un camino hacia la salida, podría enfrentarme a un final trágico.
**Finalmente, llegué a un cruce**. Las dos direcciones parecían igual de sombrías, pero sentí que una de ellas llevaba hacia la libertad. Sin dudar, giré a la derecha y seguí avanzando. Las voces de mis perseguidores se desvanecieron a medida que me adentraba más en la penumbra.
**El túnel comenzó a abrirse**, y vi un destello de luz al final. Corrí hacia ella, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza, cada golpe resonando como un tambor de guerra. **La salida estaba cerca**, y con cada paso que daba, sentía que la esperanza renacía dentro de mí.
Cuando finalmente llegué al final del túnel, me encontré en un pequeño claro, iluminado por la luz del sol que se filtraba a través de las hojas. Me detuve un momento, respirando hondo, tratando de calmar el pánico que había estado acumulando. **Había salido de las catacumbas, pero no podía quedarme ahí por mucho tiempo**. Sabía que mis perseguidores no tardarían en encontrarme.
Eché un vistazo a mi alrededor y vi un camino que se adentraba en el bosque. Sin pensarlo dos veces, me lancé a él, corriendo con todas mis fuerzas. **La naturaleza me envolvió**, y el sonido de las hojas crujientes bajo mis pies era una melodía que deseaba escuchar. Sabía que, por ahora, estaba a salvo.
**Pero tenía que pensar con rapidez**. La protección que había obtenido en el cofre sería útil, pero necesitaba un plan para asegurarme de que no me volvieran a atrapar. Debía encontrar la manera de influir en los acontecimientos que se desarrollaban en la ciudad y evitar cruzar caminos con Qīng Fēng.
A medida que me adentraba más en el bosque, mi mente comenzó a repasar las escenas de la novela nuevamente. **¿Cuáles eran los momentos clave en los que podría intervenir?** Necesitaba información, así que decidí buscar un lugar donde pudiera esconderme y observar a la gente sin ser visto.
Finalmente, encontré un pequeño claro rodeado de arbustos. Era un lugar perfecto para establecer un punto de observación. Me acomodé y traté de relajarme, escuchando los sonidos del bosque a mi alrededor