El fuego crepitaba suavemente mientras iluminaba el pequeño campamento que Shin y Sora habían montado al final del segundo día. La luna brillaba en el cielo, rodeada por una manta de estrellas, y el bosque que los rodeaba se sumía en un silencio tranquilo, interrumpido solo por el ocasional canto de los grillos y el crujir de las ramas. El campamento era simple: un círculo de piedras rodeaba la fogata, que ardía con vigor. Alrededor de ella, algunas pieles de animales servían de asientos improvisados, y cerca de un árbol robusto, descansaban sus mochilas con provisiones. Dos pequeñas tiendas de campaña hechas de lona oscura estaban ya montadas, listas para la noche.
Shin y Sora se sentaban uno frente al otro, sosteniendo trozos de carne asada en palos mientras comían en silencio, disfrutando del sabor y del calor que el fuego proporcionaba en la fría noche. El aroma a carne recién cocinada llenaba el aire, y Sora, con su energía habitual, rompió el silencio.
—¡Esta carne está increíble! —dijo con una sonrisa, masticando con entusiasmo—. No puedo creer que la caza de hoy haya salido tan bien. Nos vamos haciendo un buen equipo, ¿no crees?
Shin, sereno como siempre, le devolvió una mirada tranquila mientras masticaba. Terminó su bocado y respondió.
—Sí, hemos avanzado. Pero esto es solo el comienzo —dijo, observando el fuego con calma antes de mirar de nuevo a Sora—. Si quieres mejorar de verdad, necesitas más que simplemente cazar y sobrevivir en el bosque. Quiero entrenarte en tus habilidades de kitsune.
Sora dejó de masticar por un segundo, sorprendida por la propuesta. Luego, con los ojos brillando de emoción, se inclinó hacia adelante.
—¿De verdad? ¡Eso sería increíble! Pero... —dudó un momento—. No sé si estoy lista. No soy tan buena como tú.
Shin se mantuvo en calma, tomando otro bocado de carne antes de hablar.
—No se trata de estar lista o no —respondió con voz firme—. Todos empiezan desde algún lugar. Tienes un gran potencial, pero tus habilidades de kitsune necesitan ser perfeccionadas. Controlar tu energía, aprender a usar ilusiones, transformaciones... eso marcará la diferencia. Si quieres sobrevivir y volverte más fuerte, debes dominar esos aspectos.
Sora, intrigada, asintió con energía mientras tomaba un trago de agua de su cantimplora.
—Suena genial, pero... ¿cómo vamos a empezar? ¿Qué debo hacer?
Shin puso su palo con la carne a un lado y miró a Sora directamente, su expresión seria pero no severa.
—Primero, aprenderás a sentir tu energía kitsune. Todos los kitsune tienen una reserva de energía única, y debes aprender a controlarla antes de que te controle a ti. Luego, nos enfocaremos en las ilusiones. Las ilusiones no son solo para engañar a otros, también son para confundir a tus enemigos y protegerte a ti misma.
Sora escuchaba atentamente, completamente inmersa en lo que Shin decía. Aunque su entusiasmo no disminuía, su tono se volvía más serio.
—Nunca lo había pensado de esa manera... —dijo mientras se acomodaba, ahora más concentrada—. Siempre pensé que las ilusiones eran solo trucos.
—Son mucho más que eso —le corrigió Shin—. Una buena ilusión puede decidir el resultado de una batalla antes de que comience. El control sobre tus emociones y tu mente es esencial. No se trata solo de fuerza bruta, sino de precisión y astucia.
Sora sonrió, sintiendo que estaba aprendiendo algo importante, algo que la ayudaría a crecer.
—Entendido, maestro Shin —bromeó, pero con un toque de sinceridad en su voz—. Empecemos cuando quieras.
Shin asintió, aceptando el título con naturalidad. Ambos terminaron de comer, dejando que el fuego siguiera crepitando mientras el bosque los rodeaba en su tranquilidad. El campamento parecía un refugio seguro en medio de la vasta oscuridad, un pequeño espacio en el que el aprendizaje y el crecimiento personal se entrelazaban con el crujido de las ramas y el murmullo del viento.
—Descansa esta noche —dijo Shin finalmente, apagando el fuego poco a poco—. Mañana, comenzaremos el verdadero entrenamiento. Necesitas estar en tu mejor forma.
Sora, que había estado dormida cerca de la fogata casi apagada, fue sacada de su sueño por un sonido fuerte y distante. Su mirada recorrió el campamento en busca de Shin, pero no lo vio inmediatamente a su lado. Al levantar la vista, lo encontró en la cima de un árbol, observando atentamente el interior del bosque.
