La habitación estaba totalmente oscura, no había ruido, sin embargo, la cabeza me daba vueltas, con mi mano izquierda vendada, evitaba mirarla ya que, si lo hacía, los recuerdos de esa tarde me aturdían, haciendo que mi corazón se acelerara frenéticamente, perdiendo la cordura. El espejo que tenia en mi pieza estaba cubierto con una sabana blanca, a su vez el de mi baño estaba tapado con cinta. Todo estaba ordenado, gracias a que Arthur entraba cada cierto tiempo para traerme comida, realmente no tenía apetito.
De vez en cuando aquellos murmullos que escuche del público venían en mi cabeza, haciéndome descontrolar y tirando cosas. Exactamente tres días pasaron, me sentía como un oso hibernando, estaba dentro de mi propia cueva, sin conexión con el exterior, sin nada. Mi celular lo tenía apagado, sabía que, si lo encendía, solo podría presenciar noticias de mi fracaso, no podía soportarlo, pero una luz de esperanza tenia, esperando que me llegará un mensaje.
¿Y si me escribe? Tal vez me extraña…
Realmente era una persona muy ingenua por esperar algo así, por esperar a que volviera por sus propios medios después de escucharlo decir que le daba asco, fingiendo que lo de nosotros no existía. Debido a eso, el impulso de encender mi celular, se intensifico.
Lo prendí y esperé, sin darme cuenta de que ese fue un gran error. Mi teléfono se llenó de notificaciones, y mensajes, tanto personales como grupales. Mis dedos se resbalaron y abrí la noticia. Leyendo el título en negritas
Después de un terrible fracaso, llega una nueva estrella dando vida a "Mephisto Waltz No.1"
¡Ethan Miller sin duda se ganó el corazón del público, con su gran interpretación!
No lo podía creer…No tenia palabras para describir lo que sentía, el impulso recorrió mi cuerpo y avente mi celular, donde choco con la pared y se agrieto la pantalla.
Es una broma ¿no? Esto debe ser un error.
Grité de la rabia, no podía aceptar que me hayan arrebatado algo que debía ser mío. Con mi mano temblorosa, la acerque a mi boca para empezar a morderme las uñas.
No soy un fracaso, solo tuve un descontrol, es todo. Soy un gran pianista, todos lo saben…
Mire rápidamente mis trofeos.
¡TENGO MUCHOS TROFEOS Y MEDALLAS, DONDE SOY EL PRIMERO!
Seguí mordiéndome las uñas, hasta masticar mi propia carne provocando, sangrando. No odiaba el hecho de ver a Ethan ganar, sino porque me recordaba lo que perdí, lo que dejé escapar cuando tuve aquel quiebre. Creo que la presión que infundían en mi ser, de ser el mejor, se volvió parte de mí sin siquiera saberlo.
No puedes dejarme tu también, piano… eres lo único en lo que soy bueno. Ethan, esto es casualidad, si… esto tal vez es mejor, has ganado entonces si eres feliz con eso, puedo volver a ti. Así es, no me importa el piano, si te doy todo lo que tengo, entonces tú y yo volveremos a estar juntos, espérame...
Me balanceé hacia el estante de mis trofeos donde comencé a tirarlos. Uno tras otro caía y se resbalaban por la habitación. Mi cuerpo empezaba a sudar cada vez más, como si intentara expulsar el pánico y ansiedad que crecía en mi interior, estaba perdiendo el control una vez más, sintiendo un terrible dolor de cabeza, me la agarré con mi mano lastimada.
¡AHHHH!
Mis dedos se hundieron en mi cabeza con fuerza, para que el dolor no se sintiera tan intenso, pero lo era. Una voz en mi interior me habló
Ráscate fuerte, hasta que tus dedos se rompan.
No pude evitar reír, y seguí resacándome donde provenía el dolor, no podía calmarlo.
¡BASTA, BASTA, ¡BASTA!
Me tambalee por la habitación, mis pies se estaban enredando por mis pasos, entonces me choque con el espejo cubierto y caí en frente del espejo. En un desliz, la sabana que lo cubría se cayó. Mostrándome a mi verdadero yo, en donde perdía la cordura lentamente, los botones de mi pijama estaban algunos desabrochados, no pude soportar verme, el espejo se distorsionaba mostrándome como mis cachetes, mi cuerpo se empezaba anchar, y un hedor salía del espejo.
No soy yo, no soy yo. No puedo dar tanto asco… ¿Cómo es posible que haya terminado así, repulsivo a mis propios ojos?
