[Perspectiva de Margarita]
Sin embargo, mi mano fue detenida por Donald otra vez. Giré la cabeza para mirarlo, sin entender por qué estaba haciendo esto.
No obstante, Donald ya estaba sosteniendo mi mano y guiándome en otra dirección. Seguí su guía en un aturdimiento hasta que toqué algo caliente y enorme.
Subconscientemente lo apreté y escuché a Donald jadear. La cosa enorme en mi mano saltó emocionada. Inmediatamente me di cuenta de lo que era.
Al mismo tiempo, sentí los dedos de Donald clavarse unos cuantos centímetros más profundo en mi cuerpo.
—Si me ayudas, yo te ayudaré —la voz baja y nasal de Donald me hizo imposible rechazarlo.
—Ven, tócame como es debido.