—¿Qué está pasando? —preguntó Sora en voz baja, aún adormilada mientras se incorporaba, notando la tensión en el aire.
—Algo se está moviendo —respondió Shin sin apartar la vista de la oscuridad—. Quizás solo sea una bestia menor o... puede que algo más. No te preocupes, solo estoy asegurándome.
Sora, inquieta por la repentina interrupción, se acercó a la base del árbol y se sentó, cruzando los brazos mientras miraba el fuego moribundo.
—Parece que el bosque no quiere que descansemos —comentó en tono juguetón, aunque todavía somnolienta—. ¿Ya te cansaste de estar solo?
Shin bajó lentamente del árbol, con movimientos fluidos y calculados. Al llegar al suelo, se acomodó cerca de la fogata, alimentando las brasas con algunas ramas secas para mantener el fuego vivo.
—Descansar es importante, pero el entrenamiento que planeo para ti también lo es —dijo, mirando a Sora con seriedad—. Te entrenaré no solo en tus habilidades como kitsune, sino también en otras técnicas que he aprendido. El bosque es un buen lugar para empezar a desarrollar tu verdadero potencial.
Sora lo miró con una mezcla de curiosidad y emoción.
—¿Qué tipo de entrenamiento? —preguntó, mientras se preparaba para escuchar las instrucciones—. No puedo esperar para comenzar.
Shin, calmado como siempre, le respondió:
—Primero aprenderás a controlar mejor tus ilusiones y tu energía espiritual. La naturaleza nos ayudará. Luego, cuando hayas mejorado en eso, comenzaremos con el combate.
Shin se acercó silenciosamente a Sora, quedándose a su lado mientras la observaba con una expresión que mezclaba seriedad y algo de suavidad. Con una mano, acarició suavemente su cabeza, sintiendo su energía relajarse.
—Descansa bien —murmuró, sonriéndole brevemente.
A medida que hablaba, sus colas comenzaron a envolverse alrededor de Sora, protegiéndola del frío de la noche y brindándole una sensación de seguridad. Sora, sintiéndose rodeada por esa cálida protección, cerró los ojos, dejándose llevar por el sueño en cuestión de momentos.
Shin, con una expresión seria y su mirada fija en la oscuridad del bosque, detectó el movimiento en los arbustos. De entre las sombras, emergió un imponente tigre negro con rayas blancas, una cicatriz cruzándole el ojo y una sonrisa amenazante en su rostro.
—Pequeños zorros que se atreven a entrar en mi bosque sin permi...
Antes de que el tigre pudiera terminar su frase, su cabeza salió volando en un instante. Shin, sin moverse de su posición, había estirado su mano con una precisión letal, su poder desatándose en un solo gesto. El cuerpo del tigre cayó al suelo con un sonido sordo mientras Shin mantenía su mirada fría e imperturbable.
—No hay lugar para amenazas aquí —murmuró, volviendo su atención a Sora, asegurándose de que seguía dormida y tranquila.
Mientras Shin acomodaba cuidadosamente a Sora en su regazo, asegurándose de que sus colas la cubrieran para mantenerla cómoda y cálida, una presencia oscura comenzó a materializarse frente a él. Lentamente, la figura tomó forma hasta convertirse en un niño que tenía un sorprendente parecido con Shin.
Sus ojos eran negros, con pupilas rojas que brillaban con una intensidad siniestra, y su cabello era de un color carmesí profundo. Garras afiladas adornaban sus manos, y sus dientes puntiagudos sobresalían ligeramente mientras sonreía burlonamente, observando cada movimiento de Shin con descaro.
—Mira lo que tenemos aquí... —dijo el chico con voz burlona—. El pequeño Shin cuidando de un animal indefenso. ¿Acaso te quieres divertir con ella? Aunque no te culpo... yo también me quiero divertir con ella.
Antes de que terminara su frase, una pequeña piedra salió volando hacia él, pero el chico la esquivó con facilidad, su sonrisa se amplió con malicia.
—¿Creerías que eso me haría algo? —dijo, riéndose mientras miraba a Shin, quien permanecía serio, sin dejarse intimidar.
Shin no respondió de inmediato, su atención seguía en el chico, pero una de sus colas se movió lentamente, envolviendo a Sora con más firmeza, protegiéndola mientras dormía.
—Si quieres probarte conmigo, adelante —dijo Shin con voz firme—. Pero no esperes que sea tan fácil como esquivar una piedra.
