—Has vuelto, Mateo —Alfa Esteban se levantó cuando el señor Blackwood abrió la puerta de su oficina y entró.
—Sí, Alfa —respondió el señor Blackwood y se acercó a su mesa mientras el Alfa se sentaba.
—¿Cómo fue? —preguntó más y el señor Blackwood le pasó una carpeta que él tomó con avidez.
—No le hice estas preguntas porque quería que tuvieras una idea de lo que estaba pasando en la manada.
—Solo tú podrías haber tenido éxito en conseguir esto —levantó la carpeta y le sonrió agradecido.
—Sí, Alfa —respondió el señor Blackwood mientras él le hacía señas para que se sentara.
Alfa Esteban abrió la carpeta y sacó el contenido de adentro. Sacó un mapa, que dejó a un lado, y también un diario.
—¿Hay un diario? —preguntó, mirando al señor Blackwood.
—Sí, Alfa —respondió el señor Blackwood—, ella documentó todo, desde el día que fue en busca de ellos hasta el día que consiguió las drogas —explicó el señor Blackwood más, y el Alfa asintió mientras leía la primera página.