—¡Hola, mi amor! —Jay podía escuchar la voz de Theo desde su habitación.
—¡Ese hombre y su voz molesta! No puedo creer que ya haya llegado. ¿No se supone que un Beta debería estar muy ocupado con las tareas de la manada? —Jay murmuró. Apenas habían llegado a su nueva casa y todos se habían ocupado con la limpieza.
—Te dije que no te molestaras en venir esta mañana. Sabía que estarías ocupado con tus deberes —Irene le dijo, regañándolo, aunque estaba rebosante de alegría.
—Rápidamente terminé todo lo que tenía en mi mesa y luego corrí para acá. Te he extrañado —Theo le informó.
—¡Ay, bebé grande! ¡Estuvimos juntos durante todo el día de ayer! —Irene le dijo tímidamente.
—Puedo quedarme contigo durante días y no me cansaría de solo mirar tu rostro —Theo dijo, todo sonrisas.
—¡Tus frases son tan suaves! —Irene rodó los ojos.