Aria se levantó temprano al día siguiente, sintiendo una mezcla de emociones: miedo, incertidumbre y determinación. Sabía que enfrentar al temible dragón Pyrathrax sería una tarea difícil y peligrosa, pero también sabía que no podía rendirse sin intentarlo. Thalion, su mentor y amigo, estaba a su lado para guiarla en su camino.
Thalion habló con Aria sobre su situación actual y cómo enfrentar a Pyrathrax. -En tu estado actual, no eres rival para Pyrathrax y las opciones de conseguir el cristal son mínimas, dijo Thalion con seriedad. Aria dio un golpe en la mesa con su puño cerrado y exclamó: - ¡No puedo permitirme fallar! Necesito encontrar una manera de vencer a ese maldito dragón y obtener el Cristal.
Thalion sugirió buscar una manera de mejorar sus habilidades y obtener algunos objetos mágicos que podrían ayudarlos en la lucha contra Pyrathrax. - Hay un antiguo brazalete mágico que podría sernos de gran ayuda. Pertenecía a los marqueses de Arandor, una ciudad cercana. Según la leyenda, está imbuida de un gran poder que proporciona paz mental y serenidad a su portador, lo cual sería de gran ayuda para ti al controlar tus habilidades mágicas, explicó Thalion.
Aria estaba reticente al principio, pero reconoció que necesitaba toda la ayuda y preparación posible para enfrentar a Pyrathrax y obtener el Cristal de Fuego. - ¿Cómo podemos conseguir este brazalete mágico?, preguntó Aria con curiosidad. Thalion explicó que el brazalete estaba custodiada por los habitantes de Arandor, quienes eran muy fieles al marqués. - Desde que Xerathor se hizo con el poder, el marqués ha blindado la ciudad y sobretodo su palacio. Tiene guardia las veinticuatro horas del día con sus mejores guerreros dentro de palacio. No será fácil conseguir el brazalete. Tendremos que ser astutos y encontrar una manera para que el marqués nos reciba y nos la ceda, explicó Thalion.
Aria frunció el ceño, preocupada por el obstáculo que tenían por delante. - ¿Cómo vamos a hacer eso?, preguntó Aria con incertidumbre.
Thalion sonrió con tranquilidad. - Hay muchas maneras de ganar la confianza del marqués y obtener el brazalete mágico. Podemos intentar ayudar a los habitantes de las aldeas cercanas de Arandor en cualquier tarea que necesiten. O quizás podamos ofrecer alguna información valiosa al marqués para demostrar nuestra buena voluntad y determinación. Lo importante es que seamos astutos y evitemos enfrentamientos innecesarios, explicó Thalion con optimismo.
Aria asintió con determinación. - Entonces, vamos a Arandor y haremos lo que sea necesario para conseguir el brazalete mágico y vencer a Pyrathrax, dijo con confianza. Con un nuevo objetivo en mente, Aria y Thalion se prepararon para su viaje hacia Arandor.
Después de tomar su decisión, Aria y Thalion comenzaron su viaje hacia la ciudad de Arandor. Durante el camino, Thalion compartió más detalles sobre los marqueses y la historia del brazalete mágico.
Explicó que los marqueses provenían de una familia de mucho poder en el pasado, cercana al rey de Tarmeas. Arandor era una ciudad próspera de comercio, casi el centro de gestión de recursos de la provincia de Karleas y muy influyente en el reino. Sin embargo, debido a las luchas internas y la creciente influencia de Xerathor, los marqueses habían perdido gran parte de su riqueza y estatus.
El brazalete mágico había sido uno de los pocos objetos mágicos que habían conservado, pero la usaban simplemente como un adorno, sin saber su verdadero poder. Thalion contó cómo llegó a sus manos después de un acontecimiento importante a manos del abuelo del marqués y cómo había pasado de generación en generación a través de los años.
Además, compartió con Aria que él sabía de la existencia del brazalete porque pudo verlo en persona años atrás cuando Eldril lo formaba en la escuela de magos. En una visita a los marqueses, Eldril reconoció el brazalete en base a textos antiguos y le habló a Thalion sobre su verdadero poder.
Aria escuchaba con atención mientras caminaban hacia Arandor, tratando de asimilar toda la información que Thalion le estaba brindando. Sabía que tendrían que ser astutos para obtener el brazalete mágico.