El chico se lamió los labios nuevamente, sus ojos brillaban con diversión y desafío mientras observaba a Shin.
—Jajaja, no caeré en tu trampa. Para ser sincero, solo salí para ver qué estabas haciendo, pero nunca imaginé que adoptarías a alguien como ella. Y lo que menos esperaba era que usaras mi habilidad en ella —dijo mientras movía la cabeza, sorprendido—. Aunque, conociéndote, algún día esto iba a pasar.
El chico suspiró profundamente, mientras Shin lo observaba con seriedad, pero sin perder la compostura. Con una sonrisa burlona, Shin respondió con calma:
—¿Acaso no puedo enamorarme?
El chico soltó una carcajada, dando unos pasos hacia él, con aire despreocupado.
—Claro que puedes, Shin. Pero dime, ¿qué dirá el clan? ¿Qué dirá tu familia? —El tono del chico se volvió más incisivo—. Has desafiado a tus propios padres para protegerla, y ahora has aceptado a alguien del clan enemigo como concubina. ¿En serio crees que la aceptarán?
Los ojos de Shin se estrecharon levemente, su calma se mantenía firme.
—No me importa lo que piensen —respondió sin vacilar—. No tengo que vivir según las expectativas del clan o de mi familia. Si ellos no pueden entender eso, entonces no son tan fuertes como siempre lo creí.
El chico rió entre dientes, aunque había un destello de interés en sus ojos.
—Vaya, vaya... Parece que el pequeño Shin está dispuesto a desobedecer todas las reglas por ella. Esto se pone cada vez más interesante. Pero, ¿será ella lo suficientemente fuerte como para soportar todo lo que vendrá?
La sombra observaba a Sora con una mezcla de curiosidad y desdén mientras continuaba hablando.
—Creo que sí podrá —dijo la sombra, acariciando la cabeza de Sora con una mezcla de interés y desprecio—. Después de todo, su padre es un demonio liche. Eso no me lo esperaba de ti, pero ¿qué más da? Al final, tú y yo somos lo mismo. Cuando peleamos aquella vez, sentí algo en ella. Pero cada vez que pasábamos cerca, me di cuenta de que tiene habilidades interesantes. Es muy similar a nosotros.
Shin frunció el ceño, claramente interesado en lo que la sombra estaba diciendo.
—¿Qué quieres decir con eso, Rikui?
Rikui dejó escapar una sonrisa enigmática y continuó:
—Es muy simple. Su cuerpo está luchando por soportar su habilidad, generando un aura de shenjutsu que atrae a los demonios como nosotros. Por eso te sientes tan atraído hacia ella y actúas de esta manera. Ella es, en efecto, un manjar para nosotros los demonios.
Shin lo miró con una mezcla de sorpresa y determinación.
—¿Entonces es solo una cuestión de su aura? ¿No tiene ningún valor por sí misma?
Rikui se encogió de hombros.
—No exactamente. Su habilidad puede ser prometedora si la desarrolla. Pero en su estado actual, es simplemente un atractivo para aquellos como nosotros. Si quieres protegerla y valorarla, tendrás que enfrentar mucho más que simplemente sus habilidades. Tendrás que lidiar con la naturaleza de los demonios y con el mundo que rodea a alguien con su poder.
Shin miró a Sora, aún dormida en su regazo, con una expresión decidida.
—Lo haré. No importa lo que digan o lo que enfrentemos. La protegeré, y si eso significa desafiar a todo el mundo, entonces lo haré.
Rikui observó a Shin con una mezcla de respeto y diversión, sin decir nada más. La conversación había dejado claro que había más en juego de lo que parecía, y el joven Shin estaba dispuesto a enfrentarlo todo para proteger a Sora.
—¡Maldito, ¿qué hiciste? —exclamó Shin, su voz cargada de ira mientras la visión de Rikui se desvanecía, revelando que estaba atrapado en una ilusión. Su respiración era rápida, casi como si el aire le faltara, mientras su entorno se distorsionaba y volvía a la normalidad.
Rikui apareció nuevamente frente a él, riendo desenfrenadamente, con un tono burlón.
—¡Ajajaj! Pensar que escaparías de mi ilusión, Shin. —Rikui mostró a Shin en la misma posición del inicio, con Sora en su regazo, mientras él miraba con desdén—. Solo te puse en una ilusión, pero te tardaste demasiado en salir de ella. Tu nivel ha bajado rápidamente después de conocerla. Aunque te dejé algunas pistas sobre lo que pasaba con ella, te pregunto: ¿de verdad te enamoraste de ella o solo es por tus hormonas? —Rikui se rió aún más, disfrutando de la confusión y la frustración de Shin.