Me repetía una y otra vez, pero el ataque de pánico se sentía mas intenso, haciendo que empezara a tener dificultad de respirar. No podía seguir mirándome en ese espejo y ver mi figura tan repulsiva.
¡ESE NO SOY YO! ¡Crash! ¡NO ME MIRES! ¡Crash!
Sonidos de los vidrios rompiéndose inundaron la habitación, mientras seguía destrozando el espejo con mis manos.
No me digas que Ethan vio esto…
Trozos de vidrio salían volando por la fuerza que hacia al golpearlos, el piso que una vez estaba limpio, se torno de manchas rojas. La puerta se abrió de golpe.
— Hola Arthur… Lo destrocé porque vi algo muy asqueroso — dije, sonriendo ampliamente, mis manos limpiaban mis mejillas, ahora completamente rojas por la sangre. Arthur se quedo congelado por completo en la puerta, incapaz de pronunciar alguna palabra. Entonces, finalmente, tartamudeó
— Joven Maximiliano…
Esa escena parecía película de terror, pero no era un drama por desgracia, era una realidad, mi cruda y terrible realidad. Arthur se arrodilló junto a mí, sus manos temblorosas rozaron las mías con suavidad. La tela del pañuelo era tan áspera contra mis heridas, para limpiarme. Sin embargo, en sus movimientos lentos y delicados, me calmaban. El escozor de la sangre fue limpiado, el ardor que sentía me mantenía despierto mientras sus manos seguían su labor. No le importo el desastre que estaba alrededor de mis pies.
— Espero que tus manos no queden con cicatrices… — murmuró torpemente. — Tus manos son especiales — sonrió y una lagrima rodo por su mejilla.
— No tiene nada de especial — murmuré con voz quebrada tal como mis pensamientos. Mis manos y yo, estábamos muy lejos de serlo
No soy tan especial como tú crees.
El toqué de Arthur me hacia pensar que aun tenia alguien a mi lado que me veía con cuidado, con preocupación. Pero ese pensamiento se desvanecía al recordar en qué situación me encontraba; en un estado repulsivo, no dude en pensar que él me veía de esa forma. Sin embargo, a medida que pasaba su pañuelo por mis mejillas, sentía vergüenza y pena, era como si cada que lo pasaba intentara borrar en lo que me convertí y lo que sucedió en esa habitación oscura.
Rompí en llantos…
Mis puños cerrados se estrellaban contra mi pecho una y otra vez, resonando en mis costillas, donde enviaba ondas de dolor que retumbaba por todo mi cuerpo, el aire escapaba de mis pulmones rápidamente en cada impacto de mis golpes, dejándome sin aliento, pero no podía detenerme, necesitaba desahogarme de alguna otra forma. Mis golpes no eran suaves, lo hacía con la intensión de que mis huesos se rompieran, sacudieran y tronaran. Quería arrancarme el dolor profundo que habitaba en mi interior, absolutamente todo lo que me lastimaba, aquello que me hacía sentir tan pequeño e inútil a los ojos de los demás.
— Duele tanto, duele mucho Arthur…
¿Por qué soy el que debe sufrir? ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Qué debo hacer para tener una vida normal? ¿Por qué eres tan cruel Ethan?
Ya no aguanto este sufrimiento, duele tanto que me quema, por favor ayúdame, cada día me siento de la mierda, nunca fui avaricioso… Entonces, ¿Por qué me pasa esto? Solo quiero ser feliz, quiero sonreír otra vez, pero esto cada vez es mas difícil. Quiero ser amado otra vez, no quiero que me dejen, cuando me siento amado, todo es más hermoso.
El piano y tú, Ethan, es lo mas lindo que tengo en mi vida, no quiero perder a ninguno de los dos, los amo tanto, si se va uno me sentiré incompleto; por eso los necesito para sobrevivir de este mundo asqueroso.
Sufrí en silencio, lloré hasta que mis ojos se inflamaron, me volví un desastre por tú culpa. No quería aceptar por ningún medio que lo de nosotros había terminado. No podía dejarte, eras mi sustento, eras mi rayito de luz.
Después de aquel terrible acontecimiento, de vuelta aquel anciano se quedó a mi lado.
Eres un simple mayordomo, no entiendo porque sigues aquí. ¿Qué es lo que te mantiene a mi lado? Siempre estas ahí, con esa mirada triste cada vez que me ves en mis peores momentos… ¿Acaso sientes pena? Crecí sin un padre y una madre la cual esta presente, pero a la vez ausente… Realmente no lo entiendo, pero siento que te aferras a mí, de la misma manera que lo hago yo, con Ethan…
En ese momento no sabía la razón de Arthur, por la cual siempre me mostraba ese cariño paternal. Pero no importa luego sabrás el porqué.