Arandor era una ciudad con un encanto especial. Su arquitectura antigua y sus calles adoquinadas daban la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Aria se sentía abrumada por la nostalgia que se respiraba en el ambiente, pero su objetivo era claro: encontrar a los Marqueses y hacerse con el brazalete.
Thalion y Aria buscaron información sobre la ubicación de los marqueses, preguntando a los ciudadanos. Sin embargo, las calles parecían desiertas y aquellos a quienes preguntaban no les daban respuesta alguna. En el ambiente se respiraba hostilidad. Thalion decidió entrar en una taberna oscura y lúgubre.
Allí, se acercaron al tabernero. Thalion pidió hidromiel para ambos, aunque a Aria no le entusiasmaba su sabor. Apoyados en la barra, intentaron establecer conversación con el tabernero, quien solo gruñó y, girando la cara, escupió al suelo.
- Aquí no vienen muchos viajeros... -refunfuñó-. ¿Qué atrae a un viejo y una joven a una ciudad venida a menos sin ningún futuro? Y más preguntando por los señores marqueses que hace años que nadie ve y viven encerrados con su ejército en su palacio... Problemas, nada más que problemas, y aquí no nos gustan los problemas, ¿me entendéis?
Al acabar esta frase, los clientes que estaban bebiendo a los costados de ambos agarraron las empuñaduras de sus armas. Thalion comprendió que no sacarían nada de su paso por la taberna.
- Bueno, qué tarde es. Será mejor que nos vayamos, joven compañera -añadió Thalion.
A Aria no le hacía gracia irse así y le murmuró entre dientes:
- ¡Thalion! Estos no son rivales para ti ni para mí. Son borrachos.
Thalion la cortó:
- Lo sé. Vámonos.
Los dos salieron de la taberna con los brazos caídos y, con un aspaviento de agotamiento, Thalion sugirió irse a dormir a la posada de la entrada a la ciudad y empezar de cero a la mañana siguiente. Entraron en la posada, donde a Aria le llamó la atención un hermoso tapiz colgado en una de las paredes del vestíbulo. El tapiz representaba una escena de batalla épica entre caballeros y dragones, con un fondo de montañas y un cielo lleno de estrellas.
La señora que regentaba la posada era una persona alegre que les recibió con una gran sonrisa:
- Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarles?
- Una habitación para ambos, por favor -respondió Thalion.
Aria miró a su compañero con sorpresa y un poco furiosa, y le refunfuñó:
- Thalion, fiel compañero... Soy una chica... Tú un hombre...
- ¿Y? -respondió Thalion mientras recogía la llave y se marchaba.
Aria fue detrás cabizbaja, arrastrando los pies. Entraron en la habitación y Aria le recriminó:
- No pienso dormir en el suelo, que lo sepas. Y no mires, viejo verde...
Mirando hacia un lado de mala gana, Thalion se rió a carcajadas y le dijo:
- Cazurra, mira bien...
Había dos camas a cada lado de la habitación con una cortina divisoria.
- La pedí doble, cabeza hueca... -mientras reía.
Aria se puso roja como el acero al fuego y respondió:
- Lo siento, Thalion...
Y se metió en la cama avergonzada mientras su compañero reía. Acostada en su cama, Aria no podía dormir, pensando en todo lo que había pasado y lo que le quedaba por delante.
- Thalion, ¿tú crees que lo conseguiremos? No me malinterpretes, pero somos un mago agotado y una aprendiz que, por ahora, solo sabe hacer cuatro trucos. Ni siquiera soy capaz de salir sin heridas de ningún enfrentamiento.
- Aria, has vagado sola por el bosque de Karleas y has sido capaz de sobrevivir. Tú sola te has enfrentado a los Quemados, que a cualquiera dejaría paralizado, y aún así te enfrentaste a un dragón enorme, Aria. A un dragón enorme, tú sola, y has salido viva para contarlo. ¿Sabes cuántos guerreros y magos lo han intentado y no han conseguido salir con vida? No te infravalores, Aria. Te queda mucho por hacer y aprender, está claro, pero lo estás haciendo bien, pequeña. Ahora duerme; mañana será un día largo.
Mientras se daba la vuelta en la cama, Aria seguía pensando mirando al techo oscuro de la habitación, mientras poco a poco se le cerraban los ojos.