—¡Eso a ti qué te importa! —respondió Shin, su voz temblando de rabia y determinación.
—Claro que me importa, estamos en el mismo cuerpo, imbécil. —Rikui se acercó más, su mirada burlona aún presente—. Y mientras tu nivel ha disminuido, no puedo permitir que te sumerjas en sentimientos tan intensos sin comprender el costo real.
Shin, aún recuperándose del impacto de la ilusión, se centró en Rikui con una resolución renovada.
—No importa lo que digas. Lo que siento por ella es real. Si esto es lo que debo enfrentar para protegerla, entonces lo haré. No necesito tus comentarios para saber lo que valoro.
Rikui frunció el ceño, claramente molesto. Suspiró, claramente exasperado por las tonterías que salían de la boca de Shin. Se acercó a él y, con uno de sus dedos, tocó su frente. Los ojos de Shin se iluminaron al instante, y una expresión de confusión se desvaneció mientras volvía a la realidad.
—¿Qué pasó? —preguntó Shin, su voz cargada de desconcierto.
—Alguien te puso en un estado de confusión, y estuviste diciendo idioteces. No me tomó mucho tiempo salir de la ilusión para solucionarlo —dijo Rikui con un tono cansado y un ligero resentimiento.
—Gracias, Rikui —respondió Shin, con un tono de sincero agradecimiento mientras recuperaba su compostura y se preparaba para lo que viniera.
Rikui asintió, su expresión mostrando una mezcla de exasperación y resignación. Aunque no estaba del todo contento con la situación, sabía que era necesario ayudar a Shin a mantener el control y la claridad en medio del caos. Con un tono más relajado pero aún con una pizca de burla, continuó:
—Para ser sincero contigo, Shin, estar al lado de ella no es algo malo. Aunque aclaro levemente el camino de Sakimitama, no es imposible. Si eso es lo que te hace sentir bien, entonces sigue estando al lado de ella.
—¿Entonces sigo estando al lado de ella?
—Aunque no es una mala idea, amigo mío. Como dije, aclara el camino y eso indica que, a pesar de la confusión, te has enamorado de ella. Es decir, mientras estés confundido o en un estado de lavado de mente, no importa si es algo bueno o malo, mientras te sientas bien. Es algo así como: mientras te sientas bien, no importa si es un desastre o un triunfo.
Rikui observó a Shin con una mezcla de diversión y comprensión.
—Así que nuestro pequeño Shin se ha enamorado, ¿eh? No te enfades por eso. —Rikui rió ante la expresión de incomodidad de Shin—. No sé qué hacer contigo a veces.
Shin, aunque aún algo afectado, sonrió con una mezcla de resignación y gratitud hacia Rikui.
Rikui continuó con una mirada pensativa y profunda:
—¿Qué es lo que deseamos en este mundo, Shin? Fuerza, poder, dinero... claro, eso no importa tanto. Lo que realmente importa son nuestros deseos impuros. Por eso mismo, cuando despierte el verdadero potencial, lo conseguiremos. Por eso te ofrezco esta propuesta: estar juntos de nuevo y enfrentar el mundo con nuestros deseos como guía.
Shin lo miró, evaluando las palabras de Rikui mientras procesaba la oferta.
—¿Qué significa exactamente eso? —preguntó Shin, con curiosidad y cautela.
—Significa que, si trabajamos juntos y nos alineamos con nuestros verdaderos deseos y ambiciones, podemos alcanzar niveles de poder y influencia que van más allá de lo que imaginamos. Podemos despertar nuestro verdadero potencial y lograr lo que otros solo sueñan. —Rikui sonrió con una mezcla de seriedad y emoción—. Así que, ¿qué dices? ¿Estás dispuesto a aceptar la propuesta y unir fuerzas para conseguirlo todo?
Shin, con una mezcla de determinación y reflexión, consideró la oferta de Rikui, sabiendo que lo que estaba en juego era mucho más que una simple elección.
Rikui soltó una risa irónica.
—¡Ah, jajaja! Se esperaba eso de ti, Shin, siempre tan pensativo. ¿Recuerdas la primera vez que aparecí ante ti? Un niño solo en la noche, mirando la oscuridad mientras de esa oscuridad surgía tu potencial. —Hizo una reverencia hacia Shin—. Ese mismo niño, aburrido por lo que le esperaba en el futuro, pero ahora veo a un joven que encuentra un leve disfrute en estar acompañado por los demás.
