[Perspectiva de Margarita]
Una sesión intensa de hacer el amor nos hizo relajarnos a Donald y a mí.
Yo yacía sobre Donald. Él jadeaba suavemente mientras acariciaba mi cabello por detrás.
—Margarita... —Donald besó la esquina de mis labios y llamó mi nombre. Su aliento caliente aterrizó en mi cara, haciendo que mi rostro picara. Una sensación adormecedora recorrió mi cuerpo.
Apoyé mis labios en su cara y lo besé íntimamente.
Era necesario comunicar nuestros sentimientos de esta manera después de hacer el amor. No hacían falta palabras. Podíamos sentir los corazones del otro mientras nuestros cuerpos se tocaran. Él me necesitaba, y yo lo necesitaba. Éramos el único para el otro, el irremplazable en el mundo.
Si pudiera, me quedaría con Donald así para siempre. No quería dejarlo. Sentía una satisfacción incomparable en los brazos de Donald.
—Necesito irme. Tengo cosas que hacer —dijo Donald suavemente.