El festival dio por terminado y del mismo modo, las clases se reanudaron dando inicio un lunes 13 de enero. Para ese entonces ya me encontraba un poco mejor, la verdad no sabía si era por la medicación que estaba tomando en ese entonces, que me provocaba somnolencia. Las heridas habían sido tratadas en el hospital, los doctores me dijeron que mi cuerpo estaba débil, agotado por el estrés y el dolor. Pasé varios días conectado a sueros, reposando, intentando recuperar fuerzas, pero mi mente seguía perdida en Ethan.
A pesar de todo, no podía evitar pensar en él, aun lo buscaba de forma desesperada y necesitaba. Puede ser que el dolor físico se curó, pero él era el único que podía curar el dolor profundo que sentía en mi corazón, por esa razón no iba a desaprovechar a buscarlo.
Te necesito.
Ethan y yo nos conocimos octavo grado a principios de verano. Ahí estaba él nervioso y con sus mejillas levemente sonrojadas, su cabello rubio bien peinado, jugueteando con sus manos parado junto al profesor.
— Hola, soy Ethan Miller, tengo 11 años… espero llevarme bien con todos — dijo mientras sonreía, mostrando sus dientes y sus encías. Tenía una sonrisa gingival.
Por un momento mis ojos se fijaron en él, en su postura, en sus manos, en todo, solo fue una fracción de segundos para percatarme de él, su aura se sentía muy vibrante, creo que fue su piel clara, su nariz respingada y el contraste de su cabello lo que me intereso. El aire se sentía muy fresco por la mañana
— Gracias Ethan, puedes sentarte — susurro. Él busco con la mirada un asiento libre, y lo hizo sentar junto a mí, nuestros asientos no estaban ni al frente, ni atrás, estábamos en un punto intermedio disfrutando del ventanal.
— Hola — habló en voz baja mientras me sacudía la mano. Reí por su acción — No te rias — dijo y se llevó su dedo a los labios, haciéndome callar, devolviéndome la sonrisa.
En ese momento comenzamos a intercambiar palabras, desde el principio hubo química, por esa razón nos convertimos en mejores amigos. Ethan era un alumno destacado lo que hizo que la secundaria, lo tuviera presente como el mejor alumno becado, gano varias insignias por su buen desempeño. Cada año solo ingresan tres becados, ya sea para la secundaria o la academia. La Institución Brimsford es conocida por ser muy prestigiosa y su buen sentido artístico, a pesar de que se enfoca en el arte, es muy versátil llegando así, a que los estudiantes tengan diversos conocimientos, no solo en lo artístico.
Durante cinco años estuvimos en el mismo paralelo, pero este año fue la excepción, de modo que no me quedaba mas remedio que esperar a la hora de receso para buscarlo. Esperé pacientemente hasta que oí el sonido del timbre.
Necesito encontrarlo a solas…
Normalmente los lunes él siempre iba a la azotea, pero como era invierno, no estaba seguro de encontrarlo, sin embargo, fui esperando a que no lloviera para poder verlo. Llegue a la azotea y mire el cielo nublado, y el aire estaba helado. Me arrime a la pared cubriéndome con la bufanda que cargaba puesta. Según el pronóstico del día estábamos a 0 °C, la idea de Ethan que subiera se iba desvaneciendo a causa del clima.
Por favor ven, te necesito.
Murmuré mientras mis manos se frotaban, para poder calentarme, no iba a desistir, era la única oportunidad para que volviéramos. La punta de mis dedos estaba roja y mi nariz de igual forma, aunque no hubiera pasado mucho tiempo, parecía que había pasado ya 10 minutos desde que llegue. Aproveche a pensar en lo que iba a decir, me iba a disculpar si era necesario.
Te perdonaré por haberme dejado y fingiré que nunca escuche lo que dijiste aquel día. Te prometo que cambiaré, que volveré a ser ese Maximiliano delgado del que te enamoraste… Regresarás, ¿verdad?
Debes hacerlo…
Saque mi agenda de bolsillo, en cada hoja tenía puesto pétalos y a un lado estaba nuestra foto adornada con un pétalo de tulipán rosado, toque la foto con la yema de mis dedos, miré con nostalgia.
Nuestro amor no puede terminar tan fácilmente…Somos el primer amor de cada uno.