—Porque no aceptaste a los otros.
Shin, con una expresión serena, respondió:
—¿Por qué no me interesaban?
Rikui sonrió con ironía.
—Aun así, apartaste a todos los que se te acercaban.
—Porque eran solo individuos pensando en su propio bienestar.
—Y aun así, aceptaste las burlas de los demás con una mirada impasible.
—Porque no me interesaban las palabras de gente sin valor.
Rikui frunció el ceño y luego, con un tono más penetrante, preguntó:
—¿Por qué aceptaste que Sora te manipule inconscientemente?
—Porque ella es igual que yo —respondió Shin, su voz tranquila pero firme.
Rikui asintió lentamente, su expresión mostrando una sonrisa en su rostro.
—Es por eso que acepto estar a tu lado. Mi parte en esto ya está cumplida, Shin. No puedo hacer nada más. Has superado la primera prueba. Utilízame como te plazca y no olvides que los demás estamos contigo.
Con esas palabras, Rikui se desintegró, sus fragmentos de sombra fluyendo hacia una de las colas de Shin, fusionándose con ella. Shin, mientras observaba este proceso, comenzó a comprender un poco más sobre Rikui y el papel que desempeña en su vida, reconociendo que Rikui es una parte intrínseca de él.
Shin, exhausto por la conversación y el esfuerzo mental, se quedó dormido en el bosque, rodeado de la tranquilidad del amanecer. El primer rayo de sol filtrándose a través de las copas de los árboles le despertó suavemente. Abrió los ojos y vio la luz dorada inundando el campamento, iluminando el rostro de Sora, que aún estaba acurrucada en su regazo.
Se estiró lentamente, tratando de despejar el cansancio mental que aún sentía. El día prometía ser otro de entrenamiento intenso y descubrimientos, pero Shin se sentía renovado por el descanso y la claridad mental. Se levantó, asegurándose de no despertar a Sora, y comenzó a preparar el desayuno, mientras el bosque se llenaba con los sonidos de la mañana.
El campamento estaba en un estado de orden simple pero efectivo: una pequeña fogata aún emitía humo residual, y las provisiones estaban cuidadosamente guardadas en un rincón. Shin miró alrededor, apreciando la paz momentánea antes de que el día comenzara.
Mientras Shin preparaba el desayuno, escuchó una voz adormilada acompañada de un leve bostezo. Volteó para ver a Sora desperezándose lentamente, su ropa había resbalado parcialmente, dejando al descubierto algunas partes de su cuerpo. El sonrojo instantáneo en el rostro de Shin fue evidente, aunque intentó desviar la mirada con discreción.
Sora, aún medio dormida, se estiró y se incorporó, sin darse cuenta de la situación en la que estaba. Al notar la incomodidad de Shin, finalmente miró hacia abajo y se dio cuenta de que su ropa se había deslizado. Rápidamente, se cubrió y se sonrojó también, mirando a Shin con una mezcla de sorpresa y vergüenza.
—Oh, ¡lo siento mucho, Shin! —exclamó, tratando de ajustar su ropa mientras se ponía de pie.
Shin, aún con el rostro enrojecido, intentó restarle importancia al asunto, tratando de mantener la compostura.
—No te preocupes, Sora. Es... solo un accidente. Ya es hora de empezar el día —dijo, forzando una sonrisa mientras se concentraba en preparar el desayuno.
Sora asintió con una sonrisa tímida, aliviada por la actitud comprensiva de Shin. Mientras ambos se preparaban para el día, el ambiente en el campamento se volvió más relajado, aunque el momento incómodo había dejado una ligera tensión en el aire.
Mientras el sol se elevaba en el cielo, Shin y Sora estaban sentados alrededor del fuego, disfrutando del desayuno de carne de tigre que Shin había preparado. Con el estómago lleno y la energía renovada, Shin se volvió hacia Sora, dispuesto a explicar el plan para los próximos días.
—Primero, vamos a enfocarnos en aprender la circulación de mana —dijo Shin, con un tono serio pero con un toque de emoción en sus palabras—. Aunque la energía de mana no es tan utilizada por los kitsunes, es una habilidad importante para potenciar nuestras capacidades. Aprenderás a canalizar esta energía de manera eficiente.
Sora lo miró con interés, asintiendo.
—¿Y qué haremos después?
