Matías se rió de Zayne cuando le pidió moverse en silencio. Estaba a punto de escupir en los zapatos de Zayne para mostrar cuánto lo despreciaba.
Matías desenvainó su espada justo cuando Zayne lo hizo. —Eso no va a suceder. Verás, esa mujer allí enfureció a alguien en una posición alta y me han encargado deshacerme de ella. Hay más mujeres por el reino con las que puedes jugar. Busca a otra.
—Siempre me pregunto por qué de los tres solo uno nunca ha cambiado de opinión sobre querer que termine el comercio de esclavos. El otro quiere que se haga algo pero no se atreve a hablar, así que es inútil, y luego estás tú, un idiota —dijo Zayne.
Matías no necesitaba que alguien más le recordara acerca de cuando fue vendido. Zayne solo podía juzgarlo porque nunca estuvo en esa posición. —No tienes derecho a decirnos qué hacer. La gente nos verá de manera diferente. Pregúntale cómo se siente de feliz con todos sabiendo que vino del burdel.