Lo que le llamó la atención a Aria en la posada fue un hermoso tapiz colgado en una de las paredes del vestíbulo. El tapiz representaba una escena de batalla épica entre caballeros y dragones, con un fondo de montañas y un cielo lleno de estrellas. Aria no pudo evitar sentirse inspirada por la valentía y determinación de los personajes retratados en el tapiz.
A la mañana siguiente, Thalion y Aria reanudaron su búsqueda del gran palacio de los Marqueses. Mientras preguntaban en un puesto de frutas en una de las calles, algo cayó sobre ellos: un enorme caballero con su armadura. Thalion reconoció el escudo en el pecho de la armadura como el escudo familiar de los Marqueses. Alzó la vista al escuchar un montón de pasos a la carrera y vio a los caballeros de los Marqueses persiguiendo algo o a alguien.
Aria decidió correr detrás de ellos:
- ¡Vamos, Thalion!
- ¡Aria, dónde vas! -exclamó Thalion.
- Tú mismo lo dijiste, si ayudamos podríamos tener una opción de ver al Marqués -respondió Aria.
Thalion no pudo rebatirlo y fue detrás de ella. En una de las plazas, todos los caballeros rodeaban a alguien. Aria no alcanzaba a ver más que una oscura silueta debido a la luz del día. De pronto, a su lado pasó un caballero volando que golpeó contra una pared de la plaza. Aria se puso en guardia y esperó a que su vista se centrara bien para poder distinguir al atacante.
Entre la multitud solo se escuchaba, - ¡Vendrás con nosotros viva o muerta!
En ese momento, Aria consiguió ver a la persona causante de todo. Era una joven de piel blanca, de ojos y cabello azules como el mar, su cuello adornado con un colgante de bronce y zafiros, y con una pequeña armadura de bronce y del color de su cabello.
- No me vais a atrapar -dijo la joven-. Lo avisé, si no dejabais de entrometeros en mi camino y me dejabais continuar, os arrepentiríais. ¡Es culpa vuestra, zoquetes!
De sus manos brotó agua a presión con la que, girando sobre sí misma, derribó al suelo a todos sus enemigos. Aria preparó un hechizo de viento Ventus Brisa, pero la joven estuvo rápida y lo esquivó, lanzando unas bolas de agua que impactaron sobre Aria. Esta se cubrió pero fue alcanzada. Al alzar la vista, la joven había desaparecido.
Thalion llegó en ese momento y había visto todo desde lejos,
- Uhmmm, qué muchacha más interesante -comentó.
- Tampoco es para tanto -respondió Aria, herida en el orgullo.
Los caballeros que estaban allí se acercaron a ellos. Vieron a Aria intentar detener a la joven, y uno de los capitanes de la guardia les invitó a ir con ellos - Vosotros dos, venid con nosotros. El marqués querrá veros, vuestros servicios podrían ser de utilidad.
Tal y como Aria había previsto, su arriesgada estrategia les permitió avistar al Marqués. Sin embargo, el noble desestimó su presencia con un gesto de desdén y parecía no tener interés en prestarles atención. Consumida por la frustración, Aria intentó llamar su atención con vehemencia desde la distancia. Mientras observaba la escena con detenimiento, Thalion notó que el Marqués llevaba puesto el preciado brazalete que tanto anhelaban. Sin embargo, el orgulloso noble, irritado por la interrupción, ordenó que los llevaran a las sombrías profundidades de la mazmorra del palacio.
Una vez allí, atados de manos, Thalion le contó a aria lo que había visto, se las ingenió para soltarse y reprendió a Aria por ser tan impulsiva.
- Aria, debemos pensar antes de actuar. Ahora estamos en una situación complicada -dijo Thalion con preocupación.
Aria asintió con pesar.
- Tienes razón, Thalion. Lo siento.
Juntos, idearon un plan para escapar de la mazmorra y recuperar el brazalete. Usando un hechizo de ocultamiento llamado Umbrae Silens, se movieron sigilosamente por los pasillos del palacio, esquivando guardias en busca del Marqués.
Esperaron hasta que el Marqués se durmiera y entonces planearon su siguiente movimiento. Thalion susurró a Aria:
- Creo que lo mejor es utilizar un hechizo de distracción para alejar a los guardias de la entrada. Luego, podré entrar y recuperar el brazalete mientras tú vigilas.