Shin continuó, explicando con claridad:
—Después de dominar la circulación de mana, nos enfocaremos en el shenjutsu. Esta es una técnica avanzada que te permitirá utilizar y fortalecer algunas de tus habilidades actuales. El shenjutsu es crucial para maximizar el potencial de tus poderes y adaptarte a diferentes situaciones. Aprenderás cómo manipular tu aura y cómo usarla para mejorar tus habilidades y técnicas.
Sora asintió, absorbiendo la información mientras ajustaba su posición alrededor del fuego. Su energía y entusiasmo estaban a la altura de la tarea que tenía por delante.
—Me parece bien. Estoy lista para empezar —dijo Sora con determinación.
Shin sonrió ligeramente, contento con la actitud positiva de Sora.
—Perfecto. Empezaremos con la circulación de mana en cuanto terminemos aquí. Será un proceso lento al principio, pero con práctica, te acostumbrarás. Recuerda, la paciencia y la concentración son clave para dominar estas habilidades.
El sol brillaba intensamente cuando Shin y Sora comenzaron su jornada en el bosque. El claro espacio donde habían decidido montar el campamento ofrecía una vista panorámica del entorno circundante, con árboles altos que formaban un dosel verde sobre ellos, dejando filtrar algunos rayos de sol. El suelo estaba cubierto de una alfombra de hojas secas y tierra, y cerca del campamento fluía un pequeño arroyo que aportaba un murmullo constante y relajante.
La primera tarea del día era preparar el espacio de entrenamiento. Shin y Sora se aseguraron de que el área estuviera despejada de obstáculos y de posibles peligros. Recogieron piedras para delimitar la zona y crearon un área de práctica donde pudieran moverse libremente. Shin explicó que esta zona no solo serviría para practicar las técnicas de mana y shenjutsu, sino también para familiarizarse con el entorno y adaptarse a las condiciones del bosque.
Comenzaron con la circulación de mana, un proceso crucial que Shin había decidido enseñar a Sora desde el principio. La circulación de mana, aunque menos utilizada por los kitsunes, era fundamental para fortalecer sus habilidades y ampliar su potencial. Shin le mostró a Sora cómo conectar con la energía interna, cómo moverla a través de su cuerpo y cómo canalizarla para maximizar su efectividad.
El entrenamiento fue intenso. Shin se centró en explicar cada paso del proceso con detalle. Mostró a Sora cómo respirar adecuadamente para enfocar y dirigir el mana, cómo visualizar el flujo de energía dentro de su cuerpo y cómo evitar bloqueos que podrían interferir con la técnica.
Sora, con su energía y entusiasmo característicos, absorbió las instrucciones con rapidez. Aunque al principio le resultó difícil coordinar el flujo de mana, pronto comenzó a notar mejoras. Cada error y cada corrección de Shin se convirtieron en pasos hacia una mayor maestría. El proceso era arduo, pero Sora estaba decidida a mejorar.
Cuando el sol alcanzó su punto más alto en el cielo, Shin decidió que era momento de un descanso. Prepararon una comida sencilla, utilizando la carne de un animal que habían cazado por la mañana. El aroma a carne asada se mezclaba con el fresco aroma del bosque. Sora, mientras trabajaba en la preparación de la comida, estaba animada, compartiendo historias y experiencias mientras el fuego crepitaba suavemente. Shin, por su parte, se encargó de asegurarse de que la carne estuviera perfectamente asada, vigilando la temperatura y el tiempo.
Durante el almuerzo, continuaron su conversación sobre el shenjutsu. Shin le explicó a Sora cómo esta habilidad podía complementar y potenciar sus capacidades. Desglosó las técnicas y las aplicaciones prácticas del shenjutsu, dándole a Sora ejemplos de cómo podría utilizarse en combate y en situaciones de alta presión. Sora, con el estómago lleno y la mente atenta, absorbió cada detalle, preguntando y analizando las respuestas de Shin.
Después de la comida, el entrenamiento continuó con una práctica más centrada en la aplicación de lo aprendido. Shin dirigió a Sora a una zona despejada del bosque, donde podrían moverse libremente sin riesgo de daño. Aquí, comenzaron a practicar la integración de la circulación de mana con el shenjutsu. Shin demostró cómo combinar ambas técnicas para mejorar la precisión y la potencia de los ataques.
Sora, siguiendo las instrucciones de Shin, comenzó a aplicar las técnicas en simulaciones de combate. Aunque al principio le resultaba complicado coordinar ambas habilidades, pronto empezó a notar una mejora en su capacidad para controlar el mana y aplicar el shenjutsu de manera efectiva. Cada repetición de la técnica la acercaba más a dominar el proceso.
