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[Perspectiva de Elizabeth]
A medida que mi borrosa conciencia regresaba gradualmente a mi cuerpo, ¡llegó una agonía insoportable!
Creo que mi brazo debió haberse desprendido; las personas que nos atacaron ayer por la tarde no tuvieron piedad, mostraron una absoluta crueldad.
Despacio abrí los ojos y lo primero que vi fue el rostro ensangrentado de Armstrong. Aún estaba inconsciente, su respiración a través de las fosas nasales muy tenue, pero afortunadamente, estaba segura de que estaba vivo.
Elevé mi mirada hacia la única fuente de luz en la cabaña, una ventana de hierro de tres metros de altura. Los sonidos de las ramas meciéndose apenas eran detectables desde fuera de la ventana, y además, podía oler el terroso aroma de la tierra, recién lavada por un aguacero.
¿Nos habían llevado Armstrong y yo a algún bosque aislado por los atacantes?