Aria asintió y preparó el hechizo de distracción Sonitus Illusio, que creaba un sonido falso en la distancia. Los guardias, alertados por el ruido, se alejaron de la puerta del dormitorio del Marqués, permitiendo a Thalion entrar sigilosamente.
Mientras Thalion estaba dentro, Aria se mantenía alerta por si los guardias regresaban antes de lo previsto. Escuchó pasos acercándose y susurró rápidamente a Thalion:
- ¡Apresúrate! Los guardias están regresando.
Thalion, que ya había localizado el brazalete en la mesita de noche del Marqués, lo tomó con cuidado y salió del dormitorio justo a tiempo. Aria y Thalion utilizaron nuevamente el hechizo Umbrae Silens para ocultarse mientras los guardias registraban el dormitorio, desconcertados por el ruido anterior y la desaparición del brazalete.
Una vez que los guardias se dispersaron, Aria y Thalion se dirigieron hacia la salida del palacio, aún ocultos por el hechizo. Al llegar a las puertas, Thalion susurró:
- Bien hecho, Aria. Ya tenemos el brazalete en nuestro poder. Ahora solo debemos salir de aquí sin ser detectados y regresar a salvo.
Aria asintió y, juntos, se deslizaron por los pasillos del palacio, evitando a los guardias que aún estaban en alerta por el incidente en el dormitorio del Marqués. En su camino hacia la salida, encontraron una ventana abierta en una habitación vacía. Decidieron que sería su mejor oportunidad para escapar sin ser vistos.
Thalion ayudó a Aria a trepar por la ventana y luego siguió su ejemplo, bajándose con cuidado por la pared exterior del palacio. Una vez en el suelo, se alejaron rápidamente del palacio y se adentraron en las sombras de las calles cercanas.
Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Aria y Thalion dejaron que el hechizo Umbrae Silens se desvaneciera y se detuvieron para recuperar el aliento.
- Lo logramos -dijo Aria con una sonrisa aliviada-. - No puedo creer que hayamos conseguido el brazalete y escapado del palacio.
Thalion asintió, sosteniendo el brazalete firmemente en su mano.
- Fue un trabajo en equipo, Aria. Ahora debemos llevar este braza... pero no pudo terminar la frase. Thalion se puso en guardia, ante ellos girando el muro de la puerta principal de la entrada a la propiedad del palacio apareció el marqués quien caminaba con aires de grandeza y seguridad en sí mismo. Sus aplausos resonaron en el aire, creando una atmósfera tensa..
- ¡Bravo, bravo! Astutos magos, el noble elogió con sarcasmo el trabajo en equipo de Aria y Thalion, insinuando que no había sido suficiente para engañarlo. no me habéis decepcionado en absoluto. A cualquier mortal lo hubierais engañado con esos hechizos de ocultación, sí señor, desde luego que sí, pero no a mí. Llevo años esperando algo así, ¡esto es un gran acontecimiento! ¿Os gusta el brazalete? ¿Deseáis su poder, no es así? ¿Quién lo portará?
Aria miró el brazalete en un acto reflejo, y el marqués se percató.
- Adelante, póntelo jovencita, y veamos de qué sois capaces.
Thalion se percató de que el marqués desprendía cierta aura oscura.
- Aria, ponte en guardia, esto no me gusta -comentó sin quitar la vista al marqués.
El marqués comenzó a reír fuertemente, casi rozando la locura, mientras murmuraba:
- Por fin, ya están aquí, rivales dignos de mí. Se acabó el estar oculto.
Aria y Thalion se miraron, comprendiendo que debían enfrentarse a esta criatura si querían salir con vida de allí.
Mientras seguía riendo, de pronto el marqués comenzó a retorcerse de dolor, agarrándose la cabeza y arqueándose hacia adelante. Sus gritos se mezclaban con el sonido de huesos rompiéndose y carne desgarrándose. De su espalda, una espesa niebla negra comenzó a emanar, envolviendo su cuerpo en una oscuridad inquietante.