Con el sol comenzando a descender y la temperatura del bosque enfriándose, el ambiente se volvió más tranquilo. Shin y Sora terminaron el entrenamiento del día con una breve sesión de estiramiento y relajación. Regresaron al campamento, donde se encargaron de preparar el área para la noche. Recolectaron leña, ajustaron los arreglos del campamento y aseguraron que todo estuviera listo para el descanso.
Mientras el cielo se oscurecía y las estrellas comenzaban a brillar, el fuego del campamento crepitaba suavemente. Shin y Sora se acomodaron cerca del fuego, disfrutando del calor y del sonido relajante del crepitar de las llamas. El aire fresco del bosque y el ambiente sereno proporcionaban un contraste agradable con el intenso entrenamiento del día. Ambos se sintieron satisfechos con los avances logrados y listos para continuar el próximo día con nuevas prácticas y desafíos.
Así concluyó el primer día de entrenamiento en el bosque, con Shin y Sora preparados para enfrentar los retos que les depararía el futuro y ansiosos por aplicar lo aprendido en su próxima sesión.
En el segundo día de su entrenamiento en el bosque, Shin y Sora despertaron con el primer rayo de sol. El campamento estaba tranquilo, con el fuego apagado y las sombras alargadas por la luz matutina. El aire fresco y el canto de los pájaros marcaron el inicio de un nuevo día lleno de desafíos.
Después de un desayuno sencillo, compuesto por frutas y pan, Shin decidió que era el momento perfecto para poner a prueba las habilidades de caza de Sora. Mientras él preparaba el equipo y organizaba el campamento, Sora se adentró en el bosque con una determinación renovada. La noche anterior, Shin había mencionado la importancia de mejorar su habilidad para cazar y manejar su entorno, y Sora estaba lista para enfrentar ese desafío.
Sora se movía con agilidad y sigilo entre los árboles, utilizando sus nuevos conocimientos en la circulación de mana y el shenjutsu para su ventaja. Aunque Shin no la acompañó directamente en esta parte del entrenamiento, sus observaciones eran constantes. Desde una posición estratégica en un claro cercano, Shin observaba a Sora con atención, analizando cada uno de sus movimientos y evaluando su progreso.
El bosque estaba vivo con sonidos y movimientos. Sora, enfocada en su objetivo, seguía las huellas de una bestia que había sido vista en los alrededores. Usó técnicas aprendidas durante el entrenamiento para reducir su firma de mana y moverse con más discreción. Se acercó cuidadosamente al área donde había detectado señales frescas de la presencia de la bestia.
Finalmente, Sora avistó a su objetivo: una criatura grande y poderosa, de pelaje gris y ojos penetrantes. La bestia estaba en busca de alimento y no parecía advertir la presencia de Sora. Con una respiración controlada, Sora se preparó para el ataque. Utilizó su agilidad y destreza para acercarse lo más posible sin ser detectada. Su habilidad en el manejo del mana le permitió reforzar su cuerpo para el salto final.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Sora lanzó un ataque preciso, utilizando tanto sus habilidades físicas como su mana para aumentar la efectividad de su ataque. La bestia, sorprendida y herida, intentó defenderse, pero Sora demostró su habilidad para manejar el shenjutsu y controlar la situación. En un breve pero intenso enfrentamiento, Sora logró dominar a la bestia con destreza, utilizando una combinación de técnicas que había aprendido durante el entrenamiento.
Shin observó la escena con una mezcla de orgullo y evaluación. La caza había sido efectiva, y Sora había demostrado un notable progreso en sus habilidades. Se acercó al lugar donde Sora estaba asegurando el trofeo, aplaudiéndola por su éxito.
—Lo hiciste bien —dijo Shin, con una sonrisa leve—. Has mejorado mucho desde que comenzaste. Ahora, vamos a llevar esta bestia de vuelta al campamento y prepararla para nuestra comida.
Sora, aún con la adrenalina de la caza, sonrió satisfechamente mientras recogía el trofeo. Juntos, regresaron al campamento con la bestia, donde se encargaron de preparar la carne para la comida del mediodía. La tarea se realizó con eficiencia, y pronto el aroma de la carne asada llenó el aire.
Mientras comían, Shin y Sora discutieron sobre la caza y los próximos pasos en su entrenamiento. Shin le explicó la importancia de adaptar sus habilidades a diferentes situaciones y cómo utilizar la experiencia adquirida en la caza para mejorar en otros aspectos de su entrenamiento.
