Oberón regresó esa tarde, notó que el palacio estaba sumido en un tipo de caos.
Frunció el ceño y miró a su alrededor, los sirvientes notaron su presencia y todos dejaron de moverse.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué todos están tan desorganizados? —dijo, con los ojos fríos.
Todos intercambiaron miradas, cada persona con miedo de contarle lo que había sucedido.
—Pregunto de nuevo, ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué están todos desorganizados? —sus ojos se habían oscurecido.
Elena estaba bajando las escaleras en ese momento, —Oh, Oberón. —dijo.
Él la miró, —Madre, ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué este lugar no está en su estado organizado habitual? —entrecerró los ojos.
Elena suspiró, —Es Nyx, ha desaparecido.
Él frunció el ceño, —¿Cómo que ha desaparecido? ¡Si apenas ha estado aquí unas horas y ya ha desaparecido?! —gritó.
Los sirvientes se estremecieron.
—Madre, ¿cómo pudiste dejar que se escapara? ¿Quién sabe a dónde ha ido? ¿Cómo ha desaparecido?! —rugió.