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[La perspectiva de Margarita]
Donald había estado sosteniendo mi mano con fuerza, incluso cuando simplemente caminábamos por la manada en el día a día.
Después de los giros y vueltas de los últimos días, parecía haberse vuelto incluso más apegado que yo, una realización que trajo algo de felicidad a mi corazón. Que mi pareja se preocupara tanto por mí era verdaderamente una bendición.
Miré hacia arriba, a su guapo y perfecto perfil y de repente sentí una tristeza en su estado de ánimo. —¿Qué pasa, Donald? ¿Ha ocurrido algo? —pregunté.
Había estado increíblemente ocupado últimamente, con varias batallas grandes y pequeñas necesitando constantemente la atención personal del Rey Licántropo, girando como un trompo incesante. Sentía una gran cantidad de simpatía por él y deseaba que hubiera algo que pudiera hacer para ayudar.
—Estoy bien, mi querida, solo un poco cansado —dijo él, mirándome con voz suave, como si viera mi preocupación.