La tarde se dedicó a analizar la caza y discutir cómo las habilidades de Sora podían ser perfeccionadas aún más. Shin ofreció consejos y técnicas adicionales, mientras Sora escuchaba atentamente y tomaba nota de cada recomendación. El día avanzó con una mezcla de práctica y estudio, con Shin asegurándose de que Sora comprendiera la importancia de cada aspecto del entrenamiento.
Al caer la noche, el campamento se preparó para el descanso. El fuego crepitaba suavemente, proporcionando calor y una atmósfera relajante después de un día activo. Shin y Sora se acomodaron cerca del fuego, listos para descansar y recargar energías para el tercer día de su intenso entrenamiento. La sensación de logro y el progreso alcanzado en la caza hicieron que ambos estuvieran en un estado de ánimo positivo, ansiosos por enfrentar los desafíos que el próximo día les depararía.
Mientras el crepitar del fuego proporcionaba una luz cálida en la oscuridad de la noche, el campamento estaba envuelto en una tranquilidad pacífica. Shin y Sora se acomodaban cerca del fuego, disfrutando del calor que contrastaba con el aire fresco del bosque nocturno. La cena ya había terminado, y la carne de la bestia cazada había sido preparada y disfrutada, dejando tras de sí una sensación de satisfacción y logro.
Sora, todavía animada por la caza del día y el progreso que había hecho, se tumbó en su manta, mirando las llamas con una expresión pensativa. Shin estaba sentado al otro lado del fuego, ajustando algunos utensilios de cocina y revisando el equipo para el día siguiente. El silencio entre ellos era cómodo, pero Sora parecía tener algo en mente.
Finalmente, rompió el silencio con una voz suave y contemplativa.
—¿Sabes, Shin? —empezó Sora—. He estado pensando mucho últimamente.
Shin levantó la vista de su tarea, prestándole atención.
—¿Sobre qué piensas? —preguntó con interés.
Sora se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos reflejando la luz del fuego mientras buscaba las palabras correctas.
—Sobre cómo he cambiado desde que te conocí —dijo—. Recuerdo el primer día en que nos encontramos. Era un día normal para mí, hasta que apareciste con esa actitud seria y distante. No sabía qué esperar de ti, pero... algo en ti me llamó la atención. Tal vez era la forma en que te enfrentabas a todo con determinación o cómo cuidabas de mí cuando estaba en peligro.
Shin escuchó en silencio, sin interrumpir. La atmósfera tranquila del campamento permitió que las palabras de Sora fluyeran sin prisas.
—Al principio, me parecía tan raro que alguien como tú, tan serio y reservado, pudiera ser alguien con quien compartir tantas cosas. Pero ahora me doy cuenta de que eso no era todo lo que había en ti. Has demostrado una gran paciencia y cuidado, no solo conmigo, sino con todo lo que hacemos juntos.
Sora miró el fuego, como si buscara la forma de expresar sus pensamientos de manera más clara.
—Me has enseñado mucho, Shin. No solo sobre cómo cazar o cómo manejar mis habilidades, sino sobre cómo enfrentar mis propios miedos y desafíos. Y a pesar de lo difícil que ha sido, me siento agradecida por tenerte a mi lado.
Shin la observó en silencio, notando la sinceridad en sus palabras. Aunque no era habitual para él expresar sus sentimientos de manera abierta, la sinceridad de Sora hizo que sintiera una conexión más profunda con ella.
—Sora, no tienes que agradecerme por eso —dijo finalmente, con una voz calmada—. Mi intención siempre ha sido ayudarte a crecer y a superar tus desafíos. Ver cómo avanzas y te vuelves más fuerte es recompensa suficiente para mí.
Sora sonrió suavemente, sintiendo una calidez en sus palabras.
—No sé qué depara el futuro, pero sé que mientras estemos juntos, puedo enfrentar cualquier cosa —dijo—. No importa lo que pase, siempre valoraré lo que hemos compartido y aprendido juntos.
La conversación se desvió hacia historias de su pasado, risas y recuerdos compartidos. A medida que la noche avanzaba, el ambiente se volvió más relajado y personal. La cercanía entre Shin y Sora se fortaleció, no solo por el entrenamiento que compartían, sino por el entendimiento y la conexión emocional que estaban construyendo.
El fuego seguía ardiendo, lanzando destellos dorados y sombras danzantes alrededor del campamento. La noche avanzó con una sensación de camaradería y afecto renovado, mientras ambos se preparaban para el tercer día de entrenamiento, conscientes de que lo que estaban construyendo juntos iba más allá de las simples habilidades de caza o magia.