Algo horrendo tomaba forma en medio de la penumbra. Largas y grotescas patas de araña surgieron de su espalda, acompañadas de un enorme abdomen cubierto de vello y espinas. La monstruosa figura continuó creciendo, adquiriendo un tamaño aterrador. Finalmente, un torso humanoide se dejó ver, pero su rostro había sido deformado hasta ser irreconocible, con fauces llenas de colmillos afilados y ojos que destilaban maldad pura. La criatura era mitad araña, mitad hombre, una abominación que infundía terror en el corazón de quienes la veían. A esta horrenda criatura la llamaron Malditaracnis.
La voz del Malditaracnis era tan espeluznante como su aspecto. Un sonido agudo y desgarrador que parecía rasgar el aire a su alrededor. La bestia se dirigió a los dos magos con una malicia palpable en su voz:
- Llevo mucho tiempo sin comer... no puedo desaprovechar la oportunidad de saborear a una joven maga. Tu sabor tiene que ser exquisito...
El Malditaracnis miró a Thalion y dijo:
- Viejo mago, por tu cara veo que sabes lo que soy.
Thalion respondió con desprecio:
- Sí, un sucio parásito que se apodera de su huésped, sustituyéndolo en todo.
Malditaracnis continuó:
- Muy bien, viejo. Hace años, cuando el rey demonio subió al poder, me ofreció llevar una vida de lujo. Tan solo tenía que permanecer aquí, fiel a él, mermando el poder de esta ciudad y controlar sus alrededores para enviar las riquezas a sus propósitos. Pero creo que estará contento al ver que he quitado del medio a un viejo mago a las órdenes de la Orden de los 5 Magos y a una joven aprendiz que, por lo que puedo percibir, es algo más que eso. Emana algo diferente, alarmante... En todo caso... adiós.
El Malditaracnis inició un repentino ataque, aprovechando la oscuridad de la noche. Aria se apartó hacia un lado rodando, mientras Thalion usó un hechizo de agilidad para posicionarse lejos. El Malditaracnis clavó las patas en el suelo y giró hacia Aria, quien usó "Ventus Turbinis" para intentar expulsarlo con viento, pero para él fue como un soplido. Solo se detuvo mientras se cubría los ojos. Aria aprovechó para usar también un hechizo de agilidad y alejarse al lado contrario de Thalion.
Thalion permanecía quieto murmurando algo. El Malditaracnis se percató de ello e inició una embestida hacia él. Aria lo vio y usó "Ignis Chispa", pero el pequeño hechizo de fuego no surtió efecto en él. Sin embargo, lo distrajo de su objetivo. Mirando a Aria, se rió y dijo:
- Pequeña insensata, ¿crees que esos hechizos de juguete pueden conmigo?
Mientras reía, Aria, sin pensarlo, le lanzó "Petra Rigidez", pero no causó ningún efecto; él siguió moviéndose libremente. El Malditaracnis rió aún más y amenazó:
- Yo te enseñaré lo que es hacer daño de verdad.
De su abdomen, lanzó una sustancia que Aria consiguió esquivar casi por completo, aunque le rozó una bota que empezó a deshacerse. Miró al suelo donde cayó la sustancia y había un agujero. Era corrosiva, debía tener cuidado de que no le diera.
Sin previo aviso, Thalion lanzó un conjuro al firmamento, haciendo que este resplandeciera, imitando la claridad del día.
¡Aria! ¡Ahora su ventaja está perdida! Podemos verlo bien y la luz le afecta negativamente; su visión es peor -gritó Thalion.
Malditaracnis se cubrió la cara con las manos y exclamó:
- ¡Malditos seáis! Os voy a matar y lo disfrutaré.
Volviendo a atacar al viejo mago, Thalion, con su bastón clavado en el suelo, gritó el hechizo de fuego de nivel medio "Ignis Vortex". El Malditaracnis cayó de espaldas al suelo, agitándose de dolor.
- Veo que eso te ha dolido, sucio parásito -apostilló Thalion.
El adversario emergió con una velocidad vertiginosa, arremetiendo contra Aria en un abrir y cerrar de ojos. Antes de que pudiera percibirlo, él se había deslizado hasta su espalda y, con una garra afilada como una daga, le atravesó el hombro. Los alaridos de dolor de Aria perforaron el aire mientras su atacante se giraba hacia Thalion.
¿No lo comprendes aún? Eres insignificante ante mí. Ya tengo a la joven y pronto seguirás su destino - proclamó el Malditaracnis.
Thalion, alzando una mano en señal de detención, respondió:
- Detente, no le hagas más daño. Tómame a mí en su lugar - sus ojos destellaban con un fuego de ira y tristeza.
El Malditaracnis soltó una carcajada cruel:
- Así es como me gusta veros, con los ojos ardiendo de furia o retorciéndoos de dolor entre mis garras. Os lo advertí.
Thalion se encontraba impotente, incapaz de actuar sin poner en peligro a Aria.
- Ahora acabaré con la vida de la chica - anunció el Malditaracnis, levantando una garra para asestar el golpe final.
De repente, el Malditaracnis fue lanzado hacia Thalion, quien tuvo que esquivarlo con agilidad. Observó cómo caía de espaldas y se levantaba rugiendo de furia.
- ¿Quién se atreve a desafiar mi poder? - bramó.
Ante ellos, surgió la figura majestuosa de una joven de cabello azul: Daphne.
- Miserable criatura - exclamó Daphne, con una mirada cargada de ira y determinación - Sabía que algo maléfico acechaba en la ciudad, y resulta ser un vil y nauseabundo parásito.
Sin perder un segundo, Daphne extendió sus brazos y comenzó a conjurar su hechizo. Las palabras mágicas fluían de sus labios mientras el aire a su alrededor comenzaba a vibrar con energía. De repente, una poderosa ráfaga de agua surgió de sus manos, envolviendo al Malditaracnis en un torbellino acuático.
"Aqua Tormenta", un hechizo de agua de nivel medio, transformó el entorno en una tempestad furiosa, sumergiendo al Malditaracnis en una esfera de agua impenetrable. La criatura luchaba desesperadamente, pataleando y retorciéndose mientras buscaba alguna forma de escapar de su prisión líquida.
Finalmente, con un último y feroz esfuerzo, el Malditaracnis logró cortar un borde de la esfera de agua con una de sus afiladas garras. La esfera estalló, liberando una cascada que inundó el suelo y dejó al Malditaracnis empapado y furioso.
El Malditaracnis, furioso y jadeante, escupió las palabras con desprecio:
- ¡Maldita hechicera de agua, casi me ahogas!.
Sus ojos se llenaron de ira mientras se preparaba para vengarse de Daphne. Con un gruñido gutural, el Malditaracnis saltó hacia ella, sus patas afiladas y mortales apuntando directamente a su cuerpo en un intento de atravesarla. La velocidad y ferocidad del ataque eran aterradoras, y parecía que Daphne no tendría tiempo para reaccionar.
Justo en ese instante crítico, cuando el Malditaracnis estaba en pleno vuelo, Thalion reunió toda su fuerza y concentración para lanzar "Luz Fulminante", un hechizo extremadamente poderoso que solo unos pocos magos excepcionales son capaces de dominar. El hechizo, conocido por su capacidad para destruir a las criaturas de la oscuridad, envolvió al Malditaracnis en un resplandor brillante y deslumbrante.
El Malditaracnis cayó al suelo con un impacto ensordecedor, boca arriba e inmóvil. La energía del hechizo continuó fluyendo a través de él, haciéndolo vibrar y retorcerse mientras sus gritos se ahogaban en el rugido de la magia. La luz se intensificó hasta que se convirtió en un torrente cegador que iluminó todo el área como si fuera de día.
Cuando finalmente la luz comenzó a desvanecerse, el Malditaracnis ya no era más que un montón de cenizas humeantes. El viento sopló suavemente, dispersando las cenizas en el aire
Aria yacía en el suelo, al borde de la inconsciencia. Daphne se apresuró a su lado, entonando encantamientos curativos que, aunque efectivos, no eran lo suficientemente potentes. Thalion se unió a ella, invocando sus propios hechizos de sanación para tratar de estabilizarla.
- Ha perdido demasiada sangre. Su estado es crítico y las heridas internas requerirán tiempo para sanar. Necesitamos más tiempo - declaró Thalion, su mirada llena de desesperación y tristeza mientras observaba a Aria.
Daphne, erguida con una determinación feroz, colocó su mano sobre el hombro de Thalion, que estaba arrodillado sosteniendo a Aria en sus brazos.
- Mantén la calma - le instó Daphne con voz firme pero compasiva - No nos iremos de su lado hasta que despierte.